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James Bond

James Bond Stockdale en 1965. | | LA PROVINCIA/DLP

El contralmirante James Bond Stockdale, nacido en 1923, en Illinois, EEUU, y fallecido el 5 de julio de 2005, fue un aviador del ejército de marina, que estuvo en la guerra de Vietnam, desempeñando su trabajo en dos portaaviones. Llegó a ser el oficial de mayor rango prisionero en Hanoi. En el incidente de la falsa bandera del Golfo de Tonkín, en 1964, dirigió ataques desde el portaaviones USS Ticonderoga, y luego, en 1965, desde el portaaviones USS Oriskany, siendo derribado su avión el 9 de setiembre de 1965. El 5 de junio de 1946 se había graduado en la Academia Naval, y sirvió en varios destinos hasta 1959, año en el que pasó a la Universidad de Stanford a estudiar un Master de Relaciones Internacionales y Pensamiento Marxista Comparado, que finalizó en 1962.

James Bond testificó que no había nada en Tonkín el 4 de agosto de 1964, sino “agua negra y potencia de fuego norteamericana”, a pesar de lo cual, al día siguiente el presidente Johnson ordenó bombardear a los militares norvietnamitas y potenciar la guerra. Bond obedeció y tuvo que eyectarse desde su avión Douglas A-4 Skyhawk, pues le habían alcanzado, y cayó en paracaídas en un pueblo donde le golpearon y apresaron. Estuvo casi ocho años prisionero, y organizó como pudo la resistencia entre los cautivos. Fue torturado repetidamente, y le negaron cuidados médicos para una herida grave en la pierna. En 1969, fue encerrado con grilletes en un pequeño baño, golpeado y torturado varios meses. Se le dijo que lo iban a exhibir públicamente, pero James Bond se desfiguró cortándose el cuero cabelludo y sangrando abundantemente, para dar la impresión pública de que estaba torturado y convertirse en inútil para la propaganda del Vietcong. Le colocaron un sombrero para disimular, pero entonces se auto-golpeó la cara con un taburete hasta quedar desfigurado.

James C. Collins entrevistó a James Bond sobre sus estrategias de supervivencia en Vietnam, y a la pregunta de qué prisioneros no lograron escapar del cautiverio, respondió con la denominada hoy Paradoja de Stockdale: “Los optimistas. Eran los que decían: Vamos a salir para Navidad. Y la Navidad llegaba, y la Navidad se iba. Luego decían: Vamos a estar fuera para la Pascua. Y la Pascua vendría, y la Pascua se iría. Y luego el Día de Acción de Gracias, y luego sería la Navidad de nuevo. Y morían con el corazón roto. Esta es una lección muy importante. Nunca debes confundir la fe en que prevalecerás al final, que nunca puedes permitirte perder, con la disciplina para enfrentarte a los hechos más brutales de tu realidad” (James Collins, Empresas que sobresalen). La paradoja indica que un exceso de optimismo introduce una montaña rusa con subidas esperanzadas y bajadas desesperanzadas, que terminan rompiendo el equilibrio emocional. Sin embargo, el esfuerzo había que sostenerlo, porque sin él no saldría de allí. Puro estoicismo.

James Bond fue liberado el 12 de febrero de 1973. Se hizo miembro, en 1981, de la Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, e impartió numerosas conferencias, interesado sobre todo en el estoicismo y en Epicteto, cuyo manual Enchiridion, decía James Bond, le ayudó a resistir su cautiverio y torturas. James Bond fue segundo en la candidatura de Ross Perot, en 1992, y fracasó en su debate presidencial, contra Al Gore y Dan Quayle, cuando comenzó su discurso con la frase filosófica “¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí?”. El equilibrio estoico que le proporcionó a James Bond su propia Paradoja de Stockdale, así como el disponer de ese heroísmo como experiencia, no es transmisible por televisión a los votantes en medio de la fiesta política, un fluido consumido por el rebaño de forma epicúrea.

James Bond juan ezequiel morales

James Bond revivió la filosofía del esclavo Epicteto, privado de libertad durante 40 años, quien escribía: “Si un plato pasa cerca de ti, pero aún no te ha sido ofrecido, no muestres tu deseo y espera a que llegue. Cuando llegue a ti, extiende la mano y sírvete moderadamente. Actúa de igual manera con tus amigos, riquezas y familiares”. Los momentos en la historia en los que el estoicismo, ese equilibrio virtuoso, se hho viral, fue primero con el ateniense Zenón, en el siglo.III a.C., utilizando la razón, dominando y controlando en las pasiones y cultivando la virtud, a la que denominan el único bien que tiene el humano. Un siglo después, habían proseguido con el estoicismo Crisipo, Diógenes y algunos otros, a la vez que el mundo comercial heleno-romano se expandía por el Mediterráneo. Los mandatarios romanos ensalzaban la simplicidad y la mesura, y pretendían alejarse de los lujos y la sofisticación, y es el estoicismo romano el que populariza esta filosofía. Nos situamos ya, con Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, en los siglos I y II de la era cristiana. Muere Marco Aurelio, decae el estoicismo, y entra con fuerza el cristianismo, hasta que, en 529, Justiniano cierra el Liceo aristotélico y la Academia platónica. Sobreviene la oscura Edad Media. Es ahora que, de nuevo, se valora el estoicismo como filosofía práctica. De hecho, se ha convertido en una filosofía “snob”, de comerciantes y ricos, como en la antigüedad.

Las Meditaciones de Marco Aurelio se han hecho famosas en 2020, el año del confinamiento, entre Jack Dorsey, fundador de Twitter, que se despierta a las 5 de la mañana y se da baños de hielo, o Jeff Bezos, fundador de Amazon, o el superinversor Warren Buffet, que se declaran estoicos. El resumen de esta moda de la Stoa puede ser: lo tengo todo, he de ser virtuoso para equilibrar la percepción de culpa que imponen los que no tienen nada. O a la contra, en términos de James Bond, enfrentado a tener nada y estar a punto de perder todo: tengo nada, pero puedo tener algo, utilizando el comportamiento estoico, he de ser virtuoso para que, percibido así por mis patriotas, pueda merecer volver a tenerlo todo. Los estoicos corren tras un espejismo: la virtud.

Marco Aurelio decía sospechosamente: “Todo está sujeto a las leyes del Destino, porque el Universo actúa de acuerdo con su propia naturaleza y la naturaleza de la materia pasiva que gobierna. Las almas de los seres humanos y los animales son emanaciones de este Fuego primordial y, asimismo, están sujetas al Destino: Considera constantemente el universo como un ser vivo, que tiene una sustancia y un alma; y observa cómo todas las cosas tienen referencia a una percepción, la percepción de este ser vivo; y cómo todas las cosas actúan con un solo movimiento; y cómo todas las cosas son las causas cooperantes de todas las cosas que existen” (Marco Aurelio, Meditaciones, IV, 40). Tengamos en cuenta que Destino y Virtud son conceptos incompatibles. Se les percibe compatibles por ese espejismo del que no nos cansamos de hablar. La ética no existe, es un espejismo. Existe el Destino. Somos seres destinados al espejismo.

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