En los días del confinamiento de 2020 nos cantó ‘Afuera, la primavera’, a cuenta de la estación que no fue, y ahora evoca las ausencias, mientras va colocando el mantel y las servilletas para el banquete familiar, en ‘Como cuando estábamos todos’, fundiendo la melancolía con la alegría de vivir: “Quiero ser feliz, quiero ser feliz...”, repite al final el estribillo, haciendo de tripas corazón. Carmen Valenzuela cree que ya hay suficiente drama a nuestro alrededor y que corresponde “dar un poco de esperanza”, porque “cuando eres optimista, las cosas van mejor, para ti y para quienes te rodean”.

Ese espíritu envuelve el álbum ‘Desde mi balcón’, el segundo ya, de esta jurista que un día decidió dar una oportunidad a la pulsión íntima de cantar, acogiéndose a la idea de que en ningún lugar está escrito que en esta vida uno no pueda ser más que una sola cosa. Valenzuela es la diputada responsable del Turno de Oficio en Barcelona, y ahora también, la ‘letrada de la cumbia’, simpática marca que asume dichosa. “Me gusta interpretar la cumbia, y bailarla, y disfrutarla”, subraya ella, que abraza a la vez otros géneros, como la ranchera, a la que se acoge su adaptación de ‘La pared’, pieza de Roberto Angleró que en otro tiempo cantó Bambino a la manera flamenca.

Homenajes a Selena y Gilda

En el nuevo álbum agrupa las canciones en torno a sendos estados de ánimo: el más recogido (‘Balcón interior’) y el que mira de puertas afuera (‘Balcón exterior’). En el primero dominan las composiciones de Luis Troquel, mientras que el segundo abraza piezas de otros ámbitos, incluyendo los tributos a sendas intérpretes admiradas y truncadas antes de tiempo: la mexicana Selena (‘No me queda más’) y la argentina Gilda (‘Paisaje’). La asociación con Troquel, que además de escribir canciones es un consumado periodista musical (y colaborador de este diario), ha sido providencial. “Me ha acabado de definir como cantante”, estima. “Coincidimos en querer expresar sentimientos profundos con un toque esperanzador y alegre”. Se advierte en el tema de apertura, ‘Que pase y no pase más’, e incluso entre los pliegues de la balada ‘Todavía aquí’, con sus lánguidas vistas al “cielo confinado”.

Ella sueña ahora con ofrecer conciertos, después de su carrerón como reina del karaoke. Todavía se le puede ver en ocasiones subiendo al escenario móvil de ‘La kedada’, allá donde todo empezó. De ahí salió el impulso para grabar la maqueta que llegó a manos del que sería su gran valedor, Justo Molinero. “Hay gente que te promete cosas y no las cumple, mientras que él, en cuatro años, no me ha dejado nunca de poner en su programa de Radio Teletaxi”.

En su otra lengua

Abrirse paso cantando cumbias y rancheras, ¿la coloca a una en una posición extraña en Cataluña? “En absoluto, ¿acaso no han gustado aquí, por ejemplo, Los Manolos? Rumba y cumbia van muy de la mano”, defiende, vislumbrando incluso una posible incursión en el catalán. “También es mi lengua”, subraya ella, hija de barcelonesa y jienense, y admiradora de Serrat.

Por lo pronto, Carmen Valenzuela disfruta de su faceta artística y de su refrescada relación con los medios, muy distinta a la que se deriva de la labor como diputada. “Esto es muy distinto a responder preguntas sobre la ley de extranjería”, sonríe. “Como me dijo Justo, cuando hablo en nombre del Colegio de Abogados, hablo de leyes, y cuando la entrevista es sobre música, hablo de mí”.