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Arte

El infausto destino de un fresco de Sorolla en un castillo gallego

Una carta de Peppino Benlliure demostraría que el pintor valenciano fue el autor de un mural destruido en la década de los 80 durante la rehabilitación de una fortaleza medieval en Pontevedra

Fotografía del fresco que decoraba un muro del Castillo de Soutomaior. M.soroll.

En 1985 la Diputación de Pontevedra remitió al Museo Sorolla varias fotografías de un fresco que se conservaba en el Castillo de Soutomaior y que los propietarios del histórico edificio siempre habían asegurado que había sido pintado por el artista valenciano. Su supuesta firma junto al título de la obra - «Interpretación de San Jorge y el Dragón»-, así parecían corroborarlo. La corporación quería confirmar esta autoría para conservar, o no, la pintura ante una inminente reforma del edificio.

San Giorgio e il drago de Vittore Carpaccio, la obra que inspiró a Sorolla.

Con solo observar las fotografías, el entonces conservador y subdirector del museo, Florencio Santa-Ana, respondió mostrando sus «grandes dudas sobre la posible intervención de Sorolla en el fresco de dicho Castillo». «Sorolla nunca ha sido fresquista», aseveraba el experto. Tras este dictamen la diputación pontevedresa destruyó el mural «porque de mantenerse condicionaría la futura disposición del castillo». De él ya solo quedan hoy unas cuantas fotografías.

Pero ahora sabemos que aquella decisión constituyó un enorme error. La revista especializada Archivo Español deArte ha publicado en su último número un artículo del historiador de la Universidad de Oviedo, Diego Piay Augusto, en el que se argumenta que, en contra de lo dicho por Florencio Santa-Ana, el autor del fresco sí fue Joaquín Sorolla. La clave la ha encontrado Piay en una carta que el también pintor Peppino Benlliure Ortiz mandó a su madre y que se conserva en el Museo Benlliure de València.

Un doctor y una feminista

Tal como cuenta en su artículo Piay, Sorolla conoció el castillo de Soutomaior -una impresionante fortaleza medieval perfectamente conservada-, a través de su propietaria a principios del siglo XX, María Vinyals, y del marido de esta, el doctor Enrique Lluria, gran amigo del pintor.

Sorolla llegó a regalarle a Lluria tres retratos que actualmente se encuentran desaparecidos: uno de 1910 que representaba a Vinyals -escritora, políglota e incansable defensora de las mujeres-, de cuerpo entero; otro de 1912 del doctor y un tercero de la hija de éste, Emilia.

Piay ha comprobado en las hemerotecas que Sorolla visitó el castillo de sus amigos en 1910. Por entonces el pintor ya era una celebridad y por eso los periódicos locales de la época dieron cuenta de que estaba pasando unos días en la residencia de su amigo el doctor Lluria en Pontevedra. Los diarios añadían que el pintor había viajado acompañado de José Benlliure Ortiz, «Peppino», sobrino de Mariano Benlliure, hijo de José Benlliure y Gil y discípulo de Sorolla. No obstante, en estas noticias no se habla de que Sorolla trabajase en el castillo.

En 1917 el matrimonio Lluria abandonó Soutomaior obligado por los problemas económicos que sufrían y el edificio medieval pasó a manos de otros propietarios hasta su adquisición en 1981 por parte de la Diputación de Pontevedra.

Sorolla nunca hizo mención de ese «San Jorge y el dragón» que decoraba con su firma uno de los muros de la fortaleza ni, como indica Piay, la mencionó nunca Vinyals en su amplia correspondencia. Tampoco el Museo Sorolla guarda ninguna documentación al respecto.

Pero por indicación de Blanca Pons Sorolla, actual directora de la Casa Museo del pintor, Piay trasladó su investigación al Museo Benlliure, donde encontró la carta de Peppino. En ella, el discípulo de Sorolla le contaba a su madre que había acompañado al maestro en su viaje a Galicia y que éste había acudido al castillo del doctor Lluria para que le examinase «antes de emprender el viaje a América».

Junto a la relación de lugares visitados, Benlliure incluyó un comentario que ha resultado clave a la hora de identificar el fresco desaparecido: «Ayudé a pintar un fresco a Sorolla en la pared del castillo y quedaron los Sres. de Lluria muy contentos y amigos míos».

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