La Provincia - Diario de Las Palmas

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El periplo del espíritu

Toda su obra gira en torno a las emociones humanas tratadas con gran simplicidad

El escultor Félix J. Reyes junto a algunas de sus obras.

«El objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior».

Aristóteles

Fueron la honradez y la extrema prudencia las virtudes que permitieron al sagaz Ulises regresar a su tierra soñada: la isla de Ítaca, donde era rey. En su arduo camino a casa, se abrió paso al infortunio mostrando una gran entereza y solidez espiritual que vendrían a significar su mayor fortaleza para seguir siendo amado y respetado por los suyos. El propio Eolo, encantado por la sutileza y la elocuencia de Ulises, le colmó de pruebas de afecto y le dio unos grandes odres en que estaban encerrados los vientos contrarios a su navegación.

El gesto altruista que comportó la exposición–homenaje al escultor Félix José Reyes Arencibia (Valleseco, 1941) por parte de sus colegas artistas, lo comparo con la gracia que tuvo el dios mitológico (Eolo, dios de los vientos) –que frecuenta asiduamente nuestra tierra– al agasajar con este generoso regalo a su bien hallado amigo de vuelta en la isla. Esta muestra no es sólo un excepcional reconocimiento a una trayectoria artística de más de sesenta años ya del escultor, o un inolvidable ochenta cumpleaños que, sin duda, marcará su corazón para siempre. Es mucho más que eso. El sentimiento de unidad de estos amigos, de hermandad, de comunidad entre artistas y de generosidad, al unir su obra más representativa a modo de ofrenda a nuestro homenajeado, son lo que otorgan a esta exposición ese carácter profundamente filántropo que define a Félix Reyes mejor que ningún otro concepto.

Toda su obra gira en torno a las emociones humanas, de alguna manera, tratadas con extraordinaria simplicidad. Es decir, despojadas de todo artificio, perfectamente pulidas, para encontrar lo esencial. A saber, la intención de los cuerpos, la expresión del volumen libre de aderezos, así como la necesaria elocuencia de los silencios (Ausencias), que también cuentan una historia. Lo superfluo es exceso, es una obstrucción para la comprensión de una sola emoción, que ya es compleja en sí misma, en este peregrinaje nuestro por la vida, en un presente plagado de interferencias, donde es fácil desorientarse. Con un fuerte sentido de la espacialidad y de la noción de tiempo, –espacio/tiempo, donde todo tiene lugar– su obra plantea reflexiones tremendamente trascendentales, con un evidente fondo existencialista, que nos habla acerca de la vida como tránsito o lo que es lo mismo: El camino (2014) de todos los caminos. Sus figuras de esta serie, sin rostro ni raza, ni distintivos de clase, aparecen como un conjunto de seres errantes que transitan por esas estructuras de acero que emulan una suerte de arquitecturas que sugieren la presencia de abismos muy cercanos, y la pequeñez humana, que vemos vagar por sendas inciertas, fortuitas, con la sola certeza de que todos esos caminos confluirán en un mismo destino inequívoco: el de la eternidad.

Otro aspecto vital fundamental que ha sido ampliamente tratado en la obra de Reyes Arencibia, es la Solidaridad (2005–2007). Una de sus instalaciones más espectaculares se recrea en la representación de esta cualidad a través de una multitud –tres mil figuras blancas– que circulan en el mismo sentido sobre una gran plataforma, en distintas actitudes. Esta obra expresa la fortuna de cada individuo, del amparo y del desamparo en sus diversas formas, simbolizada por la imagen del paraguas, que retrata agudamente nuestra necesidad de autoprotección y seguridad, pero que pone de manifiesto, al mismo tiempo, nuestra capacidad para cobijar a los demás, en determinados momentos, aunque no siempre la ejerzamos.

Otro aspecto esencial determinante en la obra del escultor, es su fijación por la redondez femenina. Para Félix, no sólo representa la oposición a la idea de lo punzante o áspero, sino que entiende esta imagen de la mujer como dadora de vida, como personificación de su reflexión acerca del origen o del inicio de esta travesía que es la vida, entre los tres cuestionamientos fundamentales que articulan su discurso: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? en el sentido Kantiano, esto es el equivalente a las preguntas que formuló el filósofo en la Crítica de la Razón Pura y también en la Crítica del Juicio: ¿Qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me es permitido esperar?, ¿qué es el hombre?

Son estas las grandes preguntas que se ha hecho el ser humano desde tiempos inmemoriales, en las que reside, en síntesis, el origen de la historia del pensamiento. Para Félix, ante la certeza de incertidumbre frente a estas cuestiones, la misma figura de la mujer, asimilada por el escultor como madre y origen, funcionan asimismo como respuesta y como refugio donde sentirse amparado.

El de Félix Reyes, es un arte ejerce una gran función: nos invita a pensar de manera eficaz. Con un lenguaje depurado, visualmente ligero y tremendamente contemporáneo, su obra llena de contenido manda un esperanzador mensaje, directo a las regiones más puras de la conciencia de quien la observa.

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