Histriónica. Prepotente. Provocadora. Soberbia. Alborotadora. Estos son algunos de los calificativos a los que Samantha Hudson se enfrenta cada día. Su estética pintoresca y su corazón sin frenos la han llevado a protagonizar algunas de las polémicas más sonadas en los últimos años. Sin embargo, ninguna de ellas ha conseguido hacerle mella. Al menos, la suficiente como para parar en seco. Ella sigue su senda reivindicativa sin hacer demasiado caso a los ecos ultras. Porque esta joven de 22 años es puro talento desbocado. Y, claro, ante ello resulta imposible ponerle correa alguna. “Yo siempre he sido muy adelanta a mi época”, asegura entre risas. Saltó a la fama cuando tenía 15 años, gracias a la canción 'Maricón'. Por aquel entonces, se trataba de un proyecto audiovisual que presentó en su instituto de Mallorca. Hoy, en cambio, esta pieza se ha convertido un símbolo de resistencia: revolvió a la Iglesia, al Defensor del Menor, a los partidos de derecha, a la organización ultraconservadora Hazte Oír… pero eso no impidió su éxito atronador.

“Soy maricón y me encanta la Iglesia, pero no me dejan entrar porque monto gresca. Siempre llevo top y minifalda. Soy muy fresca y se ve que a las monjas eso les molesta”, cantaba con toda la sorna del mundo. Desde entonces, se ha convertido en un icono LGTB que cuestiona, desde plataformas tan populares como Masterchef o los Premios Feroz, los roles de género, la heteronormatividad y cualquier otra convención a la que no le da la gana someterse. Es una lince desbocada. La Miranda Makaroff de los pobres. La reina de los bajos fondos. De hecho, su particular manera de contonearse ante los insultos, los empujones o los escupitajos se ha convertido en la bala más inteligente contra los discursos de odio. Ahí están, por ejemplo, los sutiles mensajes que lanza desde las canciones que conforman su segundo disco. En 'Liquidación total' (Subterfuge, 2021), que ha salido a la venta este viernes, no hace otra cosa que reafirmar la libertad con la que ella se mueve. “Disfruto del momento”, subraya en Disco Jet Lag. Por supuesto.

¿Cómo era Samantha Hudson antes de ser Samantha Hudson?

Eso es como preguntar qué había antes del Big Bang. Seguramente, exista una comunidad de científicos dedicados a averiguar qué había en mi vida antes de la eventualidad cósmica que es Samantha. Por aquel entonces, estaba Iván González. No porque yo quisiera, sino porque así era como me habían bautizado. Y no es hasta que yo decido rebautizarme cuando empieza lo que la prensa ha llamado trayectoria profesional.

¿Cuándo fue la primera vez que se presentó como Samantha?

En 2015, al cambiarme el nick de Snapchat: antes era Ivan Vajina y, desde ese verano, empecé a llamarme Samantha Hudson en todas mis redes sociales.

Un pensamiento muy adelantado para alguien tan joven, ¿no?

Sí, aunque jamás obligué a nadie a tratarme de otra manera. A día de hoy sigo manteniendo el mismo discurso: si me quieres llamar Iván, adelante. No obstante, a estas alturas, podría tener ciertos tintes transfóbicos. Mucha gente utiliza ese nombre para dar a entender que tenemos algún vínculo, pero creo que llamarme así demuestra que no existe ninguna conexión. Sí recuerdo que obligaba a bastantes profesores a tratarme en femenino porque me dio la ventolera de pensar que yo era una persona transgénero… tampoco iba muy desencaminada, honestamente.

La 'bomba' estalló con un proyecto escolar: 'Maricón', una canción protesta dirigida hacia la Iglesia. ¿Cómo se le ocurrió?

En Mallorca, existe una tradición navideña que se llama El Canto de la Sibila. Un día, mientras paseaba por Palma, decidí entrar a escucharla. Nada más poner un pie en ella, todas las feligresas se giraron y me miraron fatal. En ese momento, les dije: “La ira de un adolescente va a caer sobre vuestras cabezas”. Entonces, escribí un tema de cinco minutos y me grabé con el móvil. Pero, vamos, no estaba ni maquinando ni conspirando contra nadie.

Y triunfó.

Así fue. Las mejores cosas pasan así… de repente.

Samantha Hudson acaba de lanzar su segundo elepé, 'Liquidación total'. Alba Vigaray

Numerosas organizaciones ultraconservadoras se posicionaron en su contra. ¿Se podría decir que la Iglesia o Hazte Oír impulsaron su carrera?

Sí, este hecho fue tanto el pistoletazo de salida como la meta final. Me he empeñado toda mi vida en empezar la casa por el tejado y yo inicié mi carrera estando expuestísima. Luego, todo fue cuesta abajo. Y ahora es todo cuesta arriba. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que, más bien, fue un punto de inflexión porque yo ya me consideraba una súperestrella por aquel entonces: a raíz de Maricón, mi misión particular pasó a ser de interés público.

¿Cómo lo vivieron sus padres?

No dijeron ni . Yo pensé que no conocían el videoclip, pero más adelante escuché diversos comentarios y me quedé bastante sorprendida. Creo que fueron muy inteligentes en ese aspecto, pues la gente tiende a dar su opinión sobre cosas de las que no tienen ni idea. Sobre homosexualidad ya tenían los esquemas conformados por culpa de mi hermano, que me saca siete años y comparte trabajo conmigo. Ser maricón es mi profesión. Sin embargo, el travestismo era algo nuevo para ellos, así que decidieron mantenerse al margen hasta que supieran proceder con propiedad. Nunca han llegado a hacerlo, por lo que supongo que aún no lo han entendido.

¿En alguna ocasión, se ha arrepentido?

Para nada. Desde entonces, toda mi vida ha girado en torno a Samantha Hudson. Me cuesta mucho imaginarme otro proyecto que no sea éste. Sobre todo cuando los cimientos y el eje central están tan definidos.

El obispo de Mallorca la excomulgó, ¿usted a quién se lo haría?

Al obispo de Mallorca. Bueno, a todo el mundo. La Iglesia funciona como los captadores de oenegés: te abordan cuando estás con las defensas bajas y, de sopetón, te encuentras donando una mensualidad sin saber muy bien a qué contribuyes. Con lo difícil que es apostatar, excomulgación para todos. Odio la burocracia.

En 'Dulce y bautizada' sostiene que "ahora la moda es ser cristiana". ¿Qué relación mantiene con Dios?

Tal vez habría que preguntarle a Dios qué relación tiene él conmigo. Hasta la fecha, me considero atea. Bastante. La religión es un reflejo de la falta de esperanza. No necesitamos una fe que nos prometa una vida mejor después de la muerte, la que tenemos ya es buena de por sí. En cualquier caso, no voy a dar una paliza a mi abuela por ir a misa.

Hay mucha gente que no es religiosa, pero cree fervientemente en San Judas Tadeo. ¿Usted tiene algún santo de referencia?

Sí, Santa Águeda. Ella lleva las tetas en una bandeja porque los romanos se las amputaron después de torturarla. Es increíble. Las santas son chulísimas. En cambio, lo santos, a excepción de Sebastián que es maricón, son superaburridos.

Imagino que descarta, entonces, pasar por el altar.

Jamás lo haré por la Iglesia. Mi objetivo matrimonial es ir a Las Vegas, emborracharme, casarme con el primer hombre que me encuentre y no volver a verle nunca más.

Para muchos, usted es 'la reina de los bajos fondos'. ¿Quién le ha dado esa distinción?

No tengo ni idea. Suena muy bien, no te voy a engañar: The Queen Of The Underground. Cuando lo traduces al español, queda muy chabacano… pero es mi rollo total. Vete tú a arrebatarle los títulos a la duquesa de Alba.

¿Le molesta cuando la llaman en masculino?

No, yo misma confundo el género a todo el mundo. Me fastidia cuando lo hacen intencionadamente: si yo fuera una mujer trans, entendería por lo menos la mezquindad detrás del comentario. Pero, siendo una travesti que lo reconoce siete veces por segundo, resulta muy absurdo. Me chupa el coño que me llamen Samantho o Iván, ya lo hago yo misma en todas mis intervenciones.

¿Qué opinión le merecen las feministas que se han posicionado en contra de la Ley Trans?

Gilipollas hay en todas las ideologías, géneros y colores. Me parece miserable y cruel porque van en contra del progreso. Posicionarte en contra de uno de los colectivos más discriminados y violentados del sistema es vergonzoso. ¿Qué objetivo tiene?

Imagine que fuese la presidenta del Gobierno y tuviera el poder para cambiar cualquier cosa, ¿qué haría?

Abdicaría. Mi primera norma sería irme a tomar por el culo. Ocupar un cargo político es peor que ser supermodelo.

Podría ser corrupta.

No lo creo. Seguramente, haría algo divertido... aunque el listón está muy alto después de que varios personajes sacaran un adoquín y una impresora en un mitin político. 

Seguro que engancharía al electorado.

Soy una chica de contradicciones. Odio el concepto de nación, pero me siento muy española, como Penélope Cruz. Me gustan las cosas buenas que veo en mi entorno.

¿Cambiaría la bandera?

No entiendo muy bien esa necesidad. El problema reside en la existencia de la etiqueta nación ciudadano. Modificar los colores no resolvería nada.

¿Qué país le gustaría encontrar de aquí a unos años?

Una España molona, chula y megaguay del Paraguay.

Samantha Hudson posa en las oficinas de Subterfuge, la discográfica con la que saca su nuevo álbum. Alba Vigaray

En los últimos meses han aumentado las agresiones LGTB. ¿Se siente segura en Madrid?

Me siento segura, pero no sé si por insensata. Ser LGTB, mujer o persona racializada te expone a una violencia explícita. ¿Me siento en peligro? Creo que sí, porque no se ha solucionado el problema de raíz. Ahora bien, también me considero una privilegiada porque hay mucha gente que vive en pueblos o barrios conflictivos que han avanzado un pelín menos en cuestiones sociales.

¿Qué le propondría a Isabel Díaz Ayuso si estuviera aquí sentada con nosotros?

Le eructaría en la cara. A palabras necias, oídos sordos.

A lo largo de su vida, ¿ha vivido algún episodio desagradable?

Muchos. Qué persona del colectivo no ha sido discriminada. El paquete básico de gritos, patadas, escupitajos resulta bastante común. Lo más doloroso es que se cuestione tu propia existencia y se te pida que justifiques todo lo que haces.

Sobre todo, cuando eres una niña o un niño.

El bullying es algo implícito en la gente cis heterosexual. Tú no eres maricón porque quieras, sino porque te lo dicen. De la misma forma, tú no eres una persona disidente del género porque te apetezca estar oprimide. Lo eres porque hay dos etiquetas muy restrictivas en las que, quizá, no te apetece encajar o no puedes.

¿Se puede ser gay y de ultraderecha?

Ya te he dicho que existen gilipollas de todos los colores. Muchísimos. Yo, por ejemplo, canté en el cumpleaños de unos maricones peperos. Fue muy divertido: puedes ser un imbécil, pero encantador.

¿Qué es lo que más le enerva de la política actual?

La lucha de egos. Hoy en día, se tiene muy en cuenta quién posee el poder y quién alcanza más popularidad. Se ha dejado de lado tanto el diálogo social como la protección de los intereses colectivos de la ciudadanía de a pie, que son los que más sufren.

Durante mucho tiempo se ha debatido sobre qué hacer con los restos de Franco, ¿cuál hubiese sido su decisión?

Me habría hecho una mesita de café con el féretro. Otra opción hubiese sido repartir sus cachitos en distintas publicaciones semanales y entregarlos por fascículos. En el número 1, una falange. Y así. Es una buena forma de incentivar la prensa.

Actualmente, vivimos un tiempo de cierto aperturismo en lo que a salud mental se refiere, en parte gracias al testimonio de numerosos personajes públicos. ¿Usted ha necesitado ayuda?

Yo tengo muy buena química cerebral. Además, en mi casa nunca me ha faltado nada. Siempre han sido muy comprensivos con todo lo que engloba mi carácter. Por lo que, cuando lo tienes fácil dentro y te importa una mierda lo que pasa fuera, es mucho más sencillo no tirarse de los pelos. La razón por la que la gente está tan mal es por culpa del capitalismo. Es insostenible. Entre buscar trabajo, tener una vida social plena, quedar con las amigas, mantener relaciones sexuales… no somos capaces de gestionar nada.

¿Tiene algún amor platónico?

Yo misma, mis amigas y mi familia. Luego, si me surge un romance, genial. Pero eso no hay que buscarlo porque puede que nunca lo encuentre. Tampoco quiero que mi estado anímico dependa de una persona que viene o va.

¿Cuál es su mayor miedo?

Cuando alcanzas los circuitos 'mainstream', surgen muchas contradicciones. Me da terror dejar a un lado las reivindicaciones y la ética que yo intento cumplir a rajatabla.

Bajo la bandera del humor, ¿se puede decir cualquier cosa?

No. Hay casos en los que puede ser una justificación para hacer comentarios que, situados en otro contexto, resultarían ofensivos. Eso de que el humor no tiene barreras es una mentira construida para que determinadas generaciones puedan permitirse el lujo de no avanzar en su pensamiento. Las bromas tienen que ir de la mano con el progreso. Si no, simplemente estás desfasado. Y para escuchar algo anacrónico me pongo una cinta de Arévalo.

Se ha erigido como un referente para muchos adolescentes que están en proceso de construcción de su identidad. En su caso, ¿en quién se fijaba?

Putilatex, L-Kan, Chico y Chica… Cuando tenía 15 años, aspiraba a ser Paris Hilton, Ashley Tisdale o Lindsay Lohan. Todas las petardas que constituían el arquetipo de mujer de los 2000 siempre me fascinaron.

Para muchos, la generación Z supone un punto de inflexión necesario.

El mundo funciona como una rueda: tienes un modelo social que todas las personas asimilan hasta que se produce un conflicto. Entonces, los jóvenes lo intentan resolver, derrocando lo anterior y construyendo los cimientos de un nuevo modelo de sociedad. Cuando yo sea vieja, me encantaría que llegasen otras chicas con ganas de volver a ponerlo todo patas arriba.

En la era de lo digital, apuesta por el formato físico para sacar sus canciones. Curioso.

En el momento del streaming, viva lo analógico. Para mi generación, el CD es el nuevo vinilo.

¿Cuál es su favorito?

El disco que me ha inspirado para escribir mis temas es ElectroSpain, un recopilatorio de todos los grandes éxitos del electro-pop de nuestro país.

¿Le da miedo morir de éxito?

No porque yo ya he estado cobrando una miseria y he pasado por etapas en las que nadie se acordaba de mí. Ni tenía entrevistas ni hacía bolos. Si se me acaba el chollo, pues fin. Siempre me he considerado una superestrella y, en paro o no, superestrella me quedo.

¿Para qué sirve el dinero?

Para vivir bien y para comprarme modelos.

De existir, ¿qué tendría la hamburguesa McSamantha?

Dos panes de brioche con un par de algodones mojados en vodka.

Se lo podría pedir a los Reyes Magos.

Prefiero otra cosa.

¿Cómo qué?

Que me dejen tranquila.

¿Quienes?

Todos. Es lo único que pido.

Sus próximos conciertos

Granada | Sala Industrial Copera (3 de diciembre)


Málaga | Sala París 15 (18 de diciembre)


Murcia | Plaza de Toros (19 de diciembre)


Bilbao | Teatro Campos Elíseos (28 de diciembre)


Barcelona | Razzmatazz (8 de enero)


Salt | La Mirona (11 de enero)


Vilanova i la Geltrú | La Daurada (12 de enero)


Madrid | Ochoymedio Club (19 de febrero)


Santander | Espacio Santander (25 de marzo)