Manuel Vilas es, sin duda, una de las firmas más prestigiosas del país. El escritor aragonés presentó en la Feria del Libro su última novela ‘Los besos’ donde aborda una historia romántica ocurrida en plena pandemia. El autor de ‘Ordesa’, sin embargo, entra de lleno es aspectos no tan amables como la pérdida de la pasión entre las parejas que, como afirma, es la causa tras la que se esconde la mayoría de las separaciones. 

¿Cómo definiría su última novela Los besos?

Como una historia de amor de dos personas ya mayores. Él tiene 60 años y ella 47 y se conocen en un pueblo de la sierra de Madrid mientras están confinados. Él está en una cabaña de la sierra de Madrid porque es un prejubilado, y tiene que ir a una tienda de alimentación del pueblo de al lado y la tendera es de la que se enamora a primera vista. Y ella enseguida empieza a sentir algo por él. Los dos están solos y vienen de una experiencia. Ella viene de un matrimonio fallido y él es una persona que nunca ha tenido una relación larga. Y empiezan a comunicarse por wasap.

¿Y por qué ha elegido como protagonistas a dos personajes de estas características?

Muchas personas, en la edad madura, su manera de seguir sintiendo con intensidad la vida, es a través del amor. Y eso es lo que vine a reflejar en la Feria. Los dos se encuentran en un momento en el que ven que el amor es una salida. Es una forma de seguir sintiendo ilusión por la vida. Por tanto, necesitan enamorarse los dos, lo intenta. Esta es una novela de amor escrita en la pandemia.

«Mi novela ‘Ordesa’ me cambió la vida y ha conmovido a miles de lectores en todo el mundo»

Muchos psicólogos concluye que el amor es la única salida a los problemas internos.

Sí, es la única salida. La única capaz de dar a la existencia del ser humano un sentido. Esto ya lo sabíamos antes de la pandemia, pero tenía la necesidad de recordarlo. Pero es el amor con toda la profundidad y carga existencial. Y en el amor hay mucha angustia y desazón. La gente ha sufrido mucho por amor, y se seguirá sufriendo mucho. Yo introduzco en mi novela la dificultad de integrar el sexo en el amor. Esto es una cosa que les pasa a muchísimas parejas, que comienzan con una gran pasión erótica, carnal y corporal, con mucho sexo, y de repente van viendo cómo ese sexo va desapareciendo, y aparece otra cosa sustituyéndolo que es la complicidad, la amistad, la lealtad, la ternura, el territorio de la convivencia, de las relaciones amorosas más clásica. Pero cuando hay una pérdida importante de esa pasión amorosa mucha gente no puede soportarlo y se divorcian y se rompen esas parejas porque es difícil esa integración entre el sexo y el amor. Lo que pasa es que no se puede vivir sin sexo, y esto es lo que se dice. Todas las parejas que viven sin sexo tienen una vida que yo creo que no es ilusionante.

Puede que esa opinión no la comparta alguna gente.

Cada ser humano decide libremente lo que mejor se adapta a su manera de estar en el mundo. Pero yo creo que, desde el punto de vista biológico, el ser humano tiene una naturaleza sexual importante. Dar salida a esa necesidad sexual para que vaya acompañada de una relación adulta, serena, con amistad y ternura, es el desafío. Y un ser humano que resuelve la integración del sexo con el amor yo creo que tiene resuelto el 95 % de su existencia.

«Si Flaubert viviera hoy y le dieran el premio Planeta por ‘Madame Bovary’ dirían que es un mal libro»

Y la falta de pasión puede estar detrás de los divorcios.

Cierto. y no se reconoce porque resultar incómodo. La gente dice «nos separamos porque ya no pensamos lo mismo, ya no nos entendemos», pero en realidad toda pareja que se separa lo hace porque el sexo ha dejado de funcionar, pero no se dice porque incomoda socialmente. Pero no hace falta ser sociólogo para darse cuenta que todas rompen porque el sexo ha desaparecido. Hay gente que no lo considera tan grave y pueden seguir teniendo una relación matrimonial sin sexo o con un sexo rutinario, aunque esto sea un oxímoron. También es verdad que el matrimonio es una zona de confort donde mucha gente no quiere salir de ella aunque haya perdido la pasión sexual porque, desde el punto de vista económico, es una pequeña empresa que funciona bien ya que son dos nóminas frente a la ferocidad económica del mundo, dos personas contra todos los avatares y es mejor estar acompañado que solos. Por eso hay muchas decisiones que hace que la gente siga casada en matrimonios que no tienen sexo.

«La difícil integración entre sexo y amor es un tema central en mi novela» Alberto García Saleh

¿Y aparecen también esos matrimonio artificiales?

El tema se trata, pero al final la conclusión es que una vida plena tiene que tener una dimensión sexual. Y el 99 % de los psicólogos me van a decir que sí. Y entendiendo el sexo no como algo banal, sino como una comunicación íntegra entre dos personas. El sexo en mi novela es muy elegante. Es una novela muy romántica. No es un sexo crudo y genital, sino muy espiritual, pero no por eso deja de ser una dimensión importante del ser humano.

Se dice que la pasión en las parejas duran como máximo tres años.

Y a veces dos o a veces cuatro., pero no más. Luego, muchos matrimonios aceptan la infidelidad y tienen una doble vida y van tirando. Yo lo trato todo esto en Los besos porque es un tema que a la gente le va por la cabeza.

¿Qué supone esta novela en el global de su trayectoria?

Es una novela quizás diferente a las anteriores porque en aquellas había tratado más el universo de la familia, concretamente las relaciones entre padres e hijos. Aquí es más de amor romántico, aunque sigue siendo el tema del amor que me inspira como escritor.

«La gestión pública del virus ha sido delirante en este país, todo lo contrario a la actitud de la gente»

Que es, en definitiva, lo que todos intentan conseguir.

En mi novela anterior, Ordesa, yo dije que el éxito de la vida es que te espere alguien en alguna parte. El misterio de la vida es el misterio del amor. Y sin amar la vida pierde fuerza y consistencia, nos sentimos vacíos. La pandemia prohibió los besos y los abrazos y nos dejó emocionalmente destrozados. Y la novela se titula Los besos, precisamente como reivindicación de aquello que estaba prohibido que era besarse.

¿Cree que tantas restricciones nos han dejado tocado?

Primero había que salvar el cuerpo, que era lo más urgente, ya que era un virus que se colaba en nuestro cuerpo y nos mataba, y esto con la vacunación se ha podido superado, pero ahora empezamos a ver las secuelas psicológicas en la salud mental, que es importantísimo porque somos gente que tiene un cerebro pensante. Ahora me están contando casos de adolescente con problemas de irascibilidad tras estar encerrados un año. Y, luego, está la gestión de la pandemia que, en España, fue absolutamente delirante, una de las peores del mundo mundial. Lo que pasa es que, gracias a la responsabilidad de la gente, que se ha vacunado, no ha sido tan grave. En España la gente normal siempre da un ejemplo extraordinario. Somos el país que más gente se ha querido vacunar, pero las primeras estrategias políticas fueron nefastas. No teníamos mascarillas, la sanidad desbordada, muchos sanitarios sin trajes de protección. Fue un problema de gestión pública, al margen de quién estuviera gobernando, que no fue nada satisfactoria.

¿Usted también tiene el peor de los concepto sobre la mayoría de los políticos?

Pues sí, y si funciona este país es porque la gente madruga y es trabajadora, pero tenemos mucha mediocridad en la política. Pero también la Unión Europea se ha desacreditado mucho. Quizás el único que ha tenido políticos más responsables ha sido Alemania que gestionó el coronavirus de una manera ejemplar. A pesar de todo, cada cierto tiempo aparece un político de reza que entiende la política como servicio público. El país progresa con políticos que entiendan la política como un sacrificio, un dar a los demás. Un político de verdad es el que se enamora de la gente y dedica su tiempo a que le gente le vaya bien.

Uno de sus libros más experimentales fue Lou Reed era español. Y el título ya era toda una declaración de intenciones.

Lo puse porque donde Lou Reed más éxito tuvo fue en los países mediterráneos como Francia, Italia y España. Un poco como Woody Allen, que también es judía, y se le quiere más en Europa.

«Los dos personajes ven que el amor es la única salida para seguir adelante en plena pandemia»

Fue finalista del Planeta con Alegría. ¿Qué le parece que el premio no sea bien visto por algunos aficionados?

Pasa porque el Planeta es un premio muy popular, y siempre hay una discusión entre lo comercial y lo literario. Pero si Flaubert se levantar de la tumba, escribiera Madame Bovary y le dieran el planeta también le diría que era su peor novela. Es más bien un concepto sociológico que una valoración objetivo. Pero Alegría se ha publicado en Italia y Francia. Y en Francia está de finalista de uno de los premios de literatura europea más prestigiosos que se falla en noviembre. Y eso es porque allí se tradujo sin el contexto sociológico del Planeta. Se leyó sin ese handicap que desfiguraba su contexto. Eso no operaba en la literatura francesa y allí vieron que era una buena novela.

¿Y cuál de sus obras le satisface más especialmente?

Un escritor siempre dice la última obra porque es como el padre que acaba de tener un hijo. Pero hay un título como Ordesa, que me cambió la vida. Está editado en 20 países, se vendió más de 100 mil ejemplares en España, fue premio a la mejor novela extranjera en Francia, un premio que han ganado premios Nobel, y que ha conmovido a miles de lectores.