Los músicos afganos se esconden o han abandonado la profesión, algunos incluso el país, y las tiendas de instrumentos han echado el cerrojo ante el temor a ataques desde que los talibanes se hicieron con el poder hace casi tres meses.

Los fundamentalistas prohibieron la música, en base a su estricta interpretación del islam, durante su primer régimen entre 1996 y 2001, y aunque hasta ahora no la han declarado ilegal de forma oficial, a pie de calle los incidentes se acumulan.

Silencio en el "barrio ruidoso"

En el corazón de Kabul se encuentra Shor Bazar, literalmente el "barrio ruidoso" por ser un antiguo núcleo comercial y más recientemente el centro de la música tanto tradicional como moderna, al menos hasta la llegada de los talibanes el pasado 15 de agosto.

Casi tres meses después de que los fundamentalistas destronasen al Gobierno de Ashraf Ghani, Shor Bazar presenta una imagen desolada. Ya no se escuchan los ecos de los instrumentos musicales de tiendas y academias que florecieron durante las últimas dos décadas coincidiendo con la ocupación estadounidense.

"La industria de la música vivió su mejor momento en las últimas dos décadas al prosperar la música tradicional y moderna, además del aumento del número de cantantes y músicos", constató a Efe el artista de música popular Abdul Rahman Mansoori.

Este cantante afirmó que podía ganar entre 350 y 550 dólares al mes, con los que mantenía a su familia de siete miembros.

Pero la llegada de los talibanes ha mermado severamente sus ganancias, al igual que a las miles de personas que se ganaban la vida gracias a este arte.

"La música es nuestra profesión y nos hemos pasado toda la vida en la industria. Ahora que ha quedado destruida, no sabemos de qué trabajar para ganar el pan para nuestros hijos", dijo, sentado en una de las oficinas abandonadas de Shor Bazar y acompañado por otros músicos que también se han visto privados de recursos.

"Nos enfrentamos a un futuro incierto", explicó Mansoori.

A su lado, el también cantante Arez Kaihan acusó a los talibanes de haber destruido numerosos instrumentos musicales en las últimas semanas.

"Todos los músicos y cantantes tuvimos que mover los instrumentos a sótanos y lugares seguros para salvarlos", dijo Kaihan a Efe.

Un conocido músico especializado en el rubab, un instrumento de cuerda similar al laúd y originario de Afganistán, lamentó que la falta de trabajo le ha afectado profundamente.

"Con la captura de Kabul por los talibanes, nos hemos quedado sin trabajo y tenemos dificultades solo para proporcionar comida y las necesidades básicas a nuestras familias", dijo a Efe Ghulam Ghaws.

Ghaws, que además de haber actuado en el país asiático ha participado en varios eventos en el extranjero, pidió a la comunidad internacional que "apoye a los músicos de Afganistán para que los talibanes permitan la música o que nos ayuden a irnos a otro país".

Postura ambigua

Los talibanes no se han pronunciado abiertamente contra la música en Afganistán, aunque según su rígida interpretación del islam consideran que está proscrita.

Así, las bodas afganas, que pueden llegar a acoger a cientos de personas en grandes salas, se han visto silenciadas por temor a los islamistas.

A finales del pasado octubre murieron dos personas y otras nueve resultaron heridas en el este de Afganistán después de que combatientes supuestamente talibanes abriesen fuego contra los invitados de una boda por reproducir música, aunque las autoridades fundamentalistas se han distanciado públicamente del suceso.

"Nadie entre las filas del Emirato Islámico (como se autodenomina el Gobierno interino talibán) tiene el derecho de evitar la música, excepto el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, y solo a través de los rezos", dijo el principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, tras el suceso.

Ante la incertidumbre, el conocido músico y miembro del Sindicato de Músicos Afganos Haroon Maroof llamó a los talibanes a manifestarse.

"Hemos preguntado al Gobierno talibán que aclare su postura hacia la música y los músicos, pero no hemos recibido respuesta y desconocemos el destino de 20.000 cantantes y músicos", dijo.

Y es que el temor a represalias ha empujado a un importante número de artistas a huir de Afganistán, dijo Maroof, sin contar los que siguen intentando escapar o se encuentran escondidos.

"La música no es solo sobre músicos y cantantes, es parte de nuestra gloriosa historia y cultura, es una plataforma para impulsar la literatura y la poesía y alimenta a miles (de personas)", lamentó.