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Verónica Molina Escritora / autora de ‘Un segundo antes de la furia’

«El libro tiene sexo, pero no está escrito en modo novela erótica»

Verónica Molina (Madrid, 1982). | |

Acaba de presentar una novela que destila algo más que sexo, una historia con buena dosis de violencia con la que Verónica Molina (Madrid, 1982) agita los recuerdos de una niña, ahora mujer, que ha sufrido abusos. Un segundo antes de la furia despierta en el interior de Martina un incontrolado deseo de venganza.

Basta con echar un rápido vistazo a la portada para intuir que lo que se nos viene encima es un proyecto literario de «dos rombos»: hay tres verbos que son toda una declaración de intenciones. Vamos, que va al grano...

¿Se refiere a folla, huye y véngate? (Silencio...)

A esos mismos.

En este libro hay mucho sexo, pero no está escrito en modo novela erótica. Para conectar con el pasado de la niña (Martina) el lector tiene que caminar a su lado y beber el mismo veneno.

¿Pero en el dossier de prensa se postula como un thriller erótico?

Hay mucho sexo llevado al límite, pero no tengo claro por qué acabó siendo un thriller erótico. Quiero pensar que en el mundo que nos ha tocado vivir todo funciona con etiquetas. Ese folla engloba todo el sexo mal entendido o mal aplicado que hace daño, pero también existe un sexo maravilloso del que aún nos cuesta hablar en público.

¿«Huye»?

Cuando has pasado por un trauma infantil o alguien agrede deliberadamente tus derechos lo primero que te sale es huir. Lo único que quieres es tirar hacia delante con el dolor que llevas dentro sin pararte un momento a cuidar de ti o a pensar en ti. La huida es el resorte que tienen las víctimas y solo cuando llega el instante de la venganza sale el monstruo que hay dentro de ti... No basta con olvidar porque al final todo acaba volviendo.

¿Y la venganza?

Ese es un término controvertido porque no es una venganza planificada en contra de las personas que te han hecho sufrir, sino una vendetta interior porque ella no quiere ver cosas que al final desfilarán por delante de sus ojos... Digamos que es el medio que tiene la protagonista para salir del problemón en el que se ha metido. Y no le voy a contar mucho más porque me cargo la historia (sonríe).

¿Le asusta la crítica?

No, al revés. Necesito saber si he conseguido lo que pretendía... Las de los amigos nunca van a ser malas, por eso me interesan más las de mis «enemigos».

¿Y qué le cuentan los lectores que han empezado a leer Un segundo antes de la furia?

Que el propósito con el que escribí esta novela se entiende, se reconoce y se consigue. Es una historia brutal, algo así como una atrocidad de la vida, y tenía miedo de no llegar adonde yo quería.

Algo de tabú sí que hay alrededor de este asunto, ¿no?

Un segundo antes de la furia no es un libro de autoayuda, pero eso no significa que tenga que renunciar a que la gente que ha sufrido este tipo de abusos se sienta identificada con la trama que les estoy contando. Eso sí, seguro que la novela crea ampollas y críticas...

¿Ese es uno de sus objetivos?

No es el principal. Que hablen de lo que has escrito está bien, pero yo coloco por delante el hecho de escribir una buena historia.

En su ficha de autora se describe como «rebelde y optimista». ¿Eso es otra licencia más para hacer lo que le da la gana?

Con todo lo que ha pasado la víctima de esta historia me podía estar revolcando en un charco de dolor de la primera a la última página, pero he optado por construir un relato vitalista y divertido. Dicen que es adictiva, aunque la respuesta se la dejo a los lectores. La rebeldía forma parte del carácter que has ido moldeando a lo largo de la vida, aunque también puede estar condicionado por situaciones inesperadas. Es una rebeldía en clave optimista en la que está prohibido autodestruirse.

¿Son días para ser más rebelde que optimista?

Son días para definirnos sin tener que recurrir a un manual de vida, jornadas en las que no viene nada mal actuar en base a lo que sentimos. El manual del buen trabajador o el de la buena esposa no sirven de nada cuando un conflicto te pone contra la espada y la pared. Hoy preferimos regalar nuestras vidas a un grupo y renunciar a ser algo más individualistas. Ahora no nos dedicamos a definirnos sino a pertenecer a una comunidad que nos etiqueta y clasifica.

¿Qué hace una profesional del marketing en un escenario como este?

Intentar hacer una de las cosas que más me apasiona: escribir. Yo me dedico a comunicar y, sinceramente, no crea que haya muchas diferencias entre el mundo de la publicidad y la literatura. Al final estamos hablando de un proceso que consiste en comunicar. No le falta razón cuando advierte que las claves son distintas, pero el objetivo final es el mismo: trasladar a los demás una historia. Un segundo antes de la furia es un mensaje en formato de novela que rondaba mi cabeza desde hace años. Solo era necesario encontrar la claridad y, sobre todo, el tiempo para transformarlo en una aventura literaria.

¿Una historia violenta?

La violencia es algo que se anuda a nuestra vida en casa, en el trabajo, en el colegio... Es un fenómeno que algunos lo quieren convertir en una especie de modita pasajera, pero forma parte del ADN de los seres humanos. Esos abusos se dan día tras día en la familia, entre amigos, en la vida en pareja... Todo el mundo ha tenido algún capítulo de su vida en el que ha sentido abusos o falta de respeto. Gracias a dios no todo el mundo ha tenido que pasar por una situación tan horrorosa como la de este libro, pero sí que hay más casos de los que se cuentan.

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