El Festival Internacional de Cine de Gáldar estrena hoy, a las 20.30 horas, en el Centro Cultural Guaires, La viajante, único largometraje canario seleccionado entre los nueve que conforman su sección oficial, realizado por el cineasta tinerfeño Miguel Mejías. Rodada en Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura, esta enigmática y atrayente ópera prima de Mejías que inició en 2018, le ha llevado más de seis años de rodaje. Protagonizada por Ángela Boix y Miquel Insua y producida por Digital 104, Volcano Film y Angharad Rojo, La viajante se trata de un filme magnético que narra la aventura vital de Ángela, una mujer cuya vida se desvanece entre la rutina vacía de la que parece imposible desprenderse, quien emprende un viaje en el que descubrirá su especial interés por grabar insectos con la vieja cámara de su madre.

Mejías se refiere a ese viaje que inicia en su destarlado auto Ángela en su filme. «En las primeras versiones del guion planteábamos que Ángela se dirigía a un lugar llamado Tule, que en la mitología europea y en las fuentes clásicas literarias, así como en la geografía medieval, era algo así como el norte lejano. Ese lugar (una isla para muchos) estaba situado mas allá de las fronteras del mundo conocido. Las referencias literarias siempre han sido un eje en la construcción de la película, y poco a poco he ido desnudándola intentando que el espectador aporte su imaginario al movimiento de la protagonista». Para el director canario La viajante juega con muchos elementos de diferentes géneros, «destacando los de la road movie al ser los mas claros y digamos populares, aunque se aleja de este género», aclara.

El paisaje neutro y su geografía física deshabitada puede considerarse un personaje más en La viajante. Al respecto, Miguel Mejías advierte que «el paisaje es una herramienta de la que me valgo para intentar acceder al inconsciente de los herméticos personajes, al de la propia película, y al mío. Intento captar un estado de las cosas, reflexionar sobre el tiempo que habitamos. A mí manera, a partir de una militancia filosófica y el profundo amor por la experiencia cinematográfica. Una película es siempre una consecuencia de su presente, aunque su descontextualización desoriente».