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‘Voyage’, el nuevo álbum de Abba: imperfecto y emocionante

Abba reaviva con ‘Voyage’ su canónico lenguaje pop en un disco de reencuentro y despedida, con ausencias como ‘Don’t shut me down’

Los componentes de Abba, en el estudio de grabación. LUDVIG ANDERRSON

Ahora que ya nadie lo reclamaba, después de tantas ofertas rechazadas, musicales y películas a su mayor gloria, y bandas de tributo, es cuando Abba ha vuelto: no a los escenarios (sí lo harán sus abba-tares a partir del próximo mayo en Londres), pero sí al estudio de grabación. El fruto es Voyage, su primer álbum en 40 años, desde aquel crepuscular The visitors, lanzado en noviembre de 1981 y en el que hacían avanzar su lenguaje pop con sintetizadores y tempos aventurados.

Voyage es, por supuesto, otra cosa, un álbum de Abba tirando a canónico, tan solo algo escorado hacia el baladismo y con más tejidos filo-folk de los esperables. Pero ahí están la distinción melódica de Anderson-Ulvaeus y las voces de Agnetha Fältskog y Frida Lyngstad, espléndidas por separado y todavía dominadoras cuando se unen. Para la producción no han buscado a ningún joven talento que les modernice el sonido, sino que la asume el mismo Benny Anderson en torno a una sobriedad adulta, equilibrando brillos orquestales, recogimiento pastoral y reprises de la vieja alquimia pop.

Las voces hermanadas de Agnetha y Frida, avanzando juntas, desprenden una imagen poderosa

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Los dos temas que se alumbraron en septiembre, I still have faith in you y Don’t shut me down, resultan ser los mejores del conjunto. El primero, baladón de sibilino recorrido in crescendo con vistas a Eurovisión o a una banda sonora de Disney, nos invita a recordar las propiedades de la «canción agridulce». Superándola incluso, la segunda funde melancolía y resolución disco-pop como en sus mejores días, a cuenta de la historia de la mujer que visita el hogar de su ex y celebra que no haya cambiado ni un mueble de sitio. El barrido del teclado, el glissando, tras el que este tema coge ritmo, evoca al de Dancing queen, como las últimas notas de la un poco estrambótica Keep an eye on Dan apuntan a S.O.S. y los aires célticos con que se abre Bumblebee hacen pensar en Fernando. Pistas simpáticas, sin más consecuencias. La señal más concluyente llegada del pasado es Just a notion, un punto álgido, pieza original de las sesiones de Voulez-vous (1979) que había permanecido bajo llave. Su trote swing desliza vestigios glam, que también se cuelan en la resuelta No doubt about it.

El temario atraviesa momentos más débiles en When you danced with me, divertimento con gaitas; Little things, baladita navideña con coro infantil, y I can be that woman, cuyo estribillo hace pensar en Listen to your heart, de Roxette. Pero al final se alza la bella Ode to freedom, un vals frondoso que desliza un mensaje de escepticismo, precisamente, hacia las odas a la libertad. Las voces hermanadas de Agnetha y Frida, avanzando juntas, desprenden una imagen poderosa para cerrar este álbum imperfecto, pero finalmente emocionante, con el que Abba parece despedirse para siempre.

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