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Filip Custic Artista

Filip Custic: «Bajo el arte a la Tierra y lo humanizo; no quiero parecer un dios»

Acaba de inaugurar su primera exposición individual en su tierra natal, en Tenerife. ¿Mostrar su propuesta ante sus vecinos lo hace estar más nervioso?

Por supuesto. Para mí es muy extraño volver a Tenerife porque cuando me fui de aquí yo era más cohibido y no tenía la personalidad tan desarrollada que tengo ahora. Volver para exponerme tanto y tan desnudo es para mí un acto de fe. Ahora llego para mostrarme y no avergonzarme de ello porque cuando era más pequeño tenía más complejos: pensaba que yo era un error y estaba mal, no solo por mi condición sexual, sino también por lo que pensaba. Pero ahora me siento perfecto.

El artista Filip Custic junto a una de sus piezas en la Galería Bibli.

Dice que vuelve a Tenerife para mostrarse tal y como es. ¿Qué es lo que va a ver el público en esta exposición?

Hubo un momento en mi vida en que me obsesioné en autorretratarme porque me gusta cuestionarme quién soy y a eso añadirle complementos audiovisuales que me ayuden a responder a esa pregunta. Lo que muestro en esta exposición es lo que he sido en diferentes momentos de mi vida. Es muy psicológico todo, y lo hago a través de fotografías, esculturas...

«Bajo el arte a la Tierra y lo humanizo; no quiero parecer un dios»

Es una de las primeras veces en las que ha podido ver sus imágenes en gran formato con las dos que se muestran en Filip a(l)lone. ¿Le anima la muestra a plantearse nuevas propuestas?

Sí. Además, ahora estoy más centrado en mi parte estrictamente artística. Empecé en el mundo más comercial y poco a poco me he ido dando cuenta de que donde me encuentro más inspirado es en el campo artístico. Cuando trabajas en el mundo comercial estás obligado a incluir un producto y no necesariamente te tiene que gustar. Por el contrario, me encanta trabajar en el mundo del arte o la música porque son más atemporales y las obras no pierden su valor con el paso del tiempo.

«Bajo el arte a la Tierra y lo humanizo; no quiero parecer un dios»

A lo largo de su vida se ha planteado muchas veces la pregunta de ‘¿quién es?’. ¿Ha logrado responder a esa cuestión?

Creo que es un never ending question (pregunta nunca resuelta). Nunca acabamos de construirnos y el Filip de 18 años no tiene nada que ver con el Filip de ahora, de 28. Por eso me gusta documentar quién soy en el presente, porque cuando miro hacia atrás me sorprendo al ver la persona que fui y me doy cuenta de lo mucho que he cambiado. Muchas veces no me veo representado con ese Filip pero cuando veo la retrospectiva evolutiva tiene sentido. Soy consciente de que mi obra es bastante egoísta, lo hago por mí y lo expongo para saciar mi ego. Pero todo esto es para saber quién soy porque de lo contrario siento ansiedad. Necesito documentar visualmente cómo me siento.

Aunque usted lo considere egoísta, parte de su éxito también radica en que sus seguidores se sienten identificados con lo que hace y muestra.

Claro. Ese es el arma de doble filo de mi propuesta. Todos somos el reflejo de una parte de nosotros mismos y cualquier humano puede verse reflejado en mí, en mi obra y en los pensamientos que tengo. A lo mejor no en el 100% pero seguro que en algún detalle sí. Precisamente mi obra está llena de detalles que pueden hacer vibrar a mucha gente.

María Forqué lo ha acompañado en la inauguración de la muestra con una performance y colabora mucho con usted. ¿Es una manera de completar así el mensaje que quiere ofrecer?

Sí. María es mi mejor amiga y mi musa. Para mí es como si no paráramos de jugar nunca y es algo bastante orgánico. No es nada forzado y no nos proponemos nada pero estamos tan compenetrados que todo surge porque nos gustan las mismas cosas.

En su obra mezcla el clasicismo con lo contemporáneo. ¿Qué es lo que le lleva a realizar esos viajes en el tiempo para dar forma a su propuesta?

Hasta los 18 años yo estaba en modo observador y no tenía el gusto desarrollado. No pensé que pudiese crear o ser artista porque pensaba que era un cargo que solo le podía corresponder a personas como Dalí o César Manrique. Pero a partir de los 18 años me vacié de información porque sentía que lo que había hecho hasta el momento no era como a mí me hubiese gustado aprender las cosas y comencé a reaprender todo de nuevo, desde las matemáticas hasta la historia. Así que tengo la sensación de que he echado la mirada hacia atrás para comprobar qué es lo que hemos ido aprendiendo como humanos y ahora que ya tengo toda esa información revisitada he llegado a una conclusión en el presente. Por eso yo antes hacía cosas más clásicas, porque estaba observando de dónde venimos, y ahora siento que mi paisaje mental está muy en el presente y por eso me inspira mucho la tecnología y la psicología, porque son los grandes temas del ahora, junto al cambio climático, aunque esto último aún no lo he añadido a mis obras. Mi objetivo es que, una vez que haya experimentado el presente, pasaré a la visión de futuro, cuando ya tenga toda la información en mi cerebro. Me intriga saber cuál será mi conclusión creativa en el futuro.

¿Coincidió su despertar creativo con su traslado desde Tenerife hasta Madrid?

No fue tanto el traslado sino que yo me había marcado como límite el cumplir 18 años. A partir de ese momento podía hacer lo que quisiera porque hasta ahí había estado dentro del sistema. Había jugado al sistema capitalista y a partir de ese momento traté de reentender todo. Eso coincidió con que me fui a Madrid, que creo que es un buen escaparate para hacer cosas y jugar. Desde ese momento sentí que no tenía que hacerle caso a mis padres porque cuando somos pequeños siempre somos esclavos del sistema. Pensamos que lo que tenemos que aprender debemos hacerlo a través del sistema educativo establecido pero yo no lo he hecho así. Todo lo que sé de edición de imágenes lo aprendí a través de internet. La gente no debe decir que no tiene medios porque internet es hoy en día la gran biblioteca de Alejandría gratuita.

Precisamente usted muestra siempre el proceso que realiza para dar forma a sus obras a través de las redes sociales y enseña cómo hacerlo.

Sí. Yo aprendí por internet y me gusta desvelar el secreto, aunque la gente no lo entienda. Creo que así bajo el arte a la Tierra y lo humanizo. No quiero parecer un dios porque muchas veces se considera al artista algo único, pero yo creo que todos vivimos bajo la misma nube creativa, todos bebemos de las mismas ideas porque todos recibimos los mismos estímulos, solo que yo he decidido dedicarme a esto porque es lo que me vibra. Hay que pensar que somos un colectivo, hay que pensar en conjunto para que el imaginario humano evolucione.

A lo largo de su carrera ha tenido una estética muy marcada y ha trabajado con grandes marcas y publicaciones de todo el mundo. ¿Han casado bien los dos aspectos o ha tenido algún encontronazo con los clientes?

Todo en la vida es equilibrio pero yo siempre he sido muy cabezota para que el cliente confíe en mi visión. Creo que si alguien me contrata por lo que ha visto de mi obra es porque he sido libre. Cuando un cliente me ha querido mover a otro campo creativo, el resultado finalmente no ha fluido. Es importante por ambas partes llegar a un punto en común.

También ha trabajado en diferentes partes del mundo. ¿Se nota una mentalidad más abierta en el extranjero en cuanto a su propuesta?

Me siento muy afortunado y muy bendecido porque la gente haya sabido entenderme, aunque sea con el paso del tiempo. También creo que gracias al mundo virtual internacionalizarse es un poco más fácil porque se puede llegar al público de forma más masiva. Y siempre me he sentido muy apoyado cuando he trabajado fuera de España, menos en contadas excepciones.

En 2018 su éxito creció notablemente después de trabajar con Rosalía, para la que creó todo un universo visual para su disco El mal querer. Ya que comenta que le gusta trabajar en el ámbito de la música, ¿existe algún artista con el que le gustaría colaborar?

Este año trabajé con Lil Nas X y ha sido muy divertido. Fue increíble ver mis fotografías en Times Square después de haber estado trabajando en el proyecto desde el ordenador de mi casa con mi perro sobre mis piernas. Definitivamente quiero seguir haciendo cosas musicales y ahora me apetece también hacer vídeos y de hecho ya tengo algún proyecto futuro del que aún no puedo hablar. Con todo esto también estoy pensando en vivir una temporada en Los Ángeles porque creo que así sería más sencillo. Con Lil Nas X trabajé muy bien pero debido a la pandemia no pude viajar a Estados Unidos y tuve que hacer las fotos de forma remota. Es muy divertido poder decir que lo he hecho de ese modo y que funcionó pero no es mi sistema ideal de creación.

Tan solo Filip


Filip a(l)lone es la primera exposición individual de Filip Custic en Tenerife, y podrá visitarse en la Galería Bibli de la capital chicharrera hasta el próximo mes de enero, en el marco de la XVI Bienal Internacional de Fotografía de Tenerife, Fotonoviembre. El afamado artista tinerfeño muestra en esta exposición alguna de sus obras más icónicas y las completa con propuestas más recientes, como dos montajes fotográficos de gran formato realizados este año y que se exponen por primera vez en esta recién inaugurada muestra. Filip Custic ofrece así un repaso por sus inspiraciones –los juguetes del viento de César Manrique aparecen reflejados en una de sus esculturas– y de sus preocupaciones –con una videopropuesta en la que aparece con una mascarilla diseñada por él–.

Custic reconoce que con esta exposición también ha querido «hacer un poco de ruido en Tenerife». Destaca la belleza visual de los paisajes de esta Isla que lo vio nacer pero lamenta «el freno» que «hace que la gente no se motive del todo». A Filip Custic le inspira mucho «la energía de César Manrique, que fue capaz de atraer a la gente a Canarias» y reconoce que «de alguna manera me apetece hacer eso, darle más voz a la escena cultural canaria». «Gente con talento hay en todos lados pero hay que tener un altavoz gigante para ellos, Madrid lo tiene, por ejemplo», resume el artista tinerfeño quien lamenta «las ideas preconcebidas» de la sociedad. «La gente piensa que hay que salir fuera para tener éxito pero gracias a internet eso ya no es necesario, yo soy la prueba de ello», concluye. | PG

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