La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista
José Corbacho Humorista, cineasta y director teatral

"No hemos aprendido nada cuando vuelven a recortar en el sector sanitario"

"Debemos tener una cultura pública potente, sumar la privada y crear sinergias positivas"

José Corbacho.

¿Inaugurar un teatro es una hazaña en la actualidad?

Es una hazaña en el mundo mundial en estos tiempos en que desgraciadamente los cines y los teatros van cerrando poco a poco. Me hace mucha ilusión poder participar en la reapertura del Teatre Principal d’Inca y creo que es una noticia de primer orden. Luego hay que llenar los teatros de contenido, que esa es otra.

¿El sector cultural remonta o sigue gravemente herido?

El sector cultural parece que siempre ha estado malherido, quizás porque la cultura engloba muchos aspectos y cada uno la entiende de forma diferente. Si exceptuamos toda esta época de pandemia, muy traumática para muchos sectores, llevo tantos años escuchando que el teatro está en crisis que a lo mejor es nuestra forma de relacionarnos con la cultura, siempre entre la supervivencia y la estabilidad. Tratamos de trabajar de forma digna y nos gusta tanto, debido a que es muy vocacional, que nos olvidamos de que se trata de un trabajo y eso tiene su trampa. Pero ahí estamos, en Y la nave va, que diría don Federico Fellini.

¿Es imprescindible la ayuda pública para la cultura?

Toda ayuda es poca y ahora es más necesario que nunca que el sector público funcione en este sentido, ya que la cultura es un bien común, como la educación y la sanidad. Debemos tener una cultura pública potente, a la que sumar la del sector privado, que también debe funcionar y tratar de ser autosuficiente, porque eso crea sinergias positivas para todo el sector. Con la recuperación pospandémica se está hablando de la mezcla que tiene que haber entre lo público y lo privado, que aporta cosas buenas.

En el título de su espectáculo pide "mucha calma". ¿Ante qué la vamos a necesitar?

Tirando un poco de ironía, está claro que la sociedad no está lo que se dice calmada. La década de los 20 ha empezado movida y, como los ciclos de la Historia se repiten, parece que volvemos a lo que se bautizó como los locos 20 o los felices 20, y después vino el crack del 29. Estamos haciendo apuestas para ver cuál va a ser nuestro crack, el apagón general, otra pandemia que nos barra a todos... La cuestión al final es ver si aprendemos de nuestros fallos y somos capaces de reconducir este tipo de situaciones.

¿Por qué hay que reírse de uno mismo?

Es una táctica para poderte reír luego del mundo en general. Creo que no es sano reírse de otros si no hacemos eso con nosotros mismos, ya que de lo contrario te colocas en un pedestal que nadie tiene. Además, el humor permite relativizar todo lo que ocurre, no tomarnos la vida demasiado en serio, que bastante drama es, y aportar positividad a la gente que tienes a tu alrededor. A todos nos gusta reírnos y si hay alguien que no se ríe nunca, malo, malo.

Estrenó el monólogo antes de la pandemia. ¿Ha tenido que cambiarlo de arriba abajo?

Me gusta incorporar la vida del día a día a la comedia y en estos tres años han cambiado muchas cosas, empezando por el público, que te recibe con la mascarilla, y continuando por el trasplante de riñón que me hicieron el pasado año. Me echo unas risas sobre mi trasplante o sobre algunos temas de actualidad, como la factura de la luz o el apagón general. Hace falta que nos los tomemos así, porque de lo contrario...

No le harán ninguna gracia los actuales recortes de personal en el ámbito sanitario.

Eso sí que es ante todo mucha rabia, nada de calma. Estos días me acuerdo mucho de la frase que se decía al inicio de la covid: "De esta vamos a salir mejores". Pues no ha ocurrido. El que era malo, sigue siéndolo, y la buena gente no ha logrado que el resto esté más centrado. Recuerdo los aplausos en los balcones y los que se llenaban la boca afirmando que hay que cuidar la sanidad. Y cuando ha pasado lo peor, otra vez recortes y a mandar a casa a los profesionales. Está claro que no hemos aprendido nada de la pandemia. Parece que queremos que el mundo sea igual al de 2019 y no es así. Debemos evolucionar. A mí me ocurre como humorista, que hay temas de los que me reía hace una o dos décadas y ahora los trataría de otra manera.

¿Se refiere a lo que ahora no es políticamente correcto?

No, sino que he evolucionado como persona. En el escenario me siento bastante libre. Todo creador tiene que hacer su obra desde la total libertad y luego el público decidirá si va al teatro, al cine, lee un libro o mira un programa de televisión. Es un reducto de libertad y un pacto entre los espectadores y los creadores. Quien quiere meterse con alguien que no le gusta, ya tiene las redes sociales.

Todavía no han derogado la ley mordaza.

Están tardando. Lo máximo que debe pasar cuando un humorista se sube al escenario es que el chiste no haga gracia o sea de mal gusto, pero de ahí a lapidar al artista o llevarlo a los tribunales... A veces le ponemos un enorme foco al humor para poder decir: "Uy, se ha pasado". Hace unos días me pasó en Barcelona, ya que una persona me dijo después de ver el espectáculo, por redes sociales, que no tendría que tocar el tema de los trasplantes en el monólogo porque puedo herir algunas sensibilidades. Le respondí que solo hablo de mi trasplante, el riñón de mi hermana y mi experiencia. No soy partidario de reírme de cosas que no he vivido o que no forman parte de mi vida. Es algo que los norteamericanos hacen muy bien, los judíos se ríen de los judíos, los negros de los negros...

También se reía del conflicto independentista catalán.

Lo traté mucho e intenté que fuese con humor. De hecho, me reía bastante de los dos lados y ambos se enfadaban, por lo que supongo que estaba haciéndolo bien. Como todo lo ocurrido esos años me parecía un continuo despropósito, al final mi válvula de escape era el humor, igual que en el resto de la vida en general. Mucha gente me decía: "Cómo puedes hacer chistes de esto". ¿Por qué no? Si todo el mundo se lo tomaba en serio, no estaba mal que alguien se lo tomase a broma. Ahora se ha calmado el tema y hago comedia de otras cosas, pero en aquella época actuaba en Barcelona justo al lado de donde todas las semanas se montaban las ‘hogueras de Sant Joan’. Era algo que no se podía obviar, ya que el público tenía que esquivar los follones para venir al teatro. Tenía que hablar de ello.

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