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Entrevista

Fernando Cayo: "La marca España es ahora ‘La casa de papel’"

Sigue de gira con Antígona, obra con la que llega mañana al Festival de Teatro Clásico de Alicante, mientras se ha colado en las pantallas de todo el mundo con la serie La casa de papel como el coronel Tamayo, «la representación del chulo español de toda la vida».

Fernando Cayo.

-Hubo que echarle valor para montar Antígona en 2020 con la que estaba cayendo y además crear su espectáculo propio, Por todos los dioses, al mismo tiempo casi que rodaba Fortaleza, de Chiqui Carabante, y la última temporada de La casa de papel.

-Sí, pero bueno. En mi caso es algo tremendamente vocacional, todo lo que hago es por crecimiento personal, que al final es también un oficio. Para mí, fue un placer estrenar Antígona, el primer espectáculo que se hacía en España tras la cuarentena y en presencia de los reyes. Con una crítica al poder tan bestia y tan contemporánea. De hecho, cuando llegaron los reyes hubo un rifirrafe. Se generó en el Festival de Mérida lo mismo que en la obra, un debate abierto dirigido a los espectadores sobre la democracia y la responsabilidad política.

-¿Qué aporta esta Antígona de David Gaitán?

-Es muy contemporánea y también muy divertida, movida, cañera, con rap incluido. Mi personaje, Creonte, es polimórfico, un showman, una especie de juglar contemporáneo. Todo eso unido a que en cada sitio al que vamos escogemos a un grupo de figurantes locales.

-Peribáñez, La vida es sueño, Antígona… ¿Qué tienen los clásicos que sus temas siempre son actuales?

-No es que cometamos los mismos errores, es que somos los mismos. Han pasado dos o tres mil años desde que los griegos escribieron sus obras, eso no es tanto. Tendremos que esperar muchos años más para que las cosas sean distintas. Lo que sí creo es que hubo un momento en Grecia en el que una serie de autores, como Sófocles o Eurípides, dieron con algunas claves muy importantes que tienen que ver con el amor, los celos, el poder, la ambición... cosas fundamentales que forman parte de algo intrínsecamente humano.

-En el caso de esta tragedia de Sófocles, se habla de la importancia de enterrar a los muertos, de la lucha por el poder, de la discriminación y, en palabas de David Gaitán, de la popularidad como disfraz para discursos de odio... Todo me suena.

-Claro, es que en realidad esta versión es un ejercicio de contemporaneidad que ha hecho David. Tiene más de David que de Sófocles. Es una nueva reescritura con lenguaje contemporáneo que ha hecho un dramaturgo mexicano que es un genio. Muchos jóvenes dicen que así han entendido un clásico. Lo que ha hecho es un acto de comunión entre los espectadores y la gente que está en el escenario. Tiene algo de asamblea política muy divertida.

-¿Es el momento de aumentar aforos y de vislumbrar la normalidad?

-Pues sí, debería. Sobre todo cuando vas en un avión abarrotado mientras en teatro había sitios con un 30 o 40 por ciento de aforo. Es hora de que el teatro recupere el cien por cien.

-Donde han tenido un aforo sin límite es en La casa de papel, que es la serie más vista en el mundo. Su coronel Tamayo es un malo muy bueno…

-Ha sido brutal. El personaje ha ido creciendo y en la última tanda de episodios en diciembre aún crecerá más y más. Lo he vivido como un privilegio por trabajar con el equipo de Álex Pina que ha puesto el audiovisual español en lo más alto, aunque ya lleva unos años arriba del todo porque lo que teníamos que demostrar ya lo hemos demostrado. Hay que pensar que los autores del guion de la serie son los únicos guionistas españoles que han conseguido un Emmy. Lo que ha hecho la serie es cambiar el paradigma de la televisión. La marca España está definida ahora por La casa de papel más que por otras cosas, más que por el deporte quizá.

-¿Ya no es por el rey emérito?

-No, eso no. Esa es la visión de la España un poco mafiosa.

-Ese toque de humor irónico del coronel Tamayo es la chispa del lado de los "malos".

-La verdad es que el otro día hablaba con Javier Gómez Santander, coordinador de guionistas, de cómo realmente este personaje es una forma de Miles Gloriosus, el soldado fanfarrón de las comedias grecolatinas, pero que tiene muchos fallos, es torpe. Y Tamayo es eso. Es la representación del chulo español de toda la vida, pero que en la serie adquiere una dimensión estratosférica.

-¿Cree que la figura del antihéroe es el secreto de la serie y por eso la gente siente tanta empatía?

-Hay varios ingredientes que están la serie que son muy importantes. El amor, que está muy presente y es fundamental en la serie; la aventura, la acción trepidante y bestial, y el ingrediente social, que lo tiene y mucho. Son un grupo de desarrapados, de inadaptados, los excluidos. Y la gente necesita rebelarse contra este sistema capitalista draconiano. Eso es lo que expresa la serie y a la gente le toca, incluso de distinta ideología.

-Se incorporó en la cuarta temporada. ¿Había visto las anteriores?

-Hombre claro. Las había visto y las había seguido con atención y con cariño. Y las había estudiado. Hice un casting para estar ahí. Aquí nadie te regala nada. Ya había trabajado con Alex Pina en Los hombres de Paco, pero había que pasar el casting de Netflix España y luego Netflix EE UU y si daban el visto bueno pues ya se hacía.

-No me va a decir quién más muere...

-No. Otra clave importante de la serie es la sorpresa. Puedes esperar cualquier cosa.

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