La Provincia - Diario de Las Palmas

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Oriol Bohigas, un arquitecto comprometido

Artífice de la Barcelona moderna y uno de los impulsores del urbanismo en la ciudad condal, fue un hombre de acción y un activista cultural

La implantación del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), junto con la creación de espacios públicos

Entre Cerdá y Gaudí. No se me ocurre mejor manera para definir su importancia. Realmente creo que la labor de Oriol Bohigas está a la altura de Ildefonso Cerdá y Antoni Gaudí, los tres de la ciudad de Barcelona. Los tres muy diferentes entre sí, los tres geniales. Tres arquitectos que han demostrado el gran calado que puede tener la buena arquitectura en una ciudad. Desde luego Madrid no puede presumir de lo mismo porque ningún arquitecto ha dejado la huella que han dejado estos tres genios en Barcelona.

El más contemporáneo de todos y el más abierto al mundo y a realizar obras en colaboración es Oriol Bohigas, tan curioso, tan comprometido con lo que él creía que era necesario y tan trabajador en defensa del bien común. ¿Cuántos arquitectos podríamos meter hoy en día en Canarias en el grupo de los que de verdad se comprometen por sus ciudades?

También defendió su profesión, la arquitectura. ¡Qué tiempos aquellos cuando los arquitectos no se despedazaban unos a otros sino que eran un lobby y se defendían entre ellos!

Bohigas nos enseñó a hacer ciudad con la ciudad existente y nos enseñó a mantener la mente muy abierta

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Bohigas estaba siempre atento lo que cada momento demandaba, siempre comprometido desde la arquitectura con todo lo que le rodeaba. Siempre con ganas de colaborar y hacer equipos, mezclando generaciones, implicando a los vecinos, convenciendo y enamorando a sus alcaldes (Narcís Serra y Pascual Maragall).

Oriol Bohigas participó en múltiples batallas, desde antes de la llegada de la democracia, desde la Escuela de Arquitectura, desde la política y desde fuera de ella. Siempre pensando en su ciudad, Barcelona, que para él era una ciudad con una capacidad infinita de mejorar. Con su trabajo en esa ciudad la hizo brillar como no ha brillado nunca en el mundo ninguna otra ciudad española.

Él nos enseñó (a los que quisimos aprender, a través de sus libros, sus ejemplos, sus charlas) a hacer ciudad. Cuando yo estaba en política iba a Barcelona a aprender. Porque siempre se aprendía algo nuevo, en cada esquina, Ahora no se puede decir lo mismo.

Bohigas nos enseñó a hacer ciudad con la ciudad existente y nos enseñó a mantener la mente muy abierta porque es esa la única forma de descubrir el potencial de cada esquina, y los posibles futuros de cada barrio.

Imagen De la Villa Olímpica de Barcelona que diseñó Oriol Bohigas como urbanista de la ciudad.

Tuve la suerte de, primero leerle (mucho), y en los últimos años de su vida ,de conocerle, gracias a la amistad de Fernando Menis y su mujer, Beth Galí, otra arquitectura maravillosa a la que Bohigas escogió para ser uno de sus Golden pencils (los estudiantes más brillantes de la Escuela de Barcelona los fichó para transformar la ciudad)

Recuerdo algunas comidas con el en el Taxidermista, un restaurante de la Plaza Real de Barcelona, siempre con gente interesante y todos girando alrededor de Bohigas porque fue siempre un personaje fascinante, con una cultura amplísima, en realidad fue mucho más que un arquitecto porque todo le interesaba, un ilustrado a la vez gestor, con tanta capacidad de trabajo que, no solo transformó la ciudad de Barcelona de cara a los juegos olímpicos y dio dignidad a los barrios de la ciudad que peor estaban, sino que también le dio tiempo de crear la gran red de bibliotecas de Barcelona de cuya gestión tantas veces fui a aprender para crear la red de Tenerife.

Personaje fascinante con una cultura amplísima, fue mucho más que un arquitecto porque todo le interesaba

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Caía bien enseguida porque aunque fuera de una generación muy diferente a la mía o a la de otros que participaron en encuentros con él, te escuchaba, y enseguida le cogías una simpatía que se volvía personal y su mirada era tan amplia al hablar sobre cómo hacer ciudad, sobre qué es y qué no es arquitectura de verdad, sobre cultura: todo le interesaba.

Era un hombre de la cultura en general y un hombre de acción, un activista cultural, mucho más que arquitecto y urbanista. Tenía una curiosidad infinita y miraba al futuro como miraba Adán Martín. Sí, en varios aspectos me recuerda mucho a Adán, sobre todo en la capacidad de compromiso de los dos y en la gran capacidad de trabajar intensa y responsablemente de ambos; en su curiosidad infinita y en esa capacidad que tenían para generar entusiasmo en los demás e implicar a quienes tenían alrededor para conseguir objetivos aunque fueran difíciles. Dos cerebros privilegiados.

Dulce Xerach. Abogada, doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea

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