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AMALGAMA

Nosotros

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Nosotros, una novela distópica del ingeniero naval Yevgueni Zamiatin, 1924, fue precursora de los ya clásicos de Orwell y Huxley. En 1913, Zamiatin se hizo bolchevique y, en 1931, envió una carta a Stalin solicitando el permiso de emigrar, aprovechándose de su amistad con Máximo Gorki, y terminó en Paris, para poder escribir con libertad porque le perseguían en la URSS. En esa novela trata del Estado Único, cuya autoridad es el Bienhechor, que reina sobre todos los hombres-número, sin nombres ni apellidos, en aras de la igualdad, sin vida privada, vistiendo todos iguales, y con un “yo” que es anulado en favor del “nosotros”. Al igual que pretende el actual ministerio español de Igualdad, en Nosotros, las relaciones sexuales están reguladas por el Departamento de Cuestiones Sexuales, y los hijos serán propiedad del Estado Único.

El Bienhechor, ante las manifestaciones emotivas de los súbditos, promulga una masiva extirpación quirúrgica en los cerebros, para acabar con la fantasía y la imaginación. En la revista Neuroscience, el 29 marzo 2019, se publicó “Interfaz cerebro humano/nube”, por Nuno R. B. Martins y colegas. Dice ahí: “Internet es un sistema global descentralizado que sirve al esfuerzo colectivo de la humanidad para generar, procesar y almacenar datos, la mayoría de los cuales se manejan en la nube, que se expande rápidamente. Un sistema estable, seguro y en tiempo real puede permitir interconectar la nube con el cerebro humano”.

La neuro-nano-robótica puede permitir la interconexión entre billones de neuronas y sinapsis, a partir de tres especies de neuro-nano-robots (endo-neurobots, glia-bots y synapto-bots) que atravesarán la barrera hematoencefálica, entrarán en el parénquima cerebral, y se posicionarán en los axones de las neuronas (endo-neurobots), dentro de las células gliales (glia-bots) y en íntima proximidad a las sinapsis (synapto-bots). Así que esta interfaz cerebro-nube, habilitada neuralmente, podría servir como conducto que permite a las personas “obtener acceso directo e instantáneo a prácticamente cualquier faceta del conocimiento humano acumulado”. El liminar de este artículo es una frase de Ray Kurzweil: “Tendremos nanobots que conectarán nuestro neocórtex a un neocórtex sintético en la nube. Nuestro pensamiento será un híbrido biológico y no biológico”. La velocidad de tratamiento de la substancia educativa es paralela al peligro de su acaparamiento por una mentalidad gregaria socialista: “El conocimiento humano acumulado se duplicó aproximadamente cada siglo hasta 1900. En 1950, el conocimiento humano se duplicaba cada 25 años. En 2006, el conocimiento humano se duplicaba por término medio cada 13 meses, y se espera que el Internet de las Cosas reduzca aún más el tiempo de duplicación del conocimiento humano a 12 horas”.

En consecuencia, la neuro-nano-robótica “puede permitirnos superar con creces nuestra limitada capacidad cognitiva actual para aprender en un mundo impulsado por la expansión exponencial del conocimiento”. Es así que habilidades complejas como tocar el piano o realizar una compleja operación cerebral podrían ser inyectadas en los cerebros humanos, y prácticamente reducir a casi cero el tiempo que tradicionalmente se tarda en aprender. Asimismo, basándose en cierto tratamiento observatorio de humanos con distinto coeficiente intelectual, se les puede graduar, incrementándolos o disminuyéndolos para homogeneizarlos. Se construirían metauniversos, de forma que, incluso, “una aplicación especializada podría ser la capacidad de participar en experiencias experienciales/sensoriales totalmente inmersivas, incluyendo lo que aquí se denomina Sombra Transparente. A través de la Sombra Transparente, los individuos podrían experimentar segmentos episódicos de las vidas de otros participantes dispuestos (localmente o a distancia)”.

Este artículo es de 2019, y ya bastante antes, en 2003, se presentó por Applied Digital Solutions, el chip Digital Angel, que permite la identificación y localización por satélite de individuos. Otra versión de este chip, fue presentada el mismo año en el ID World de Paris, el Veripay, que permitía incluir datos personales de identificación como DNI o Visa. En países como los nórdicos, o algunas discotecas, son usados estos chips intraepiteliales. Ya se ha probado, hace casi veinte años, la introducción operativa en un robot de un cerebro de lamprea, o la introducción de un microprocesador en el cerebro de un ratón para controlar sus músculos, o el trasplante de las neuronas de un feto humano a un mono, comprobándose el éxito en la generación por fusión biológica de un proto-híbrido mono-humano que, se dice, fue destruido antes de su nacimiento. Volviendo a hoy mismo, extraña, por ejemplo, que las compañías de seguros no cubran los riesgos por tratamientos de la Covid-19, y el Colegio Oficial de Médicos de Madrid ha advertido a sus colegiados de que no tienen cubierta la defensa e indemnización en caso de un proceso civil o derivado de los efectos adversos de las vacunas o tratamientos para la Covid19. Al parecer, es una decisión mayoritaria de las compañías de seguros en varios lugares, y es lo que ha llevado a vulnerar la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, reguladora de la autonomía del paciente, que obliga a figurar en su historia clínica “todo dato que permita adquirir o ampliar conocimientos sobre el estado físico y la salud de una persona”, de forma que se ha optado por los organismos sanitarios de las diversas comunidades a obviar si los ciudadanos de cada historial clínico están vacunados o no están vacunados contra la Covid19, para eludir el buen fin de las denuncias.

Esto enlaza con la exoneración a todas las compañías farmacéuticas fabricantes de las vacunas, de cualquier riesgo indemnizatorio a causa de los efectos secundarios de las vacunas. Esta especie de perimetría alrededor de las responsabilidades de las compañías farmacéuticas y de seguros, acompañada de la desprotección de los médicos y sanitarios que promuevan la vacunación frente a sus pacientes, aun constituyendo unos hechos que pueden destrozar sus vidas profesionales, nos da idea de cómo terminar el puzle. La desprotección, por la anulación de las contradicciones a resolver en derecho, es uno de los primeros pasos para la instalación global, blindados ante las reclamaciones jurídicas, de estos sistemas que terminarán integrando nuestros pensamientos, memorias y existencias a ese monstruo leviatánico, ese ser superior tecnológico que hará desaparecer del mapa el mito de los derechos de los individuos humanos, una vez que el ser humano se diluya en un “continuum” de formas existenciales. Se trata, como en la novela distópica de Zamiatin, de la sustitución del “yo” por el “nosotros” dictada por el Bienhechor.

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