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Federico Barrios | director de escena y coreógrafo de ‘el tiempo entre costuras’

«Los musicales tienen el poder de multiplicar las emociones del público»

Federico Barrios. | | LP/DLP

¿Qué pensó cuando le ofrecieron dirigir el musical El tiempo entre costuras?

Que no podía defraudar al público que ha leído la novela de Dueñas y al que ha disfrutado de la teleserie producida por Antena 3 que ha traspasado las fronteras de nuestro país. Una de los momentos que más me impactó fue cuando llamé a mi familia a Argentina para contarles que iba a dirigir un nuevo musical, y al decirles que era El tiempo entre costuras, mis tías me avanzaron que habían leído la novela y mis primas y amigas habían visto la serie. No sabía del impacto del título hasta que lo viví en primera persona. Sira ha enamorado a los lectores, y lo sigue haciendo. Por eso, no defraudar es el reto más importante al llevar esta novela al escenario.

¿A su juicio, qué elementos de la novela de Dueñas son explotables o vehículos ideales para convertirlos en un musical?

Sin duda alguna son la vida y aventuras de Sira que, como una adolescente, se trasforma en mujer. Cómo la fuerza de una soñadora se convierte en tenacidad y coraje. Es como un viaje iniciático, una historia de vida donde la protagonista se coloca en primera línea de combate. Todo lo que Sira emprende y decide es a través del amor. Pocas historias de mujeres de este calibre han sido llevadas al teatro musical.

¿A qué atribuye esa magnética atracción que ejercen los musicales sobre el gran público?

Creo que es un género que supo renacer de sus cenizas en estos últimos 15 años. Las apuestas de las productoras han ido creciendo a medida que el público exigía más musicales y mejores montajes. Madrid está situada como la capital número uno en teatro musical en español, y la tercera a nivel mundial detrás de Broadway y el West End. Los musicales tienen el poder de transportar al público hacia la magia, la fuerza y la belleza de los movimientos. A través de las canciones las emociones se multiplican y se simplifican, de esta manera llegan directo al corazón del espectador. Baile, luz, color y energía. Cada vez más los guiones están más comprometidos a no contar solo historias de princesas y reyes, sino historias de vida y de superación.

¿Trabajar con un reparto tan amplio le ofrece más posibilidades, pero también le exigirá una mayor labor de ‘engrase’ en la labor de dirección y definición de los personajes en el contexto de esta superproducción?

Siempre trabajo para buscar la verdad en la escena y el conocimiento de los personajes más allá de las palabras. No solo lo que vemos, sino lo que alimenta a cada carácter, y cada circunstancia que les toca vivir. No basta con que canten y bailen muy bien. A través de la palabra y de las emociones los personajes pueden transmitir y darnos a descubrir lo que está más allá de la piel para poder ver su alma.

¿Puede referirse al espacio escénico de la producción?

Además de la escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, las luces y el vestuario son imprescindibles en este montaje. Son parte del lenguaje y del viaje de Sira. El espacio escénico muchas veces está limitado y otras acotado por el diseño de luces, que no es fácil de llevar en un montaje de esta envergadura. Felipe Ramos, es el responsable del diseño de luces. Y en cuanto al vestuario, Marietta Calderón hizo un trabajo impecable, delicado y al detalle para recrear en más de 160 trajes los años 30 y 40 del siglo pasado.

Usted ya ha dirigido numerosos musicales de éxito. ¿Qué le brinda este género que no le dé la dirección teatral en sentido estricto?

Desde hace casi 30 años estoy enamorado del género musical. Desde que vi mi primer musical en el año 1992 mi vida se tradujo a través de canciones y bailes. Siempre había querido ser director de cine, pero a partir de ese momento, todo fue color, movimiento y cantar. El musical te permite jugar con el movimiento escénico, con el elenco y con una infinidad de detalles que en el teatro convencional a veces no sucede. Creo que el teatro musical es un gran género dentro de la cultura contemporánea, pese a que a veces separamos el teatro del teatro musical. Cada vez más esa línea de separación se hace más estrecha, y no es uno o el otro, sino la suma de ambos. Ser un artista de teatro musical conlleva muchos años de estudio, muchas horas y muchas disciplinas a dominar. No es fácil, ni lo será. Mi objetivo como director es poner a los intérpretes ante el desafío de actuar, interpretar y comprometerse con sus personajes. Ya lo logré con West Side Story y con el montaje Hoy no me puedo levantar, en México, en 2014, donde la escena y la palabra estuvo tan viva e intensa como en las grandes obras teatrales.

¿Qué necesita un musical para que despierte su interés?

La historia y el equipo creativo. Cada año cuando voy a Broadway veo los últimos estrenos, tanto de títulos conocidos como los de nueva creación. Me interesa todo tipo de musicales, pero en los últimos años me inclino más por las nuevas propuestas y montajes. En estas últimas dos décadas la forma de contar las historias y los montajes de musicales ha cambiado, y esta forma poco a poco va llegando a España.

La producción del musical Hoy no me puedo levantar supone un antes y un después en su carrera profesional.

En efecto. Entré en Hoy no me puedo levantar en el año 2005 como parte del elenco del infantil En tu fiesta me colé. A las pocas semanas de empezar los ensayos me pasaron al musical grande que se representaba cada noche. Era swing, y a las pocas semanas me ofrecieron ser el capitán de baile. Todo sucedió muy rápido. Estuve nueve años trabajo en este musical. Pero cada temporada iba avanzando a nivel profesional. Pasé de ser asistente de coreografías a coreógrafo residente y coreógrafo en la versión de 2013, a terminar por dirigir el montaje de 2014 en México. Todo fue sucediendo poco a poco, y fui formándome para poder estar a la altura de los desafíos que se ponían en mi camino.

¿Fue complicado abrirse un hueco en la escena teatral madrileña-española?

No lo fue, pero se hizo esperar. Desde que comencé mi carrera profesional en España en 2005, todo fue una serie de afortunadas y hermosas oportunidades que se presentaron en mi vida. Supe aprovecharlas. Cada año viajo a New York a formarme, al menos dos semanas al año. Un año estudio baile y otro dirección y/o interpretación. Si el teatro me brinda oportunidades, yo debo seguir formándome. Porque no se trata de lo que sé, sino de todo lo que me queda por aprender.

¿Ha escrito alguna vez un musical? ¿Si no lo ha hecho no se lo ha planteado nunca?

Sí, he escrito un musical que está por estrenarse dentro de dos años. Lo terminé de escribir en marzo de este año. Tengo muchas ganas de que vea la luz. Es un musical basado en una historia real, que tuve el placer de conocer a sus protagonistas. Por otro lado, ya tengo terminada mi primera novela, que muy pronto se publicará.

¿A su juicio, qué momento vive el musical en España? Algunos aseguran que asistimos a una crisis creativa con tantos musicales vacíos de contenido teatral.

Es verdad que solo se apuestan por musicales con un título que venda y que asegure una cierta cantidad de espectadores. Creo que el próximo paso es dar cabida y oportunidad al musical de creación propia. Hay mucho talento en nuestro país y hay que aprovecharlo. Además, el formato de mediano montaje, al menos en Madrid, no está explotado y tampoco tiene el apoyo de las productoras ni de los teatros. Es muy difícil dar voz y lugar a las nuevas creaciones, pero no hay que bajar los brazos. Hay muchos títulos que se repiten cada cierto tiempo, como si el público no quisiera ver otra cosa. Puede que esa crisis creativa sea por la falta de nuevos títulos y propuestas. El público quiere más y de mejor calidad. Si queremos ser como Broadway o el West End, tenemos que dar lugar a nuevas propuestas, tal y como sucede en esas grandes capitales del teatro musical.

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