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Música
Maria Arnal Cantante

«Clamor’ tiene mucho de la energía de un renacimiento»

En primer plano, Maria Arnal, junto a Marcel Bagés, detrás. | | LP/DLP

La cantante Maria Arnal es la mitad del dúo barcelonés que integra con Marcel Bagés, que se erige en uno de los proyectos musicales más potentes de los últimos años en España, y que, después de su exitoso ‘45 cerebros y 1 corazón’, presenta su segundo álbum, ‘Clamor’, en el Monopol Music Festival. 

Su nuevo disco, Clamor, es un giro sonoro y estilístico con respecto a su celebradísimo debut, 45 cerebros y 1 corazón (2017). ¿Esa mutación fue intencionada, como rezan los versos de su primera canción, Milagro: «Volver a empezar de nuevo, aunque el viento sople de cara»?

Totalmente. Hay una parte que es incontrolable, simplemente, por el hecho de estar vivos y crecer, que significa siempre cambiar. Y luego, por otro lado, por las ganas de experimentar y de seguir descubriendo todas las formas que podemos tomar cuando crecemos. Al final, Clamor es un disco que juega a ser otros personajes, otras voces. Es un disco muy fantasioso, situado mucho más en el terreno de la imaginación y la ficción, y es un disco que tiene también unas emociones que lo sostienen, que son emociones que aparecen siempre en momentos de transformación profunda. Para mí, tiene mucho la energía de un renacimiento, como una transformación muy profunda en la que puedes reconocer el sonido de 45 cerebros, porque, al final, hay mucho de allí que está también en Clamor, pero, sin embargo, el paisaje y el cuerpo se abren a otras formas con poderío, y al mismo tiempo, con vulnerabilidad.

El sonido evoca unas atmósferas envolventes a partir de texturas electrónicas y voces corales, que incorporan desde la inteligencia artificial de Holly Herndon a pájaros y cabras de un rebaño de Badalona. ¿Cómo fue el proceso creativo?

La verdad es que fue bastante natural, porque tanto Marcel como David [Soler, productor del álbum] y yo somos personas muy curiosas y, a pesar de que todos tenemos bastante definido cuál es nuestro instrumento, nos encanta pensar la música más allá del instrumento propio, así que empezamos a jugar y a jugar, y lo que veíamos claro es que Clamor tenía que ser un viaje y en cada canción transportarte casi como dentro de muchas voces. Pero estas nos pedían que las invocásemos y que, además, no solo fueran voces humanas, sino que nos pedían imaginar más allá y usar nuestros instrumentos de maneras distintas, con muchos coros y texturas y ritmos, que dan la sensación de ir pasando por diferentes paisajes.

«En este disco, el paisaje y el cuerpo se abren a otras formas con poderío y, a la vez, vulnerabilidad»

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¿Con qué voces conecta su voz en Clamor?

Creo que son muchos referentes inevitables, desde la estela de Björk a cantautoras como Violeta Parra, pasando por la música más experimental, como Pauline Oliveros e, incluso, otras artistas más pop. Como estamos constantemente intentando aprender, creo que conectamos con inspiraciones muy diversas.

Las letras del álbum reflexionan sobre nuestra capacidad de imaginar, cuidar y convivir en un contexto de incertidumbre. ¿Cómo se ha infiltrado la realidad de la pandemia en el disco?

Totalmente. La primera idea siempre fue hablar desde un lugar diferente al lugar de 45 cerebros, pero, claro, luego hemos vivido esta pandemia, que nos ha transformado a todas las personas. En mi caso, y me atrevo a decir que en el de cada una de las personas de este equipo, creo que nos ha hecho más humildes, nos ha hecho aprender que igual dábamos por sentadas cosas que no necesariamente lo eran. Luego, con el apoyo de la gente que nos sigue, que vemos que ha hecho las canciones suyas y nos dice que hemos puesto palabras a emociones que no sabían identificar, hicimos un disco que habla del renacimiento pero no en un sentido naif, sino que es un disco que habla de ese renacimiento después de haber estado realmente a oscuras. Y eso también se transmite, porque no construimos un mensaje autocomplaciente o fácil, sino directo y complejo, que creo que puede emocionar, provocar, transformar, inspirar, que es lo que buscamos siempre en una canción.

Al igual que 45 cerebros, este es un disco claramente político y crítico, pero ¿es también un «clamor» de esperanza?

Totalmente. Todas estas emociones están ahí; algunas con letras más metafóricas, como Meteorit ferit, que habla de esa idea de que, dependiendo de cómo abraces la vulnerabilidad, o bien la consecuencia de la relación con la emoción es la ira o la destrucción, o bien puede ser un puente que te lleve también a entender otras vulnerabilidades, y puede realmente transformar tu manera de empatizar con los otros. Luego, hay otros ejemplos, como la canción Tras de ti, que es tan dramática o, incluso, agresiva en el arreglo, pero tiene un estribillo muy luminoso. Creo que hay bastante tensión en el disco, que también es intencionado y, al mismo tiempo, natural.

«No construimos un mensaje fácil o autocomplaciente, sino directo y complejo, que puede transformar»

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«Yo le cantaré a este final / sin melancolía / porque en cada átomo / temblará una utopía», dicen las letras de Tras de ti.

Exacto, esa es la tensión a la que me refiero: hablar de finales, de algo que termina, pero también de algo que renace, que sueña y que imagina.

Después de un debut tan aplaudido, ¿hubo vértigo en el salto a este nuevo disco?

Sin duda, claro, pero también aprendes a convivir con eso y, al mismo tiempo, a seguir la intuición, como la que nos llevó a hacer el primer disco, y que nos ha llevado también a este segundo. Al final, la música es siempre nuestra ambrosía, nuestro veneno, nuestra poción mágica.

Y además, parece que por fin se vuelve a degustar en directo.

Cierto, por fin. Además, tenemos muchas ganas de ir a Gran Canaria y actuar en un espacio público abierto, donde compartimos escenario con Alizzz en un festival que nos parece muy guay, así que estamos contentos por poder estar en este cartel.

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