La Provincia - Diario de Las Palmas

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Primitivo de la pintura

Artículo de Juan Rodríguez Doreste, firmado con pseudónimo, sobre la muestra de 1935

Retrato de Oramas por Millares, ‘Punta Europa’, 1956.

En el mismo saloncillo de la Plazuela donde expusiera su obra escultórica Plácido Fleitas, ha exhibido Jorge Oramas, durante una semana, sus últimas producciones. El joven pintor se nos ha manifestado, una vez más, como el singular colorista de siempre, empapado de un ingenuo sentimiento de la naturaleza. La visión pictórica de Oramas es de un poder evocador simple y sumario. El paisaje aparece recreado en sus lienzos de una manera que casi pudiéramos llamar esquemática. Toda la abigarrada coloración del natural, tamizada a través del temperamento pictórico de Oramas, se plasma en unos cuantos colores fundamentales que constituyen algo así como la esencia cromática del paisaje. El estilo es sobrio en cuanto afecta a la tectónica, al modelado de los volúmenes. Nada de morosas complacencias en el detalle; nada de recargados arabescos lineales. Las formas se perfilan nítidamente; las cosas son cubos de limpios contornos geométricos; las líneas del paisaje, las perspectivas, los valores cromáticos son conseguidos sin truco, con absoluta limpieza y robusta sinceridad. Oramas sabe ver claro y, lo que es más estimable, sabe ir derecho a su objeto. Concibe los paisajes como vigorosas síntesis de color y los «recrea» con valentía, sin vacilación y temores, sin transparentar el menor asomo de timidez ante la rotunda eclosión, explosión diríamos, de sus colores limpios y fuertes. En ocasiones pinta varias veces un mismo fragmento paisista. Las diversas obritas resultantes acusan entonces, de modo bien sensible, un proceso de simplificación creciente a cuya virtud se van eliminando detalles accesorios, se acendran las calidades, se recortan las masas coloreadas y el cuadro se va acercando a una especie de síntesis expresiva que tiene la condición de un vivo diagrama eficazmente representativo.

Se acerca a una síntesis expresiva que tiene la condición de un vivo diagrama eficazmente representativo

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La virtud cardinal del arte de Jorge Oramas no está tanto en la vivacidad, simpatía, juventud y desenfado del color cuanto en la ingenuidad y sencillez inefable de su visión y su concepto. Los cuadros de Oramas aparecen teñidos de un infantilismo que comunica a todas sus obras un acento de singular emotividad. Concibe y pinta con el ingenuo sentimiento de la naturaleza de un verdadero primitivo, vaciando en el cuadro la desbordante ternura de quien se siente fundido en las luces, formas y colores del mundo que le circunda. Aunque las notas de su paleta detonen a veces con vibrante estridencia, todo hace presentir que a través de aquellos azules, amarillos y ocres sembrados con tanta generosidad, alienta con temblor incontenido un amor panteísta a la tierra canaria que dota al pintor de sugerencias plásticas inagotables.

Alienta con temblor incontenido un amor panteísta a la tierra canaria que lo dota de sugerencias plásticas inagotables

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Es este un arte juvenil, optimista, reverberante, aligero y grácil como el de un niño. ¡Qué hondura dramática guarda en su seno, y qué contraste más desazonador nos ofrece a los que, en su intimidad, conocemos la vida, más llena de riesgos que de venturas, del joven y magnífico pintor!

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