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Música

Isabel Costes: «La música solo sabe de emoción, comunicación y libertad»

Dirige la Orquesta Sinfónica del Atlántico, que ofreció un concierto en favor de los afectados de La Palma

Isabel Costes.

La directora tarraconense Isabel Costes es desde 2006 la batuta de la Orquesta Sinfónica del Atlántico (ODA), formación integrada por miembros de diferentes procedencias del panorama musical canario. Presidenta de la Asociación Canaria de Profesionales de la Música Clásica, la miembro fundadora del Consell Català de la Música, así como de la Asociación de Compositores de Gran Canaria (Promuscan), la Asociación Española de Directores de Orquesta y coordinadora del Movimiento Internacional Mujeres Directoras iniciado en Brasil, dirigió recientemente el concierto aniversario en el Auditorio Alfredo Kraus cuya recaudación fue destinada a los damnificados del volcán de La Palma, isla en la que precisamente empezó a fraguarse la Orquesta Sinfónica del Atlántico antes de iniciar su andadura en 2006.

Según explica Isabel Costes, uno de los retos a los que se enfrenta este conjunto es poder «transmitir el mensaje artístico con transparencia, rigor y naturalidad, que ha sido y sigue siendo una de las aspiraciones de la orquesta desde su fundación, muchas de ellas conseguidas a través de la consolidación de los proyectos en los que la orquesta se ha integrado en estos quince años de trayectoria».

«La ODA está constituida por músicos de gran solvencia profesional y calidad artística y humana, contando en sus filas con miembros de diferentes procedencias del panorama musical canario. La selección de integrantes de la orquesta parte de una minuciosa selección de músicos poseedores de un perfil artístico concreto. Asimismo, gozamos de una estructura interna que permite descubrir a músicos emergentes que finalmente acaban participando en la orquesta. A través de convenio con el Conservatorio Superior de Música de Canarias, alumnos de últimos años de carrera realizan sus prácticas externas con la ODA. También la Orquesta Sinfónica Juvenil del Atlántico (OSJA), creada en 2019, nos permite desarrollar programas formativos de alto rendimiento con ponentes de gran prestigio que trabajan con músicos jóvenes de claro perfil profesionalizador y que a medio plazo acaban formando parte de la ODA», explica Costes.

La incorporación progresiva de mujeres directoras empieza a consolidar un cambio de rumbo en el seno de la música clásica y parece formar ya parte de una tendencia que se está consolidando hacia la normalidad en Europa. Al respecto, Isabel Costes es de la opinión de que «en realidad se trata de ser buen o mal director/directora y de hacer buenas o malas interpretaciones de la obra en cuestión, porque entre la capacidad intelectual de un director y la de una directora de orquesta no hay diferencia alguna por cuestiones de género. No me planteo si es tendencia. Creo que el músico no pretende ni se plantea ver a una mujer o a un hombre en el podio. El músico ve a otro músico, que sabe lo que quiere, que le trata con generosidad, con respeto, que llega con la partitura y la orquestación desmenuzada, sabiendo a qué tipo de orquesta se enfrenta, que busca como aplicar soluciones a las carencias, que trabaja las ‘tripas’ de la partitura y con mucha mano izquierda saca lo mejor de cada uno de ellos. Percibe a una persona comprometida con la música. ¿Qué importa ser mujer u hombre si estamos al servicio de la música, de la partitura y de la orquesta?», se pregunta la directora.

«Nunca me he planteado mi trayectoria como una carrera en la que tenía que sortear barreras por el hecho de ser mujer. Creo que las limitaciones se las pone uno mismo. Las barreras que me propongo superar a diario hacen referencia a la lucha diaria por el estudio, por el rigor, por ser reconocida y valorada en una justa medida a través de la perseverancia, de la preparación, del trabajo incansable, por el empeño en permanecer con los pies en el suelo, la cabeza en los sueños, la mirada limpia y honesta de frente y al frente…y con todo este equipaje proseguir el viaje sin pausa», sostiene Costes.

Para la directora, cuyo repertorio sinfónico abarca desde los grandes oratorios de Bach hasta la música más representativa del siglo XXI pasando por el sinfonismo clásico-romántico, otro elemento irrenunciable ligado a su labor, es la responsabilidad, «aquella que asumo al ponerme al frente de una orquesta, sea la Orquesta Sinfónica del Atlántico o cualquiera de las orquestas con las que me comprometo como directora invitada. La responsabilidad que asumo al encarar una obra, al revivir esa partitura apoyándome en el rigor, el estudio, la experiencia, la honestidad, el talento… y ofrecerla al público para después dejarla reposar hasta la próxima ocasión. Todo esto es lo que personalmente necesito sentir en la cabeza y en el corazón para hacer que esa partitura se acerque a la perfección que buscaba y se merece el compositor», dice.

Cuando se le pregunta si llega a percibir lo que pasa por la cabeza y el corazón de los músicos a los que dirige cuando sube al podio, responde que «lo puedo intuir por una sencilla razón: yo he estado en el lugar de ellos antes de ser directora y desde muy corta edad. Estoy convencida que la visión y la percepción de una directora o director de orquesta que ha formado parte de uno o varios colectivos musicales es diametralmente opuesta a la apreciación de otros perfiles de director/a que no han tenido la ocasión de disfrutar de tan enriquecedora experiencia», asevera.

Por ello, el éxito de cualquier programa parece que transita indefectiblemente por esa comunión entre ella y sus músicos, entre la inspiración y a la comunicación. «Esos momentos mágicos, inspirados y únicos que surgen a lo largo de un concierto son, por supuesto, el resultado de una comunicación fluida. Para mí es fundamental, pero este hecho va precedido de un profundo conocimiento de la obra, de un trabajo previo riguroso y veraz, de una estricta preparación, de la intuición… Y ya con todos elementos perfectamente gestionados buscar la excelencia. La música solo sabe de emoción, de comunicación, de equilibrio, de libertad», agrega la directora.

No obstante, Isabel Costes señala que «en cualquier momento del concierto se puede producir un accidente indeseado, un contratiempo. Ninguno de nosotros somos máquinas ni nos comportamos como tal. Considero que lo más importante es ser capaz de resolver, al instante, una posible fragilidad inesperada. Y es eso, un accidente en el que no nos podemos detener. El pulso musical continua sin remedio hacia una resolución, las notas, los acordes se suceden y hay que ser rápido para solventar ese pequeño contratiempo o dejarlo pasar y rehacerse actuando como el rio cuando encuentra un obstáculo en su discurrir: rodearlo y seguir. Y aunque casi siempre esa fragilidad tiene solución, no le negaré que esos milisegundos se hacen eternos».

Sobre la situación de la enseñanza en Canarias Costes advierte que es «consciente del gran esfuerzo y trabajo que se lleva a cabo en los conservatorios canarios, dotados de un excelente profesorado y del sacrificio y empeño de aquellos estudiantes que, habitando en un territorio fragmentado como el nuestro, se desplazan a los citados centros para realizar sus estudios. Quiero poner en valor el talento que existe en el Archipiélago y el deseo que todos esos futuros músicos cuenten con todos los recursos necesarios que les preparen para un futuro exitoso», concluye.

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