La escritora norteamericana Donna Leon no piensa en dejar la popular serie de libros protagonizada por el comisario veneciano Guido Brunetti y asegura que "me sigue gustando" el personaje, y le divierte seguir narrando.

Leon, que este jueves ha presentado el número 30 de la serie, 'Esclavos del deseo' (Seix Barral en castellano y Edicions 62 en catalán), ha confesado en una videoconferencia de prensa que todo empezó como una prueba "para ver si era capaz de narrar una historia de forma interesante", y en cada libro siempre empezó sin saber qué tema iba a tratar.

"Seguí mi instinto y siempre encontré un dato interesante al que le di pista", ha apuntado.

En 'Esclavos del deseo' Venecia sigue siendo protagonista, pero ha entrado en liza Nápoles, que la autora ha visitado varias veces y que describe como "la pura esencia del caos, donde todo es un desastre, aunque las cosas salen adelante y la gente es encantadora, seguramente un poco caraduras".

Asegura Donna Leon que como a ella, "a Brunetti no le gustan los acosadores, los que abusan del poder, tanto si es desde un punto de vista físico, económico o político", y recuerda que "a menudo el comisario asume investigaciones simplemente porque no le gusta que alguien haya sufrido una injusticia".

En esta trigésima entrega, dos turistas estadounidenses resultan gravemente heridas en un accidente mientras paseaban por la noche en una barca por la laguna veneciana junto con dos jóvenes italianos, y el comportamiento de los chicos, que abandonaron a las víctimas a las puertas del hospital y se esfumaron, despertará la curiosidad de Brunetti.

En medio de la investigación, la Policía descubre que uno de ellos trabaja para un hombre que podría estar involucrado en negocios mucho más siniestros en la laguna, pero para llegar al fondo del caso Brunetti necesita la ayuda tanto de los carabineros como de la Guardia Costiera, y no tiene claro cuánto puede confiar en ellos.

Señala Leon que trató el tema de las esclavas sexuales en el cuarto libro de la saga: "Hace veintiséis años ya escribí sobre esas mujeres que son engañadas para venir a Europa con la promesa de un trabajo y al llegar aquí acaban siendo prostitutas contra su voluntad".

Lamenta que "veintiséis años después se siga haciendo lo mismo, ahora con unas mujeres de una raza distinta por parte de hombres de otra raza, pero es como si la Policía estuviera de vacaciones porque se trata de mujeres".

Brunetti ha cambiado, según Leon: "A nivel intelectual se ha vuelto más pesimista; ve que el mundo ha cambiado a peor y su visión del mundo se ha ensombrecido, no ve un futuro muy halagüeño para la humanidad".

Aunque la autora de 'Muerte en La Fenice' no desliza jamás referencias temporales, en 'Esclavos del deseo' se mencionan sutilmente los tiempos de pandemia cuando se habla de una Venecia que tanto echa de menos a los turistas a los que antes detestaba.

"La pandemia ha sido positiva, mágica para los venecianos, que han recuperado la ciudad, sin esos 30 millones de turistas al año que había antes de la covid-19, y ahora pueden pasear por las calles sin tener que apartarlos literalmente a su paso".

Donna Leon, que siempre estará "del lado de los venecianos", apunta que "la pandemia plantea un dilema a los escritores de ficción: la ignoras, escribes un libro sobre los estragos o la muestras a partir de los efectos que ha dejado, como la forma de saludarse en la calle, por ejemplo".

Sin embargo, a la escritora norteamericana lo que más le preocupa es el calentamiento global y "la covid-19 es una consecuencia, pero no es el problema de raíz".

La serie Brunetti, que ha vendido 20 millones de ejemplares en todo el mundo, no ha hecho perder anonimato a su autora cuando visita Venecia -desde hace unos años vive en un pequeño pueblo de 300 habitantes y 300 vacas en Suiza- y en parte se debe, reconoce, a no haber querido publicar sus novelas en Italia.

"Temo que los italianos que no han leído los libros se puedan sentir ofendidos porque una no italiana escriba sobre los problemas de Italia", confiesa.

Preguntada por cuáles deben ser los ingredientes para escribir una buena novela negra, Leon responde que "necesitas un personaje que guste a los lectores; debes eliminar a un personaje empático, pues es una pérdida de tiempo matar al malo; y quien resuelve el caso debe ser también empático. Además es mejor que no aparezca sangre en las páginas".

Tampoco las escenas sexuales o eróticas no suelen encajar bien en el género, añade la escritora, para quien "es fundamental dar con el tono, mostrarte agradable con el lector y tratarlo como a un igual".

Con ganas de volver a España pronto, Donna Leon ha confirmado que ya ha terminado el que será el 31 caso Brunetti, en el que abordará "la beneficencia y la gente que quiere salvar el mundo, un tema precioso y muy negro".