Cada vez que India Martínez canta, un silencio se impone a su alrededor. Es algo casi automático. Y no necesita demasiadas palabras para ello. Entona con precisión, por supuesto. Pero hay algo más: tiene una enorme sensibilidad para agasajar los oídos y, en especial, para templar el alma. Lo hace aquí, en primera persona, pero igualmente detrás de cada una de las canciones a las que ha dado calor. Con '90 minutos', 'Los gatos no ladran', 'Conmigo', 'Olvidé respirar' o 'Corazón hambriento' pasa precisamente esto: ella abre la boca, saca su garra a flote y, de repente, no hay suspiro que aguante en las entrañas. Todos los sentidos se concentran en torno a su garganta. Y es, entonces, cuando el público se percata de que ella siempre ha estado ahí, relatándonos la vida, acompañando en la distancia y, en definitiva, aplacando ese estruendo que tanto nos rodea hoy.

Lo lleva haciendo desde 2004, cuando su arte la impulsó a un estudio de grabación. Con 'Azulejos de lunares' no sólo conquistó a la crítica, sino también a aquellos que, desde ese momento, no hay podido quitarle ojo. O, mejor dicho, oreja. Su voz tiene la culpa, aunque no toda. Si por algo ha conseguido cuatro discos de oro ('Trece verdades', 'Otras verdades', 'Camino de la buena suerte' y 'Te cuento un secreto') y uno de platino ('Dual'), ha sido por su capacidad para atravesar el pecho. India es una de esas pocas artistas capaz de tocar la fibra con sólo una nota. Todo lo que transmite tiene un valor, un espíritu, una emoción. Y, claro, así resulta imposible no acallar al patio. Cuando ella interpreta, el mundo escucha. En cambio, cuando termina, lo transforma.

"Siempre he tenido claro que no sólo iba a cantar flamenco. De ahí que haya intentado ampliar mi rango"

-A usted, ¿de dónde le sale la voz?

-De muy adentro. Desde pequeña, he sido un poco tímida y reservada, hasta el punto de que me costaba hacer amigos y hablar sin vergüenza. La música me ha ayudado a ser una buena comunicadora: lo que no expresaba con palabras, lo convertía en canciones. Para que te hagas una idea, la primera vez que me enamoré, grabé una cinta de cassette como pude y se la dejé al chico que me gustaba en la puerta de su casa.

-¿Y qué es lo que podría rompérsela?

-El llanto profundo, el que viene del corazón. Eso es lo único que hace que no pueda seguir cantando, es otra vía para expresar los sentimientos.

-Cuando interpreta '90 minutos', 'Todo no es casualidad' o 'Los gatos no ladran', parece que va a partirse en dos.

-Es increíble que estos temas me sigan emocionando como el primer día. O incluso más. A ello, hay que sumarle los miles de seguidores que han venido a vivir ese encuentro conmigo. Son himnos porque ellos las han hecho suyas. Forman parte de su vida, no han perdido frescura.

-¿Ha tenido que sacrificar el flamenco para tener un mayor éxito comercial?

-No. Siempre he tenido claro que no sólo iba a cantar flamenco. De ahí que haya intentado ampliar mi rango: a este género le he ido sumando tintes árabes, latinos, poperos… esa mezcla soy yo. Cuando quiero tocar flamenco, lo toco. Cuando prefiero versionar algo, la versiono. Y así. Es verdad que, hasta los 17 años, fui cantaora. Pero jamás he tenido que privarme de nada porque mi esencia sigue siendo la misma.

-Si mañana pudiésemos cambiar el himno de España, ¿cuál sería su apuesta?

-Cualquier canción de 'La leyenda del tiempo', de Camarón, sería una buena opción.

"Más orgullosa de mi patria no me puedo sentir. Por donde quiera que voy, se me escapa"

-¿Qué le transmite su país?

-Más orgullosa de mi patria no me puedo sentir. Por donde quiera que voy, se me escapa. Me sale por los poros. Me siento muy orgullosa de esa mezcla de cultura, historia y tradición que somos Este patrimonio es lo que nos hace tan ricos. Tenemos que cuidarlo y valorarlo, pero sobre todo mirar hacia delante.

-Complicado… en un momento como el que nos ha tocado vivir.

-Sí, se nos han juntado bastantes cosas: coronavirus, confrontación política, desigualdad, machismo… Lo peor es que haya gente que quiere aprovecharse de una situación como ésta. Por ello, es imprescindible formarse e informarse para que no nos engañen o nos influyan. Necesitamos seguir creciendo para que, en un futuro, lo que está aconteciendo no nos deje cicatrices. Hay que intentar pasar página, pero sin olvidar.

-De hecho, ese es uno de los ejercicios que ha realizado en su libro, 'Verdades a medias'. ¿Qué es lo que más le ha costado dejar salir?

-Realmente, no me ha supuesto un gran esfuerzo volver al pasado y hablar de la niña que fui con los ojos de hoy. Al contrario, me ha dado más fuerza. Además, escribir en prosa me ha liberado muchísimo. No obstante, algo que sí me ha dolido ha sido recordar a las personas que ya no están.

-Sus raíces están muy presentes tanto aquí como en su último disco, 'Palmeras'. ¿Qué piensa de quienes reniegan de sus orígenes cuando estos son humildes?

-Yo también he pasado por esa fase, por lo que puedo entender a quien todavía no ha dado el paso. Esto ocurre porque, en alguna ocasión, sientes que te cierran puertas o que te miran diferente… y la realidad es que nadie elige donde nace. Vives con ello, es parte de ti. Si te crías en un lugar con menos oportunidades, no te queda otra que luchar el doble y soñar el doble. ¿Por qué renegar? Da igual donde estemos, todos somos iguales.

-¿Qué diría a esas niñas que hoy crecen en una casa humilde y quieren volar muy alto?

-Que sueñen lo grande que quieran porque lo pueden conseguir. Ellas son su propio límite. Apostando y apuntando bien arriba, como mínimo llegarás a la mitad. A veces, incluso, sin esperártelo, vas más allá y aparecen cosas bonitas que ni siquiera habías imaginado.

@indiamartinezoficial

Alegría de vivir… en el avión!!! 🛩🛩 🙌🏽

♬ sonido original - India Martinez

"Cuando era pequeña, no me planteaba si era hombre o mujer. Hacía lo que me daba la gana"

-¿Se ha sentido, alguna vez, incómoda en el mundo de la música?

-No sólo en él. En el libro, me he parado a reflexionar lo que he sentido como persona en varias situaciones y me he llegado a preguntar por qué me han mirado de tal modo, por qué me han juzgado de cierta manera, por qué no he podido realizar tal cosa… ¿por ser mujer? Eso me genera impotencia. En mi casa, mi padre y mi madre nos han criado sin distinción alguna: jugando y vistiendo como hemos querido. Al final, te acabas rodeando de compañeros que piensan igual que tú y que no hacen ninguna excepción entre sexos.

-Ese peligro abunda en las redes sociales: cada vez que sube una foto junto a sus hermanas, recibe comentarios terroríficos.

-Me llama la atención que haya sujetos que se dedican a criticar con tanta dureza: una foto que no tiene maldad ninguna, como posar en bikini en la playa, da alas a ciertas personas para juzgarnos como quieran. Tal es así que he llegado a recibir mensajes diciéndome que mi labor es cantar y no posar. Lo que no comprenden es que, detrás de ese perfil, hay alguien que no puede hacer borrón y cuenta nueva. Los artistas jugamos en desventaja: el que se esconde detrás de un perfil anónimo o falso es un valiente cobarde porque, después, no es capaz de decírtelo a la cara.

-¿Llegaremos a vivir una industria musical que no sea machista?

-Es difícil porque existe una diferencia genética entre hombres y mujeres. Distintos somos, pero todos tenemos derecho a la igualdad de oportunidades. Es un tema complejo porque es muy fácil encontrar gente con la mente muy cerrada. Y hasta que eso no cambie… Tienen que llegar nuevas generaciones que tengan esa igualdad de base: mujeres, hombres, trans, gays, lesbianas, negros, blancos… Nos ha tocado vivir en esta época y tenemos que luchar.

-¿Qué hubiera pasado si India Martínez hubiese sido un hombre?

-Cuando era pequeña, no me planteaba si era hombre o mujer. Hacía lo que me daba la gana. Y así lo sigo haciendo en la actualidad. Respondiendo a tu pregunta, creo que mi ideología y mi forma de ser hubiese sido parecida.

"Creo que los errores forman parte del camino: me hacen aprender de las cosas que vienen"

-¿Cree que habría que cambiar algo del sistema educativo?

-Tengo varios sobrinos y me he percatado de que, en función del colegio al que van, hay mentalidades más o menos abiertas. El año pasado, mi hermana le hacía trenzas a su hijo para ir a clase. A él le encantan. Sin embargo, un día llegó y le pidió que no le volviese a peinar más así porque se metían con él. Ahora, le hemos cambiado a un centro más internacional, donde se ha encontrado con otros tantos chicos a los que sí les gustan las trenzas. En un primer momento, se quedó un poco pensativo, pero a la mañana siguiente volvió a pedírselas a su madre. Desde entonces, quiere llevarlas siempre porque se siente bien e integrado.

-¿De qué le gustaría olvidarse y no puede?

-De nada. Cuando tengo algún flash que no me gusta, intento sumarle algo bueno. Creo que los errores forman parte del camino: me hacen aprender de las cosas que vienen. Nadie es perfecto. En cualquier caso, debemos preocuparnos por hacer el menor daño posible a los demás y a uno mismo.

-Si ahora se topase con la India Martínez de dentro de una década, ¿qué?

-Le daría las gracias… pues ese yo del futuro también es parte de lo que soy ahora mismo.