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Música

Rosario Guerrero: «Soy paya blanquita, bollera, experimental... ¿Algo más?»

Guerrero aprendió a cantar casi a la vez que a hablar, y ama y respeta la tradición del flamenco por encima de todo

Rosario la Tremendita posa con su guitarra. | | JAIME MASSIEUL

Rosario Guerrero (Sevilla, 1984), conocida artísticamente como Rosario la Tremendita, es dos mujeres en una, como el disco doble que ahora presenta. Una es la que nació y creció en Triana, y cuyo primer recuerdo tiene que ver con escuchar a Marchena, Antonio Mairena o La Niña de los Peines en su casa, de familia de cantaores, una saga que se remonta a su bisabuela y que continúa con su padre y su hermano, cantaor de tablao. Guerrero aprendió a cantar casi a la vez que a hablar, y ama y respeta la tradición del flamenco por encima de todo.

Pero también es esa otra que rompe los tópicos asociados a lo jondo. Mujer instrumentista y compositora, paya y lesbiana, estudió en el conservatorio -aunque confiesa que la echaron- y dedica la misma pasión a la guitarra o al bajo que al cante. Estos días presenta un nuevo disco en el que viste 10 cantes con música electrónica. Uno de los más reconocibles para los aficionados, la petenera de La Niña de los Peines Un mundo nuevo, aparece con una letra remozada por ella para denunciar la violencia de género y, explica la Tremendita, arranca «como la banda sonora de Stranger Things, pero la letra te lleva a la Niña de los Peines. De repente le rompo la estructura y, aunque acaba con aires de petenera, también tiene algo de Manuel de Falla».

Tremenda. Así se llama este disco que es en realidad la primera parte de un trabajo doble. La primera, de ropaje electrónico, se ha presentado la semana pasada, aunque fue directo antes que disco, ya que se estrenó sobre los escenarios en la Bienal de Flamenco de Sevilla en octubre de 2020. En primavera de 2022 presentará la segunda parte. Los mismos cantes, pero con otro ropaje sonoro: 10 guitarristas flamencos, 10 de los nombres más respetados por los aficionados, entre los que están José del Tomate (hijo del Tomatito) o Yerai Cortés, pero ninguna mujer. Y eso a pesar de que, las letras de este disco están enfocadas o dirigidas a reivindicar la ruptura de las barreras del género. «La verdad es que no pensé en los guitarristas con esa idea en mente, no pensé en nombres, o en hombres y mujeres, sino que pensé en sonidos y todo el mundo me está preguntando por esto. Sí que hay mujeres guitarristas flamencas que me motivan, como Marta Robles, de Las Migas, Mercedes Luján o Antonia Jiménez, pero no pensé en ellas en este caso. Ya hay nombres propios de mujer en la guitarra, no son muchos, y sobre todo les falta visibilidad», explica.

La Tremendita cree que este disco es fruto de su evolución natural, que es la de una persona inquieta («tengo demasiada hambre de probar cosas», confiesa varias veces en la entrevista), pero que nunca ha pretendido romper nada, ni revolucionar nada. Nominada dos veces a los Premios Grammy Latinos como mejor álbum flamenco (con Fatum, publicado en 2012, y Delirium Tremens, en 2018), su despegue de la tradición comenzó a fraguarse en 2015, con la publicación de Qasida, un disco en directo junto al cantante iraní Mohamed Motamedi. Su primer trabajo discográfico se publicó en 2010 (A tiempo), un álbum en el que entonces confesaba que había tratado de contener su interés de experimentar para mostrar su lado más tradicional y no resultar «demasiado pretenciosa» ni «renegar de lo que he hecho hasta ahora». Porque su carrera no comenzó ahí, sino mucho antes, como la de casi todos los cantaores, cantando en peñas de aficionados, festivales y concursos como el de Las Minas de La Unión, en el que quedó segunda. En paralelo, además, cursó «la asignatura de la danza», como lo llama ella, que es acompañar con su cante, pero también con su composición musical, a bailaores de la talla de Rocío Molina, Premio Nacional de Danza en 2010 y de la que fue pareja sentimental además de profesional durante algunos años. La danza, confiesa, le ayudó a abrirse a nivel creativo, porque su papel nunca fue el de mero acompañante del cante. Con una sonrisa, recuerda el día de febrero de 2010 en que, tras una actuación en el Festival Flamenco de Nueva York, el célebre bailarín Mikhail Baryshnikov entró a los camerinos y, además de arrodillarse ante la bailaora, quiso hacerse fotos también con la responsable de la música.

Tremendita dice ser hija de su tiempo, y sentirse bien si los oyentes la ubican cerca de Niño de Elche o Rocío Márquez, otros cantaores que están buscando su camino alejados de la tradición. ¿Se siente exflamenca entonces, como dice ser Niño de Elche en su pugna con la tradición? «Para nada –responde rápidamente–. Yo no soy exflamenca para nada, yo soy flamenca por los cuatro costados (...). Con algunos compañeros es verdad que siento más similitud, con otros menos, pero soy hija de mis tiempos y formo parte de esa corriente».

En esa genealogía, menciona a dos referentes: La leyenda del tiempo (1979), de Camarón de la Isla, y Omega (1992), de Enrique Morente, que en su día fueron extremadamente polémicos, con quema de discos de los aficionados más tradicionales incluida, pero hoy son considerados clásicos. «No es que sean clásicos ahora, es que, si te paras a analizarlos, ni siquiera en su día rompieron nada. Son dos discos flamencos, con otro ropaje sonoro», defiende.

Lo que ella quiere, explica, es contar el flamenco desde hoy: «Dentro de un siglo, si tú te pones el disco Tremenda vas a poder saber qué ocurría en 2021 tanto en la música como en la letra como en la sociedad, y creo que es muy importante que el flamenco se cuente desde hoy». En el proyecto la acompaña, en la producción y la creación, Pablo Martín Jones, que además de llevar años trabajando con Rosario lo ha hecho con gente como Fetén Fetén, La Shica o Martín Buscaglia. Laurent Berger colabora en las letras. Tremenda cuenta con nueve cantes y una versión, que parten de los palos del flamenco, pero son deconstruidos y arropados con músicas electrónicas construidas ad hoc. «Una cosa importante es que ni Pablo ni yo descargamos los sonidos de bancos sonoros. Todo forma parte del proceso creativo», indica.

La versión incluida en el disco es la canción Dime, de Lola Flores y el Pescaílla. Y cuenta que quiso hacerla porque quería reivindicar a las mujeres como Lola, fuertes, de carácter indomable, aunque desde su terreno. «Es que si quieres hacerlo como Lola ya te puedes acostar, porque no vas a conseguir igualar nunca a ese huracán de mujer». Ese terreno suyo incluye, además, parte de la rondeña de Ramón Montoya, que se entrelaza, una vez más, como apuntalamiento flamenco en medio de la electrónica. Su decisión de incluir esta versión tuvo lugar un par de semanas antes de que Israel del Santo, director de la serie documental Lola, sobre la Faraona, le pidiera participar con su testimonio. El flamenco ha evolucionado muchísimo, también, en relación a la discriminación y al machismo, «Mírame a mí, me ha cogido todo menos el tren: blanquita, paya, bollera, experimental… ¿Algo más? Sí, hija de Triana y de familia flamenca».

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