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Esther arencibia urién | Escritora
Esther Arencibia Urién Escritora

Esther Arencibia: “En nuestro país hay licencia para mentir y tapar”

Esther Arencibia Urién La Provincia

Esther Arencibia Urién (Las Palmas de G. C.) acaba de publicar su segunda novela, ‘Cecilia y otras mujeres que se creyeron muertas’ (Libros Indie)

El detonante de ‘Cecilia y otras mujeres que se creyeron muertas’ fue el asesinato por su marido de Ana Orantes en la década de los noventa. La novela sale a la luz décadas después, ¿ha cambiado algo?

La respuesta es muy triste porque no es así, parece que no salimos de esta espiral de horror: la última víctima ha sufrido el mismo y brutal asesinato que sufrió Ana Orantes en 1997. Su asesino la prendió fuego. La igualdad sigue siendo la gran ausente.

El libro muestra un buen conocimiento de los tics de la sociedad española marcada por el machismo, la mujer sumisa, el desconocimiento de la sexualidad... ¿Cuáles han sido sus fuentes?

Pues probablemente por mi subconsciente deambulen las películas españolas de los años 50 en adelante a las que asistí de niña y que recogen los estereotipos de la mano de actrices como Gracita Morales, Isabel Garcés, Conchita Velasco , Amparo Soler Leal, Rocío Durcal o Marisol. Ya en mi consciencia de lectora: el retrato costumbrista de Galdós, Emilia Pardo Bazán o Pereda, la intrahistoria de la España negra de Unamuno , e incluso las crónicas rosas de la revista Hola cuando jaleaba lo contrario en los años de la posguerra. Me atraen las cosas que pasan puertas adentro y que parecen poca cosa y no lo son. Tuve la suerte de tener unos profesores de literatura comprometidos como Pedro Fuertes, Antonio Pérez Santana, Miguel Angel Agudo, Beatriz Pérez Navarro y Tere Lemes, que me engancharon a las letras. Y en tercer lugar mi memoria: una educación, repleta de cortapisas y frases hechas, en tiempos de Franco con el poso de las posguerra en las mujeres que dirigieron mi infancia.

¿Tiene la vida de Rocío Carrasco una novela?

Pues no lo sé y nunca lo sabré porque para mí escribir es un ejercicio de libertad en el que dejo volar mi imaginación. Recurrir a vidas reales, le cortaría las alas y no podría escribir nada.

“¿Qué pasaría si hombres insignes de nuestro cine no lo fueran tanto? ¿Irían a la cárcel como Weinstein? Ojalá”

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Es curioso en su obra el solapamiento generacional entre la periodista que investiga y su madre. ¿Cree que los que pertenecen al ‘baby boomers’ han logrado mentalizar a sus padres de que entre hombres y mujeres hay otro mundo distinto al que ellos conocieron?

Creo que no hay una única respuesta a esto porque depende de la permeabilidad de los padres de los baby boomers. Habrá de todo: casos de personas modernas, que han mirado a lo lejos y que han sabido escuchar y aprender de la gente joven; y casos de otros que, por el lastre de una educación anclada fuertemente en los valores tradicionales e inamovibles, no han sabido adaptarse.

Llaman la atención los extractos de letras musicales del principio de cada capítulo. Parece como si nos adentraramos en cada uno de ellos con un fondo radiofónico con la voz de Concha Piquer o Antonio Molina, frases pasionales que llenan los abismos silenciosos de las mujeres de la época.

Esa ha sido mi intención, me alegro que lo vea así. Me imagino que fue así como esas mujeres, que retrato en mi novela, soñaron y bailaron solas.

En la novela hay un carrusel importante de giros en la vida y de cambios de nombre, una sociedad que no se transforma, ignorante, pero cuyos individuos se reinventan, unas veces para crearse otra biografía y ocultar la anterior. ¿Hemos vivido tantos años bajo la mentira que nos cuesta mucho desembarazarnos de ella?

Yo creo que en nuestro país hay licencia para mentir y tapar las cosas que no nos gustan o decir donde dije Diego, digo: “digo” con cierta alegría. Por eso hay que estar alerta para saber qué está pasando en realidad. Me hacen gracia expresiones como “con cariño” o “frase desafortunada” cuando se intenta decir algo mal sonante o desdecir a alguien. La suerte que tenemos ahora es que a las palabras ya no se las lleva el viento.

Por otro lado esa reinvención no es siempre mentira porque hemos demostrado nuestra capacidad para crecer sobre nuestros errores y crear. España es un país de creativos. En mi novela, Eduardo es exponente de ese “voluntario olvido” del que huye, convertido en pintor, pero al que luego retorna por amor.

He leído que Cecilia no es un personaje agotado y prepara un nuevo libro sobre ella...

Pues sí, la precuela de Cecilia y otras mujeres que se creyeron muertas está en el horno.

“Me atraen las cosas que pasan puertas adentro y que parecen poca cosa y no lo son”

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Don Braulio, un hombre del cine venido a menos, enfoca hacia esa época en que muchas niñas de posguerra querían triunfar o salir de la miseria y se ponían en manos de un depredador sexual, como le ocurre a Matilde. ¿Por qué en este país no se ha dado un ‘Me Too’ sobre ese pasado?

Bueno, en España tenemos el caso de Nevenka que consiguió la condena a un político por acoso sexual, pero es cierto que es una excepción. En nuestro cine no ha habido denuncias asimilables al Me too, quizás porque la falta de libertad y el miedo de la España franquista era también extensible a las posibles alimañas o quizás, y esto sería muy malo, porque la falta de libertad impidió dar curso a las denuncias por parte de las víctimas. Ya en la España de la democracia, tampoco ha habido denuncia que yo conozca, quizás porque los españoles estamos acostumbrados a olvidar, porque vivimos en una telaraña de intereses creados, o, simplemente por la falta de confianza en la Justicia. En cualquier caso ¿qué pasaría si hombres insignes de nuestro cine no lo fueran tanto? ¿irían a la cárcel como Harvey Weinstein? Ojalá, que si fueran como las meigas, acabaran en prisión.

El humor ácido penetra ‘Cecilia y otras mujeres que se creyeron muertas’, un mérito cuando se trata de una situación tan decadente. ¿De dónde le surge?

Sin duda de mi familia, de mi abuela Gloria Ortega Navarro una mujer divertidísima que inventó palabras como “milislí” o “magüita” para definir a personas sin gracia y que siempre estaba riéndose. Un humor que me ha acompañado siempre de la mano de mis padres, mis tías, mis hermanos y mis primas. Una frase que retrata mi infancia podría ser “La risa, remedio infalible” que era una sección de la revista Reader´s Digest , que sin duda también habita en mi memoria,

Usted no vive de la literatura, sino que trabaja en el sector de los seguros. ¿Cómo lo combina?

Con mucho esfuerzo trabajando como actuario y con mucho placer y horas robadas al descanso, tratando de ser escritora.

¿Está contenta con la recepción que ha tenido la obra?

Mucho, he recibido comentarios y reseñas muy positivas de periodistas y lectores, tanto conocidos como desconocidos. La frase que más se repite es: “Me leí tu novela de un tirón”. Desde que la publiqué, todos los días hay alguien que me dice algo bonito de Cecilia.

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