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Música | Centenario del fallecimiento de Camille Saints-Saëns

Canarias en la obra del genio Camille Saint-Saëns

El compositor francés Camille Saint-Saëns mantuvo un idilio con las Islas que se prolongó durante 20 años que coincidieron con su etapa más prolífica e importante

Camille Saint-Saëns en Las Palmas en el año 1909. Imagen de J. Alonso rescatada del Château Musée de Dieppe (Francia). | | LP/DLP

La relación que el compositor francés Camille Saint-Saëns (París, 1835 - Argel, 1921) mantuvo con Canarias es parte indisoluble de su brillante biografía ya que su interés hacia las Islas resultó siempre intenso y fructífero y sus visitas al Archipiélago marcarían una parte importante de su producción artística a modo de inspiración. Además, sus viajes a las Islas se prolongaron durante 20 años, entre 1889 y 1909 de forma consecutiva, periodo que coincide con su mejor época creativa.

Durante esos años, el autor de obras tan célebres como Les marins de Kermox, Sansón y Dalila o Brunehilda, visitó las Islas en siete ocasiones y creó obras dedicadas al Archipiélago de una calidad y originalidad indiscutibles.El próximo jueves, 16 de diciembre, se cumple el centenario del fallecimiento del músico y, por este motivo, se están realizado en la capital grancanaria una serie de conciertos y homenajes hacia su figura. Uno de ellos tendrá lugar precisamente hoy, a las 10.30 horas, en el Gabinete Literario donde se interpretarán algunas de esas obras que Saint-Saëns compuso para Canarias. El siguiente, más centrado en su relación con otros compositores del Archipiélago, será el próximo domingo, a las 12.00, en este mismo espacio.

La obra de Saint-Saëns es elegante y precisa en el detalle porque combina el estilo lírico de la música francesa del siglo XIX con una mayor calidad formal. Es un precursor del neoclasicismo musical, con una música aunque aparentemente sencilla, también más elaborada, pero con una escritura virtuosística en todos los ámbitos. Entre sus trabajos destacan obras sinfónicas de la calidad de La rueca de Onfalia (1871), Phaéton (1873), Danza macabra (1874) y La jeunesse d'Hercule (1877), Y de sus conciertos hay que citar el segundo, tercero y cuarto para piano, en sol menor (1868), mi bemol mayor (1869) y do menor (1875), con un esencial virtuosismo para el instrumento solista. Sin embargo, su mejor obra es indudablemente Sansón y Dalila, (1877), tanto por su vigoroso planteamiento escénico y teatral como por la fuerza de los coros y la amplitud descriptiva del ambiente que recrea. Será, precisamente, a partir de aquí cuando Saint-Saëns realiza obras tan importantes y aclamadas como Henri VIII (1883), Ascanio (1890), Déjanire (1898), los dos Conciertos para violín en do mayor y si menor (1879 y 1880), la Sinfonía en do menor con órgano y dos pianos (1886), el quinto Concierto para piano (1895), o su fantasía zoológica El carnaval de los animales (1886), quizás su obra más popular.

Caricatura del Saint-Saëns viajero realizada en 1890 por Giraud Charles. | | LP/DLP Alberto García Saleh

Eso sin olvidar otro tipo de piezas pertenecientes a los géneros más variopintos como las canciones de cuna que compuso tras el nacimiento de sus hijas.

El violinista grancanario Dionisio Rodríguez Suárez es el único miembro español de la Societé Camille Saint-Saëns de Francia. Y es el único que se ha especializado en la relación que tuvo el compositor con España y, más concretamente, el Archipiélago. Rodríguez es, por lo tanto, un máximo especialista de su figura en lo concerniente a esos años vitales de su carrera. Sin embargo, y a pesar de sus logros artísticos, al abordar la biografía del autor francés salen a relucir episodios no tan amables como los anteriormente descritos.

“Saint-Saëns tuvo varios episodios trágicos, entre 1887 y 1888, de tipo familiar, y sucesivos, como fueron la muerte de sus hijos, la separación de su mujer y la muerte de su madre”, señala el experto. En primer lugar, su desgraciado matrimonio en 1875 con Marie-Laure Truffot, tuvo como fruto dos niños que murieron de forma trágica con corta edad, lo que le levó a su separación definitiva de ella. Esto, unido a su nunca oculta homosexualidad, no le ayudó a conseguir el sosiego en el seno de la sociedad europea, que lo aplaudía, lo respetaba, lo admiraba y lo tenía como uno de los más grandes músicos de la historia.

Pero el éxito social no iba parejo con el personal: su primer hijo se mató tras caer por la ventana de su vivienda en París, y el segundo desnutrido porque la madre no lo pudo amamantar tras el disgusto de la muerte del primero.

A todo esto hay que unir, porque coincide en el tiempo, los problemas que Saint-Saëns tuvo para sacar adelante la premier de la ópera en la que había estado trabajando para la Gran Exposición Universal de París, y que los empresarios finalmente pospusieron. Como consecuencia, Saint-Saëns entró una depresión de caballo, con intentos de suicidio. Y como el músico se quiso quitar de en medio emprendió un viaje por España en el que no le daba su dirección a los franceses.

Uno de los motivos de elegir nuestro país fue porque el músico francés era un hombre que tuvo una salud pulmonar muy precaria desde niño y al que los inviernos parisinos le hacían un daño enorme. Su madre y abuela eran viudas, y como de joven no tenía medios para salir de la ciudad, padeció de una bronquitis aguda. Ya, en la edad adulta, la situación cambió, y el compositor, antes de ir a Canarias, realizó dos viajes a Argelia, que por entonces era una colonia francesa. Pero el ambiente del país africano no le convencía y lo intentó de nuevo con el sur de España. Los inviernos de Andalucía tampoco eran lo que él buscaba, aunque este cambio le sirvió para oír de las Islas Canarias.

En diciembre de 1889 el músico realiza una tercera búsqueda de ese paraíso y las Islas se convierten por fin en el remedio milagroso que necesitaba. Se quedó encantado no solo por la climatología, sino por el ambiente cultural que entonces se vivía en Canarias.

Canarias en la obra del genio Alberto García Saleh

Precisamente, Dionisio Rodríguez publicará en la próxima primavera el libro La fuga de Saint-Saens, 1889-1890, que cuenta, desde el punto de vista español, todo el episodio de la primera vez que vino a las Islas. En ese libro se incluirá cosas relacionadas con el centenario de su fallecimiento con un apartado que incluye los fondos de Saint-Saëns justo antes de venir a las Islas, todos sus objetos personales, muebles, documentos, partituras, condecoraciones, y elementos relacionados con Canarias y España.

“Encontré el diploma del Gabinete Literario como socio honorario de Saint-Saëns. Atesoró una cincuentena de cartas, postales o fotografías de gran tamaño de Gran Canaria y Tenerife, de todos los sitios que visitó en Telde, Teror, La Orotava, Icod, Las Laguna, Santa Cruz o Las Palmas, y que están a punto de editarse. Lo máximo ha sido encontrar, entre mil cartas suyas, en la mediateca de Dieppe, misivas de los más preclaros canarios de la época, como el doctor Chil Naranjo, Manolo Millares, el padre Cueto, músicos como Bernardino Valle o Santiago Tejera, Candelaria Navarro, que son de los que desarrollaron algunas de sus obras», aclara.

El experto recuerda un episodio impresionante del compositor producto de su relación con Jean Ladeveze que era vicecónsul de Francia en Las Palmas y que regentaba una tienda en la calle Malteses y poseía una finca en el volcán de Gáldar dedicada a la cochinilla. “Allí Saint-Saëns se encontraba extraordinariamente bien y allí estuvo retirado de Las Palmas desde 1897 a 1898 y algunos años posteriores, puesto que el conocimiento que tenía de la ciudad, y las muchísimas solicitudes que tenía de conciertos, le agobiaban».

Al final, el compositor realiza siete visitas que duran más entre tres o cuatro meses en las que tiene una gran actividad productiva en todos los órdenes. «Un de sus amistades más llamativas es un personaje olvidado de la cultura canaria, llamado Aquilino García Barba», señala Rodríguez. «Él y su hijo, constituyeron junto a Saint-Saëns el primer grupo astronómico de Canarias bajo la Societé Astronomique de Francia».

Era un grupo de siete personas que, desde Las Palmas, estuvieron enviando informaciones al boletín del país vecino que se publicaron en su momento. «El grupo astronómico constituyó en 1887 y fue el comienzo de la astronomía organizada a nivel de España», añade a continuación.

Excursión al Monte Lentiscal con la Sociedad Filarmónica en 1897. De L. Ojeda. | | LP/DLP Alberto García Saleh

Pero Saint-Saëns era además un hombre muy generoso como lo demuestra el que ofreciera un concierto a beneficio de la construcción del hospital asilo de San José en el Puerto, o que ganara mucho dinero pero muriera prácticamente pobre. Durante su estancia en Las Palmas, el compositor se dedicó a dar paseos, ir al Gabinete Literario, e incluso escribió un artículo para el Diario de Las Palmas el 10 de junio de 1899, con motivo de la inauguración del alumbrado eléctrico de Las Palmas de Gran Canaria, donde realizaba una inteligente argumentación sobre el progreso.

Tras su marcha a Francia, al año siguiente, el músico mandó a las Islas las partituras de sus obras Vals Canariote y Campanas de Las Palmas. Y como contrapartida, el director de la Banda de Música de Las Palmas le compuso el pasodoble Saint-Saëns. Poco después el músico francés le devuelve otra llamada Granadera canaria.

«Era un hombre que nació en 1835 y murió en 1921. Tuvo un larguísimo recorrido. Atravesó el siglo XIX y sus contemporáneos famosos como Tchaikovski, Verdi o Schumann fueron muriendo antes que él», señala el experto. «Él llegó al siglo XX donde ya existían otras corrientes con compositores como Debussy, Ravel, Stravinsky e incluso los nacionalistas como Falla. Y él siguió su rumbo».

Sobre su producción artística, «yo destacaría su música de cámara, que es de una calidad increíble y que está injustamente olvidada. Desde sus quintetos compuestos con solo quince años, hasta las que hizo en Las Palmas. Y también sus conciertos como el número 3 de violín».

Rodríguez subraya que «hemos hecho una reconstitución de esas partituras compuestas para Canarias para que las puedan tocar ahora de forma más precisa», añade.

Aún así, las principales obras del músico francés, teniendo en cuenta que tiene cientos de composiciones, están las más conocidas: Sanson y Dalila y El carnaval de los animales. A los que Rodríguez añadiría El concierto nº 1 para violonchelo, Los conciertos de violín 1 y 3, dedicados a Pablo de Sarasate, además de la Introducción y rondó caprichoso. «Pero yo recomendaría mirar recordar su maravilloso Concierto para violonchelo que en España lo estrenó Pablo Casals que lo conoció de jovencito. También alguna obra de cámara que hizo con Granados, al que Saint Saëns tenía un grandísimo afecto, ya que mucha de su música está escrita para cuatro manos». Su relación con España se materializa también en que Saint-Saëns escribió una jota aragonesa, un capricho andaluz, o un vals canario, aparte del carácter español que impregna varias de sus obras porque «el discurso francés orientalista incluye a España en ese mundo oriental por ese pasado árabe», añade.

Durante las últimos años de su vida Saint-Saëns fue interesándose cada vez más por la música popular árabe. Acariciado por el honor y la fama, terminó casi repentinamente sus días en Argel, donde pasaba el invierno desde hacía ya algunos años, poco después de la Primera Guerra Mundial, época en que figuraba entre los nacionalistas más ardientes.

Homenaje en el Gabinete


Las actividades con motivos del centenario de Camille Saint-Saëns tiene dos citas ineludibles en el Gabinete Literario. El primero tendrá lugar hoy domingo, a las 10.30 horas, en donde un dúo de canto y piano formado por Carolina Sosa y Sergio Alonso interpretará canciones suyas compuestas en Las Palmas y Pauline Viardot-García, gran amiga del compositor. La segunda será el próximo día 19, a las 12.00 hora, donde un quinteto de cuerda interpretará obras suyas, y de Turina, Granados o Valle. También como homenaje, el pasado 5 de diciembre, el Quinteto de cuerda de Gran Canaria con el pianista grancanario Victor Naranjo, actuaron en el Auditorio con piezas suyas, obras de Bernardino Valle dedicados a él y donde incluyeron una versión de uno de los ballets de la ópera Ascanio. | A. G. S.

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