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Bohigas: clave para una época de ilusión

La Escuela de Arquitectura acogió en 1988 su intervención sobre Universidad y Ciudad

Casariego (a la dcha.) presenta a Bohigas en 1988, en el XX aniversario de la Escuela.. |

Estos días hemos despedido a Oriol Bohigas, arquitecto y urbanista, de perfil amplio y enorme legado, al que las reseñas se refieren como ‘urbanista, pensador, intelectual y agitador’, ‘artífice del urbanismo barcelonés’, ‘gran agitador cultural’, ‘padre de la nueva Barcelona’ y tantas otras fórmulas de reconocimiento a un profesional plural y comprometido con la sociedad, la cultura y en particular con la construcción de la ciudad.

A mi memoria vino la última vez que le recuerdo en Canarias, en 1988, en los actos de celebración del XX Aniversario de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, adonde acudió, junto con Robert Krier, invitados por el entonces director de la Escuela, Joaquín Casariego, a departir sobre Universidad y Ciudad, que era entonces uno de los principales temas de atención. La Escuela apenas estrenaba nuevo edificio, en el Campus de Tafira, abandonando finalmente la parte del Instituto de Tamaraceite que había ocupado hasta entonces, lo que de algún modo marcaba el inicio de una mayoría de edad, en el contexto de la naciente Universidad, símbolo entonces de la apuesta por la educación y la cultura. Fue una celebración muy especial, con la entrega de la primera orla de la Escuela de Arquitectura, que reunió a veinte promociones. Y como colofón la música de Caco Senante, en un auténtico fiestón que hizo vibrar los cimientos del nuevo recinto universitario. Toda una expresión de la efervescencia de aquellos momentos.

Fue una referencia en la ciudad, donde participó en el Concurso de los Márgenes del Guiniguada

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Entonces, todo era nuevo, y la embriaguez colectiva por la reconstrucción del país, por la modernización de las ciudades, por la recuperación de los vínculos culturales con el resto del mundo, marcaba una época llena de ilusión. Y en esa época, Oriol Bohigas fue un referente fundamental, no solamente para Barcelona y Cataluña, sino para el mundo, incluida Canarias, donde sus enseñanzas y ejemplos fueron esenciales.

De Universidad y de Ciudad, habló Bohigas en su charla. En ambos campos se había implicado directamente, no solo como profesional o docente, sino en puestos de responsabilidad donde lideró la gestión de lo público, y fue capaz de aunar voluntades e insuflar la ilusión y ánimo que son necesarios para llevar a término los grandes proyectos. Esa conferencia fue, no obstante, un momento más, pues la influencia y referencia de Bohigas para Canarias, y en particular para Las Palmas de Gran Canaria, fue una seña constante de aquellos años. Además de su participación directa en iniciativas como el Concurso de los Márgenes del Guiniguada, o algunas muestras de arquitectura, su ejemplo era una cita recurrente. En la universidad, que debía armarse como centro cultural, así como de implicación y encuentro social. En la ciudad, que, como todas en el país, anhelaba superar la pátina gris de cuarenta años de franquismo, y llenarse de luz y de vida, recuperando sus centros históricos, su frente marítimo y su identidad, pasando a formar parte de las redes de ciudades dinámicas. En los debates apasionados de aquella época y con la referencia de Bohigas, recuerdo especialmente a tantas personas queridas que ya no están. Por supuesto a Joaquín, cuyas palabras sobre Bohigas he echado tanto de menos en estos días. Y también a Manolo García Gómez, tan involucrado en la cultura, en especial desde el Colegio de Arquitectos de Canarias, a Domingo González Chaparro y Carmelo Padrón, tan comprometidos en la construcción del mundo nuevo, e involucrados en la renovación urbana de Las Palmas de Gran Canaria.

Impulsó en la Escuela debate apasionados con personas que ya no están: Casariego, Padrón, García Gómez y González Chaparro

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Pocas cosas son tan emocionantes como las tareas colectivas, aquellas en que cada elemento cuenta, y donde se comparte un sueño, que, a fuerza de imaginarse, termina alcanzándose. Es en ese medio donde habita Bohigas, siempre desde su rol como profesional de la arquitectura y el urbanismo.

La última vez que tuve el privilegio de saludarlo, fue en el año 2004, en Madrid, en el acto del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, presidido por Carlos Hernández Pezzi, en el que se entregaba la Medalla de Oro de la Arquitectura a Luis Peña Ganchegui, cuyo discurso pronunció Oriol Bohigas. Además del reconocimiento y alabanzas a la maravillosa obra de su compañero, Bohigas aprovechó la oportunidad para señalar, como siempre hacía, aspectos que desde el ejercicio de la arquitectura y el urbanismo debíamos atender. Subrayó así, la importancia de ‘defender la arquitectura de la arbitrariedad y ampulosidad de los monstruos del capitalismo y del liberalismo abusivo y especulativo’. Seguiremos revisando su estela a través de sus obras y escritos.

Vaya este pequeño recuerdo, desde Canarias, como una muestra más de respeto y agradecimiento.

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