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De la sugerencia a la sorpresa

Con ‘El sexto sentido’ se convirtió en esclavo de sí mismo y se vio en la obligación de cerrar casi todas sus películas con un giro inesperado

Una imagen de ‘Tiempo’. La Provincia

Con 14 películas a sus espaldas (aunque el verdadero despegue no llegó hasta la tercera, ‘El sexto sentido’), M. Night Shyamalan es uno de los autores cinematográficos con un sello personal más definido del séptimo arte contemporáneo. En este trabajo abordamos algunas de las claves de su irregular pero siempre interesante obra. 

M. Night Shyamalan se va a la playa en Tiempo, y ese espacio natural y libre le sirve para seguir desarrollando su particular estilo y tramas de cine fantástico. Hay muchas formas de acercarse a su cine. Planteamos aquí cinco rasgos característicos.

La gran sorpresa final (que acabó esclavizándolo)

El twist o giro imprevisto puede servir para dos cosas. En la primera, se trata de gratificar al espectador con un plano final inesperado pero que no tiene grandes consecuencias para la historia. En el terror se practica mucho: un buen ejemplo es el final de Carrie. En el segundo caso, más elaborado, el twist otorga a la película un sentido completamente distinto y nos hace plantearnos de otro modo lo que hemos visto a lo largo del metraje. Uno de los más celebrados es el de El planeta de los simios. Pocos son tan contundentes como el que cierra El sexto sentido, cuando descubrimos quién es en realidad el personaje de Bruce Willis. En El protegido ideó otro twist quizá no tan radical, pero igual de coherente.

Samuel L. Jackson y Bruce Willis, en ‘El protegido’. La Provincia

A partir de este momento, Shyamalan fue esclavo de sí mismo y se vio en la obligación de cerrar casi todas sus películas –Señales, El bosque, El incidente, La visita– con un twist. Parecía que la cinta no era buena si no tenía una sorpresa en su desenlace: el espectador lo esperaba –como espera la escena poscréditos de una producción de Marvel– y, si no lo había, suponía una decepción. La idea se fue agotando hasta que el cineasta pudo liberarse o utilizarla de una manera distinta como en Múltiple, integrando el último plano de este filme en el universo de uno anterior. Pero más allá de algún desengaño, el twist en el cine contemporáneo le debe mucho al director de El sexto sentido.

Relectura de la cultura del superhéroe

El díptico formado por Múltiple y Glass habla de seres con superpoderes, aunque estos no vayan con las mallas y máscaras de los superhéroes tradicionales. Entre las 23 personalidades múltiples de su protagonista, James McAvoy –que interpretó al profesor Xavier en las películas de los X-Men–, se cuela una llamada La Bestia, como uno de los personajes de Los 4 Fantásticos. En El protegido, Shyamalan realizó una fascinante exploración de la cultura del comic book, de los héroes y sus némesis, a partir del personaje de Samuel L. Jackson, el hombre que se rompe los huesos con una facilidad pasmosa pero que es capaz de crear una sofisticada trama a partir de los legendarios tebeos que atesoró en su niñez.

Repartos encabezados por actores duros

Bruce Willis y Mel Gibson son dos tipos duros (Samuel L. Jackson también, por supuesto). Shyamalan estableció con el primero una gran compenetración. Willis está espléndido en El sexto sentido y el director escribió El protegido pensando siempre en él para el personaje protagonista. Lejos de los registros de Luz de luna y la saga Jungla de cristal, Willis alcanzó la madurez como actor con Shyamalan.

Habituado al cine de cierta producción, se desenvuelve bien en el terror de bajo presupuesto

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Nada en principio más alejado del ideario de Mel Gibson que el tipo de historias fantásticas expuestas por Shyamalan, pero ahí está su trabajo como el pastor protestante enfrentado a los alienígenas de Señales. El director incluso hizo buenas migas con Will Smith, y limó sus excesos cómicos, en la peor de sus películas, After Earth.

Un autor cómodo en los dominios del fantástico

Se le criticó que mostrara al extraterrestre de Señales cuando había construido toda la película a partir de la sugerencia antes que la evidencia, pero la imagen del enfrentamiento entre el alienígena y Mel Gibson es muy estilizada. Igual que su tratamiento de los relatos de fantasmas, las visiones paranormales, las extrañas ninfas que aparecen en la piscina de un bloque de apartamentos (La joven del agua) o el concepto apocalíptico que anida en El incidente, donde los árboles, el viento y la vegetación tienen una cualidad fantástica perdida en el cine contemporáneo (o tro buen filme en esta línea es El bosque). Acostumbrado al cine de cierta producción, Shyamalan se ha desenvuelto bien también con el terror de bajísimo presupuesto, como demuestra La visita. ¡Y no olvidemos que fue el guionista de Stuart Little, la historia de un ratón parlante!

Tímidos acercamientos al medio televisivo

De momento ha hecho un corto recorrido de ida y vuelta. En 2010 rodó en 3D Airbender, el último guerrero, adaptación en imagen real de la serie Avatar: the last airbender, mezcla de aventuras, artes marciales y fantasía. Poco destacable. Cinco años después produjo la serie Wayward Pines, de la que dirigió el piloto. Aunque discreta, tiene una atmósfera muy propia de Shyamalan, con ese bucólico pueblo convertido en un organismo vivo del que no se puede escapar.

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