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Emotivo tributo a The Velvet

El disco colectivo ‘I’ll be your mirror’ rinde homenaje al legendario ‘banana album’ de la mano de Iggy Pop, Michael Stipe o Thurston Moore

The Velvet Underground en una foto promocional

The Velvet Underground, esa banda que en su tiempo no se comió una rosca y que décadas después fue aupada, con justicia, como símbolo de la quintaesencia del rock y la vanguardia, vuelve a dar señales de su larga vigencia. Al documental de Todd Heynes, a estrenar el mes que viene, se suma un álbum de homenaje que puntúa por encima de lo habitual en esta clase de operaciones y que reúne a una selecta nómina de talentos, según los designios de su impulsor, Hal Willner, maestro de los tribute albums que el covid-19 se llevó hace 17 meses.

Su título, I’ll be your mirror. A tribute to The Velvet Underground & Nico, circunscribe la misión: estamos ante una ofrenda, canción a canción, al primer álbum del grupo, de 1967, pieza de música en la que conviven la mágica quietud y la disonancia, el desfile de espectros y el presentimiento de un peligro borroso. El banana album, con su portada pop art de Andy Warhol, puede intimidar a cualquiera que pretenda darle la réplica, pero este homenaje funciona como, en efecto, un espejo en el que su imagen se solapa con las de artistas que tienen algo que aportar.

La convocatoria es lustrosa, y ahí está Michael Stipe, casi desaparecido desde el final de REM, hace ya 10 años, abriendo el disco con un resplandeciente Sunday morning sustentado por la micro-electrónica y lejanos coros femeninos. Una elección significativa, porque REM fue una de las bandas que, con sus versiones y su fondo, contribuyó al auge del culto velvet en la generación de los 80. También ahí estuvo Sonic Youth, cuyo guitarrista Thurston Moore se adentra en el tendido eléctrico de Heroin junto a un Bobby Gillespie (Primal Scream) que saborea la palabra maldita con perversión. El decano del equipo es Iggy Pop, voceando a placer en la desmadrada European son con la asistencia de Matt Sweeney. Pero el álbum viene a demostrar que la sombra de V. U. alcanza también a generaciones posteriores de músicos, y ahí se deja oír con gusto Sharon van Etten en la fantasmal Femme fatale, doblada a lo lejos por Angel Olsen y envueltas ambas en cuerdas bellas y pulcras. St. Vincent opta por una solución extrema pero brillante, desproveer a All tomorrow’s parties de su línea melódica y desviarla hacia un spoken word de timbre robótico deshumanizado con puntos de fuga jazzie y luz sobrenatural, precisados por Thomas Bartlett (Doveman).

También Courtney Barnett maneja a su antojo I’ll be your mirror, y su familiaridad es irresistible. En el lado más canónico, Matt Berninger (The National), aparatoso en su Waiting for my man, o Kurt Vile con un desbocado Run, run, run. Todos ellos se deleitan haciendo de espejos con vida propia de una banda que sigue transmitiendo fascinación e intriga cincuenta y tantos años después de su extinción.

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