La Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria ha cerrado sus puertas convertida en toda una fiesta por la lectura gracias a las ganas del público por volver a disfrutar de citas culturales como la ofrecida en el Parque de Santa Catalina y el Museo Elder, así como por aprovechar el aliciente de encontrarse con sus escritores favoritos, obtener una firma y llevarse a casa libros con los que aprender y volar.

“Han sido como seis días de fiesta, en vez de una feria ha parecido un festival”, asegura José Gilberto Moreno, director del Museo Elder, sede de dos de los espacios de presentaciones, el de Literatura General y el de Juvenil, donde pudo comprobar el trasiego día tras día, y también en el Parque de Santa Catalina, que acogió las presentaciones infantiles, las de literatura canaria y todas las carpas de librerías, editoriales e instituciones en un amplio sector perimetrado que atrajo público que se acercó “exclusivamente para disfrutar de la Feria del Libro”.

Los escritores manifestaron su satisfacción por volver a encontrarse con su público

La nueva normalidad “ya ha pasado y ha llegado la normalidad adaptada, digámoslo así, la gente ya ha percibido el concepto de cultura segura y consumir cultura ya no es un lujo, es una necesidad. La libertad, la información, la creatividad viene a través de la cultura y de eventos como este, y la participación lo dice todo, la gente quiere una oferta cultural digna, con calidad, con nobleza y segura, y aquí está el ejemplo”, ya que la respuesta ha sido “brutal”. Y como ejemplo citó que en la última jornada pasó una hora para poder entrar en el aparcamiento. Y no ha sido la única cola, también las ha habido para obtener una firma y para comprar, por lo que los libreros se mostraron muy satisfechos.

La Feria del Libro, justamente en este momento, marca un “antes y un después” porque pone de relieve que “con una serie de medidas que ya conocemos podemos desarrollar cualquier tipo de actividad”, agregó Moreno, quien asegura que es la que mayor acogida ha obtenido de las que ha presenciado y quien considera que toda las artes van a generar una llamada en masa porque “alimenta de verdad, nutre a la sociedad”, así que esta cita ha sido “magnífica y sobresaliente, y bienvenido sea”, concluyó.

Tanto es así, que los ejemplares de La Rosa de Hércules de Tomás Morales se agotaron en la carpa del Cabildo de Gran Canaria, cuyo responsable, Víctor Rodríguez, asegura que hubo momentos en los que no le daba tiempo de “apuntar las ventas” e incluso pudo entregar, con mucha satisfacción, una colección completa de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, un autor muy demandado durante la cita literaria.

“Ha sido impresionante el flujo” de público, que mostró interés por el sinfín de obras que exponía la Institución insular como ‘La isla de los canarios’, del que vendió varias decenas, los relacionados con la Flora de Gran Canaria, cuentos tradicionales, los de Alonso Quesada y muchos más.

Lo mismo sucedió en la carpa del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donde no paró el trasiego y las ventas a pesar de tener un catálogo más limitado y específico relacionado con encuentros capitalinos como el Festival de Cine, además de obras respaldadas por el consistorio, explicó Jehosua Arroyo, quien también subrayó que despertaron gran interés las obras relacionadas con la historia de la ciudad.

El espacio de Casa África tampoco se quedó atrás, una carpa compartida con las publicaciones de la editorial Malas Compañías, explicó la escritora Ana Cristina Herreros, quien asegura que estos días han sido “a tope, con muchísima gente” interesada tanto en las publicaciones del ente estatal como en los libros de esta editorial llegada desde Madrid, cada uno ligado a un proyecto con África.

Con El dragón que se comió el sol alfabetizan a mujeres de Senegal, con Los cuentos del conejo tienen un proyecto textil que se llama Coser la esperanza con mujeres albinas de Mozambique, Los cuentos del erizo es por su parte un libro ilustrado por mujeres saharauis con henna, El libro de la selva de los pigmeo baka lo hicieron en Camerún con los pigmeos de la selva situada entre Congo y Gabón, con los que también tienen un proyecto educativo.

Diego Pun es una editorial canaria cuya responsable en la carpa, Estíbaliz de la Cruz, se mostró igualmente satisfecha porque la Feria le ha permitido dar a conocer los libros de este sello eminentemente infantil y juvenil, y también vender muchos ejemplares, ya sean los que recogen las leyendas orales de brujas, piratas, casonas antiguas o barrancos, o Voces de malpaís basado en leyendas aborígenes con las mujeres como protagonistas.

“Tenemos un verdadero compromiso con la educación y el público mostró su sorpresa por la calidad” de las publicaciones, incluidos el proyecto para acercar los clásicos a los menores, como El Quijote y Lazarillo, y el que lanzan esta misma semana, Campanarios y primaveras, para acercar los poetas canarios del siglo XX a las aulas en formato libro-álbum, pues apuestan por las imágenes como herramienta para animar a leer, aunque no descarta que seduzca a adultos también.

Su objetivo ha sido reforzar el conocimiento de la editorial para que el público se mantenga informado por sus redes y la web para que puedan hacer sus encargos en las librerías, que son el vehículo para llegar a los lectores.

Los autores

Y no solo las librerías y editoriales celebraron el ambiente, también los escritores estaban deseando encontrarse con su público y se mostraron encantados con la acogida, desde Julio Llamazares a María Oruña, Christian Gálvez, Elisa Levi, Andrés Caparrós, Manuel Vilas, todos los venidos de fuera se mostraron encantados con estar en la isla, en la Feria, con el clima y con la alegría de su público.

También los creadores isleños, que no dieron tregua a la carpa de Sesión Continua del Gobierno canario, que mantuvo el ambiente alto todos los días con sus presentaciones cada media hora, así como los del ciclo Arcoiris, Letras a Quemarropas y Letras Negras.

Por todo ello, el vicepresidente de la Asociación de Libreros de Las Palmas, Antonio Rivero, mostró su satisfacción, pues el volumen de público y de ventas, con colas para pagar, se ha situados a niveles previos a la pandemia, o incluso más, opinó Sandra Blanco, de la Librería Vecindario, porque el público los ha acogido “con las manos abiertas”.

La Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria del pasado año fue atípica, de las pocas que lograron celebrarse en España, y el único acto privado que autorizó la Consejería de Sanidad, así que no solo ha superado las expectativas con respecto a esa edición que tuvo mayores restricciones, sino con respecto a las previas a la pandemia, por eso Sandra Blanco aseguró que su librería “seguirá viniendo”, así como Onirion, una editorial que se estrenó este año compuesta por varios autores juveniles que se intercambian personajes del mismo universo fantástico.

“Estaba dudosa, pero estoy súper contenta porque de hecho muchos productos hasta se han agotado, nos preguntan mucho, se ha interesado y hemos vendido mucho”, exclamó Melani Garzón.

Por todo ello, la organización ya piensa en la próxima edición, en anotar todas las sugerencias, plantear nuevas mejoras y agradece la unión institucional que ha logrado que esta 33 edición prospere, desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria, quienes redoblaron su respaldo económico, al Gobierno de Canarias, que colaboró desde la Consejería de Turismo, Industria y Comercio, al que además pertenece el Museo Elder, y el Instituto Canario de Desarrollo Cultural. También contó esta edición, un año más, con el respaldo de Casa África, así como con las firmas privadas de Nissan, la Cadena Cope y AC Hoteles, que también respaldaron así la celebración de la cultura.