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Mayte Uceda Escritora

Mayte Uceda: «Quería que mis personajes viajaran en el ‘Valbanera»

La escritora Mayte Uceda (Asturias, 1967) analiza con detalle su novela ‘El guardián de la marea’ (Planeta) que transcurre en Las Palmas de G. C. a principios del XX

Mayte Uceda en el Paseo de Las Canteras. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Qué ha sido lo más complicado de este último libro suyo que destaca por tener una lectura ágil aunque sin perder la calidad literaria?

Una novela con trasfondo histórico hay que inyectarle esa calidad que requiere el contexto. Y por eso lograr que hubiese un estilo más elaborado fue algo en lo que me esmeré más que en mis anteriores novelas que eran más informales. Pero el libro fue complicado en todas sus partes, en el tema del bloqueo, los submarinos, etc. Sin embargo, el tema del Valbanera fue complicado traerlo a la vida otra vez, porque hay cosas aún opacas, pero conté con las mejor ayuda con la colaboración de Fernando García Echegoyen, no solo con sus libros, sino que él se ofreció de manera muy amable.

¿Por qué eligió Canarias como marco en el que desarrollar la mayor parte de la historia?

Quise ambientarla en Canarias cuando descubrí el naufragio del Valbanera. Yo quería escribir una novela en la que mis personajes viajaran en ese barco. Y descubrí que la mayoría del pasaje del Valbanera eran canarios y que toda la información que encontraba era de Las Palmas. Luego, conseguí un plano de la ciudad y vi la configuración de la misma en esa época, ya que tenía un barrio más señorial con los riscos. Me pareció maravilloso para una novela y fui al año siguiente a viajar a las Islas con la excusa de ver la prensa histórica en el Museo Canario, pero vine con la visión las Islas de 1919. Había estado estudiando la ciudad, pero no conocía nada de Las Palmas actual. Fue como un viaje al futuro y me impresionó mucho. Y una vez aquí recabé toda la información con los periódicos LA PROVINCIA y Diario de Las Palmas. Recopilé toda la información posible recabada en estos dos diarios y los incluí en la novela.

¿Se puede definir a la protagonista, Marcela, como feminista?

Más que feminista es luchadora porque en aquella época, en España, evidentemente no existía el feminismo, aunque sí es verdad que el movimiento sufragista había empezado ya en Gran Bretaña, pero en España, en los contextos más humildes, no existía ese impulso. Pero sí había personas más luchadoras que otras y Marcela lucha por lo que quiere conseguir. Eso es el punto para partir de muchas mujeres que luego abrieron la puerta o vías a las demás en ese afán que les impulsa a conseguir sus propósitos. Su sueño es viajar a La Habana, pero sabe que para eso tiene que buscar un trabajo y ahorrar un dinero. Se ha criado con las monjas y en el hospital había visto de todo: enfermos, niños abandonados, etc. Pero las monjas le han inculcado el instinto de sobrevivir para sacar sus sueños adelante.

Y cuando la devuelven a la familia lo primero en que trabaja es en un huerto asustando a los pájaros.

En esos huertos enormes trabajaba toda la familia: los hombres, las mujeres y los niños cuya misión era la de que los pájaros no se comieran los sembrados de tomates espantándolos. Tenían una lata y un palo que hacían sonar, corrían por los canteros y espantaban a las aves, y tenía su remuneración. Cuando Marcela nace, su madre muere, y a ella la entregan al hospital San Martín para que la amamanten las nodrizas, porque si no no podría sobrevivir, pero su padre la deja a las monjas y no se acuerda de ir a buscarla. Marcela ya tiene once años cuando es devuelta a la familia.

¿Incluyó al personaje del militar alemán para insuflar también un toque de novela romántica?

Sí, esa era mi intención desde el principio. Quería una historia de amor en esta novela. Si bien en principio pensé en un protagonista inglés, porque aquí había muchos ingleses y habría sido lo más natural, decidí darle ese contrapunto porque la historia está muy contada desde parte británica, pero menos desde la alemana, y quería llevar a un militar alemán de la Primero a la Segunda Guerra Mundial. Ella es una muchacha humilde, que si bien no sabe leer o escribir, se encuentra con un personaje masculino muy instruido, culto, que toca el piano, viene de otro mundo que le atrae mucho.

Y ahí aparece un personaje contradictorio como su primo Gaspar.

Gaspar tiene conciencia de clase, pero al mismo tiempo le gustaría tener una casa en Triana en vez de San Nicolás, le gustaría progresar y por eso busca la forma de ganarse la vida. Manda suministros a los submarinos, pero cuando encuentra de náufrago a Hans lo oculta. Él quiere cobrar un rescate a los suyos y busca la fórmula. Por entonces era habitual la entrega de suministros en las plataformas flotantes para los submarinos extranjeros.

¿Qué periodo abarca la novela y en qué espacios geográficos?

Empieza en las Palmas en 1919, se traslada a Cuba, vuelve otra vez a Las Palmas en 1936 y va finalmente a la Alemania nazi, siendo el epílogo en 1976. Los capítulos finales están desarrollados en Alemania en plena II Guerra Mundial, pero cuando regresan a Las Palmas tampoco es que haya cambiado tanto. Es el nuevo régimen y aunque en Canarias no hubo enfrentamiento sí hubo represión.

¿Qué le llamó más la atención de las noticias que ofrecía LA PROVINCIA durante aquellos años?

Las noticias que mostraban la situación de desespero, de pérdida y abandono que había en la Isla consecuencia de la guerra, de que no llegaba el millo de Argentina, de las malas cosechas por sequía, esa sensación opresiva. Se hablaba mucho de los bonos de subsistencia para conseguir algo de comida, pero llegó un momento en que no servían porque los tenderos comerciaban ilegalmente. Ibas con tu bono pero a lo mejor no te daban comida porque si venía alguien con más dinero la iban a vender diez veces más caro de lo que tú podías comprar, más caro de lo que valía el bono que te daba el Cabildo. Aunque la guardia municipal estaba atenta y se ponían letreros prohibiendo la especulación, se seguía haciendo cuando la guardia daba la vuelta a la esquina. Los tenderos no te lo daban porque decían que no había. Pero una persona pudiente podía comprar sin problemas. Los bonos de subsistencia para paliar el hambre de las clases más desfavorecidas no servían para nada porque había gente que podía pagar más dinero por eso. Y en LA PROVINCIA se denunciaba todo eso. Fue increíble. Cuando llegué pensaba que iba a encontrarme con toda la prensa digitalizada, pero en el Museo Canario me pusieron los periódicos físicos de hace cien años. Los respeté muchísimo para poder manejarlos.

¿Cómo definiría este libro desde la perspectiva de sus otros trabajos?

Este es mi cuarto libro. Los anteriores eran distintos, más de novelas romántica-contemporáneas. Ahora empiezo otro periodo. La próxima será una nueva novela que transcurrirá unos años antes que esta, pero que tiene más que ver con Cuba.

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