La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Invocando viejos fantasmas

La banda sonora del documental sobre Wilson combina ‘remakes’, un tema nuevo y canciones perdidas de los 90, cuando el miembro The Beach Boys encarrilaba su vida

Brian Wilson en la gira de 2012. Ferran Sendra

Ya nos hemos acostumbrado al risueño Brian Wilson otoñal, felizmente rescatado del abismo, disfrutando de su legado y de compañías cabales, pero no siempre fue así: hay que retroceder hasta tres décadas atrás para ver por el ojo de la cerradura al genio desahuciado que trataba de librarse del inquietante psicólogo Eugene Landy. De aquellos años inestables vienen las canciones que constituyen el corazón de este álbum, banda sonora del documental de Brent Wilson (sin relación familiar) que reconstruye una vez más el prodigioso viaje del compositor principal de The Beach Boys. Un bonito tema de estreno, Right where I belong, firmado por Wilson y Jim James (líder de My Morning Jacket), con su esbelta dinámica melódica y sus armonías vocales, abre el álbum Long promised road con un mensaje candoroso: «Para mí, el amor, eso es lo que de verdad es la música / Sé que el amor es lo que realmente quiero compartir». Tal como diría aquel Brian Wilson adolescente que esbozaba sus primeras tonadas acariciado por la brisa del océano californiano. Y lo que sigue asombrando de su historia es que ninguna de las calamidades que sufriría en el futuro (la drogadicción, la enfermedad mental, la traición) destruiría su halo de inocencia. Ni siquiera en aquellos momentos (1992-94) en que, tratando de salir de la niebla, elaboró con Andy Paley (del dúo pop The Paley Brothers, productor de Jonathan Richman) cinco apreciables temas rescatados en este disco.

Canciones inéditas que fueron concebidas en tiempos de rehabilitación y que, como las de otro disco frustrado, llamado Sweet insanity (también con Paley), quedaron congeladas a beneficio de otros proyectos. Nos saludan ahora con su soleada gramática beach boy y su secular melancolía (Must be a miracle) e invocando el viejo blues con atropello tontorrón (I’m broke). El número más disfrutable es Slightly American music, un homenaje a las fuentes del saber, a Elvis Presley y a Buddy Holly, al muro de Phil Spector («que ni los Beatles pudieron derribar») y a George Gershwin («cuando oigo Rhapsody in blue / siempre me hace llorar»).

La otra mitad del álbum apunta al remake de temas del viejo grupo. A excepción del tierno In my room (capturado en una toma en vivo), se trata de material alejado de su era surfera, con sendos guiños a Carl Wilson: The night was so young (que este cantó en The Beach Boys love you, 1977) y la canción titular, Long promised road, composición con su firma (original de Surf’s up, 1971). Todo ello da forma a una pieza más en el puzle wilsoniano, que este otoño ha sumado otro lanzamiento, At my piano, con versiones instrumentales de los clásicos, a solas con teclado, tal y como las escucharían por primera vez sus abrumados compañeros de grupo (y su adorable padre).

Compartir el artículo

stats