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El universo de Felo Monzón a través de 20 cuadros

La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias exhibe una esmerada selección de la obra del artista que marcó a una generación

Obras de Felo Monzón en la Fundación Cristino de Vera. En el extremo, Mireya Jiménez Jaén, comisaria, y Miguel, hijo del artista. Debajo, inauguración de la muestra. | | CARSTEN W. LAURITSEN

FELO MONZÓN, UN IMPRESCINDIBLE


La Fundación Cristino de Vera, con sede en La Laguna, se adentra en la figura del artista y político canario, cuya obra está inmersa en los movimientos del siglo XX, los mismos con los que impregnó el modelo de la Escuela Luján Pérez

No es una exposición de catálogo largo, pero lo que todo lo que se muestra en ella perimetra con exactatud la gran dimensión artística de un creador diferente. La obra de Felo Monzón (1910-1989) llega por primera vez a la Fundación Cristino de Vera de La Laguna- Espacio Cultural CajaCanarias para dar cuenta del generoso repertorio de un autor único.

«Toda la esencia de Felo Monzón está concentrada en estos 20 cuadros; aquí están representadas sus cuatro etapas», reconoce Mireya Jiménez Jaén, comisaría de una exposición que muestra la dimensión de uno de los artistas canarios más excelsos del siglo XX. «Soy una admiradora de su obra pero, sobre todo, conseguí forjar una amistad de más de cuarenta años con él y con su familia», subraya antes de analizar un primer periodo de creatividad marcado por el expresionismo, al que siguió una etapa de transición (en la que toca ciertos principios de perfil surrealistas), un tercer paso constructivista y, por último, el periodo cinético. Esos son los cuatro puntos cardinales que marcan la producción de un autor que fue un referente del movimiento indigenista en el Archipiélago.

El universo de Felo Monzón a través de 20 cuadros

«Aunque pueda parecer que la obra de Felo Monzón es inconexa y que sus etapas productivas no se relacionan entre sí, esos periodos están enlazados por una presencia constante de un rigor compositivo y gusto por lo geométrico», incide Jiménez Jaén en el instante que elabora un apresurado retrato robot de un creador que fue vanguardia «gracias a una investigación minuciosa y tenaz del entorno, de la historia del arte en sus diferentes etapas, y por la aplicación de muchas técnicas y estilos artísticos», enumera mientras pone sobre la mesa una clave determinante en su obra. «Felo Monzón mantiene una correspondencia abierta con Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Ernesto Pestana o Domingo López en los años que vivió en Las Palmas y Tenerife. Ese dato es decisivo a la hora de entender lo que estaba pasando a nivel cultural y cómo interpretarlo a la hora de plasmarlo en el interior de un cuadro».

Jiménez Jaén, Miguel Monzón, el segundo hijo del artista grancanario, y Clara Armas, directora-gerente de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, fueron los encargados de elegir las obras que se exponen en La Laguna. «Es el mejor resumen de lo que es Felo Monzón», insiste la comisaría sin obviar un momento de su amplia trayectoria creativa que está marcado por las teorías de Fray Luca Paccioli. «Al margen de unos principios estéticos propios, uno de los factores que determina su producción es la estrecha conexión que existe, primero como alumno, más adelante en el apartado de profesor y finalmente al frente de su dirección, entre Felo Monzón y la Escuela de Luján Pérez. «Pasé muchas horas escuchando sus anécdotas, consejos y lecciones de arte y de vida... Era un hombre de tertulia fácil y mi madre sabía que cuando iba a la Escuela Luján Pérez volvería tarde a casa. Él se empeñó en que aprendiera a pintar, pero yo no nací con ese don», recuerda dibujando una sonrisa en su cara.

El universo de Felo Monzón a través de 20 cuadros

Uno de los cuadros que se pueden ver en la muestra de Aguere sintetiza la capacidad que tenía Monzón para plasmar a través de un reflejo artístico lo que estaba viendo:_Casas de Shamann (1955 / óleo sobre cartón / 53 x 43 centímetros) representa el paisaje urbano que contemplaba el pintor a través de la ventana de una casa cuando vivía con su familia en el popular barrio grancanario.

Los 20 cuadros expuestos en el recinto de la calle San Agustín, recién elegida de las diez calles más bonitas de España, tienen su historia, pero hay uno, concretamente, Composición canaria (1937 / óleo y Tierra del Teide sobre tela / 156 x 302 centímetros) en el que se concentra la tormentosa reclusión de Felo Monzón en la prisión de Fyffes (Tenerife) en los años de despegue del franquismo. «De alguna manera un episodio traumático siempre acaba haciendo mella en el interior de una persona, pero él supo remontar esa etapa y se convirtió un ejemplo de divulgación artística», comenta Mireya Jiménez Jaén sobre los má de cinco años que permaneció Monzón encerrado. «Seguramente el día que se lo llevaron preso se tomó un tiempo para recoger sus pinceles porque, independientemente de su posición ideológica, es imposible entender su vida sin estar cerca de la puntura».

El universo de Felo Monzón a través de 20 cuadros

A pesar de que el «orden y el rigor geométrico» es una constante en casi todas sus etapas, el creador grancanario no descuida en ningún momento otros valores de su producción como, por ejemplo, el color. «Está asociaciado a su conexión con la realidad canaria, es decir, él busca las tonalidades terrosas y ocres que ve en la tierra pero, a su vez, también marca con insistencia el verde de los cactus y tuneras. Felo Monzón no solo es rigor compositivo, también es una explosión de color que da equilibrio a sus composiciones», acentúa Jiménez Jaén. «Lo que vemos en esta muesta es lo que convierte a este artista en un valor diferenciado con respecto a otros creadores», destaca la experta.

El universo de Felo Monzón a través de 20 cuadros

Los impulsores de esta exposición coinciden a la hora de valorar de forma positiva un legado «extenso y digno de estudio» que, a su vez, descansa sobre una idea que abarca todo el ámbito creativo de Felo Monzón: «Su libertad a la hora de crear es la misma que trasladaba a los alumnos de la Escuela de Luján Përez. Él era un ser afable que no se molestaba por tener que dedicar una parte importante de su tiempo a enseñar a los demás, pero esa divulgaión era en libertad. Felo Monzón no se entrometía en el discurso de los artistas jóvenes porque a él le gustaba el sentimiento de libertad que siempre plasmó en sus cuadros», concluye Mireya Jiménez Jaén.

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