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Blue Jeans: “El lector joven es el más exigente”

Francisco de Paula firma con el pseudónimo Blue Jeans. Carlos Ruíz

Siempre con gorra y una imagen juvenil, como el público para el que escribe, el sevillano Francisco de Paula, que firma con el pseudónimo Blue Jeans, es uno de los autores de más éxito entre el público adolescente. En su última novela, ‘El campamento’ (Planeta) realiza un especie de versión de la famosa  ‘Los diez negritos’ de Agatha Christie adaptada al siglo XXI.

Lleva catorce libros publicados en una década, eso sale a más de novela por año.

Me siento muy afortunado por vivir de escribir. Empecé de cero en internet, salí de la nada y a través de mucho esfuerzo y trabajo he conseguido sacar un libro cada año, incluso en pandemia. Sigo pensando que aún me queda mucho camino por delante, pero sin el respaldo editorial esto sería imposible.

En El campamento realiza un homenaje a Agatha Christie, ¿se inspiró en sus lecturas de juventud?

Se puede decir que Agatha Christie es mi referente. Empecé a leer libros de ella cuando tenía once o doce años, unos tomitos verdes que tenían mis padres en la biblioteca de casa. Ya el que sean diez personajes es una clara referencia a Diez negritos, igual que el hecho de tener un pasado oscuro. A lo largo de la historia va habiendo pequeños guiños que el lector que haya leído a Agatha Christie seguro que los pilla.

Ha sido difícil escribir en pandemia, tuve que cambiar la cafetería por un despacho en casa

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¿Se ha instalado en el thriller aparcando las primeras novelas de tinte más romántico con que se inició?

Nunca me he considerado un autor de género romántico juvenil. Es cierto que se me ha puesto la etiqueta, incluso mi propia editorial me ha vendido con los corazones de las portadas y los títulos románticos, pero siempre he dicho que hablo más de realidad, actualidad, amistad por encima de amor. Los primeros diez libros tenían corazones en la portada que se lo comían todo. He tratado temas diversos como los trastornos de la conducta alimentaria, bullying, sexo, relaciones entre padres e hijos, lo que esconde internet, el sida… Y al final el lector te acaba preguntando por qué éste se ha que dado con la otra. A partir de La chica invisible, sin dejar de hablar de esos temas, me centré más en el misterio, la investigación, los asesinatos y con El campamento confirmo lo que he venido haciendo con los tres o títulos anteriores.

¿Cómo se consigue ser un fenómeno de ventas de literatura juvenil en una época en que nos quejamos de que los adolescentes y jóvenes leen poco?

No estoy de acuerdo en que no leen. A todos nos gustaría que leyeran más, evidentemente, pero también que lo hicieran los adultos. Hay ciertos prejuicios sobre que los jóvenes están todo el día con el móvil o la tablet jugando al Fornite. Hay parte que están así y también hay chicos que leen, pero leen lo que les interesa. Una cosa es que no les guste lo que les mandan en el colegio o el instituto, donde además les exigen luego un trabajo o examen sobre los libros antiguos que ellos no comprenden. Yo soy partidario de que los chicos tienen que conocer los clásicos, saber quién es el Quijote, la Celestina y la literatura española, pero para hacer que se aficionen a leer en una época en que tienen tantas opciones de ocio y en la que es tan difícil que alguien se concentre solo en una cosa -leer es una actividad muy solitaria que requiere atención exclusiva- tenemos que darles libros que les atraigan, que se sientan identificados con los personajes, que se cuenten historias que están pasando ahora.

¿Escribir para un lector de una generación tan distanciada en edad requiere algún ejercicio para un escritor de más de 40 años?

Siempre he dicho que el lector joven es el mejor público porque está ahí siempre, te anima, es fiel. Pero también es el más exigente, los chicos no tienen filtro; si algo no les gusta te lo van a decir sin ningún tipo de problema, te dirán que no les ha gustado el final, que les gustó más el libro anterior o en qué estaba pensando cuando escribí ese capítulo. La sinceridad se agradece, no todo tienen que ser halagos. Lo que intento es contar la realidad. Mis personajes son jóvenes, del siglo XXI, no tengo su edad, pero sí estoy pendiente de lo que los chavales leen, escuchan y piensan. Ese es mi ejercicio para escribir libros actuales. Si sale un grupo nuevo de pop coreano, tengo que escucharlo; si hay una serie que se pone de moda por lo menos el primer y segundo capítulo los veo; si hay una palabra o una nueva red social, ahí estoy yo. Eso lleva siendo así desde hace 12 o 13 años, es mi manera de documentarme para los libros.

Los chicos precisan de libros que les atraigan para que les guste leer, luego ya vendrán los clásicos

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¿Cómo ha sido escribir en la época más dura de la pandemia?

Horrible. Solía escribir en cafeterías porque cuando empecé vivía en un sitio tan pequeño que no tenía una mesa donde sentarme a escribir. Con la pandemia he tenido que hacerme un despachito en la casa, pero el silencio, no ver movimiento me ha sido durísimo. Luego en el momento que te salías de la novela y veías la situación de cuántos muertos había, no poder ver a tu familia ni viajar, a mí me ha costado mucho. Para escribir se necesita un estado de ánimo optimista y fue difícil. Por eso he situado la historia en el año 2019, y no en 2020, año en que la escribí, porque no quería que el lector abriera el libro y se encontrara con gente con mascarillas, distancias o que se hablara del virus. En el futuro trataremos historias que pasen en confinamiento, pero ahora había que darle un respiro al lector.

¿Qué va a encontrar el lector en El campamento?

Un thriller clásico de misterio en el que unos personajes se ven aislados y atrapados en un sitio, en el que alguien muere, todos sospechan de todos y al final van a encontrar una sorpresa con algún giro de la historia. Los personajes son actuales, con ocupaciones no ya del futuro sino del presente: gamers, youtubers, creadores de aplicaciones e incluso una escritora que se ha hecho conocida por publicar en internet.

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