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Cine

El confidente de Orson Welles

La desaparición a los 82 años del crítico y cineasta estadounidense Peter Bogdanovich deja un importante vacío en las filas del Hollywood más innovador

El cineasta estadounidense Peter Bogdanovich. | | LP/DLP

Siempre que el cine pierde algunos de sus más valiosos baluartes, porque eso es lo que sucedió el pasado jueves con el deceso del irrepetible Peter Bogdanovich, nos formulamos de inmediato la siguiente pregunta: ¿quién ocupará ahora su espacio?, ¿quién tiene hoy los suficientes arrestos intelectuales y financieros para producir y dirigir un proyecto tan libre y a contracorriente de los estereotipos comerciales de su época como, sin duda, lo fue La última película (The Last Picture Show, 1971)?.

Esta incuestionable obra maestra que lo consagró y que fue agraciada nada menos que con ocho nominaciones de la Academia en una época de verdadero resurgimiento de talentos de primera línea en los EE.UU, espoleados en gran medida por la imparable pujanza de los nuevos cines europeos y de manera muy especial por la Nueva Ola francesa, de cuyas enseñanzas estéticas y narrativas esta obra ofrece innumerables pistas.

Se trata, sin duda, de uno de los filmes indispensables en cualquier listado de preferencias para un buen cinéfilo (podría calificarse, sin caer en la hipérbole, en uno de los grandes títulos de la historia) y de una de las elegías más hermosas, inolvidables y rotundas que se han podido construir sobre este arte inconmensurable que tantas satisfacciones nos ha proporcionado desde los ya lejanos tiempos de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), auténtico estandarte de la modernidad cinematográfica. Y la prueba más elocuente y viva de este fenomenal éxito es la vigencia que sigue conservando tras más de medio siglo de su estreno y los grandes pasos que, desde entonces, ha dado el cine en la consecución de sus objetivos artísticos.

Auténtico off-road del séptimo arte, y viejo conocedor de los secretos más ocultos de la opulenta industria de Hollywood, su biografía se vio salpicada de sucesos no siempre reconfortantes, tanto dentro como fuera de los platós, pero supo, sin embargo, afianzar su figura como un ariete irreductible frente al aparato más conservador del cine estadounidense postulándose, desde sus experiencias iniciales como director, bajo el manto protector del gran Roger Corman (promotor de muchas de las lumbreras que desde finales de la década de los 60 han iluminado la producción más innovadora de Hollywood), como una alternativa a la esclerosis estética e ideológica que padecía el cine estadounidense desde el trauma nacional provocado en el país por la irrupción del macartismo en los años 50.

Aunque llevaba algunos años involuntariamente alejado de los platós cinematográficos tras sufrir una oleada «inasumible» de fracasos taquilleros durante la década de los 70 y 80, Peter Bogdanovich (Kingston, Nueva York. 1939/Los Ángeles, California, 2022), exponente, junto a Spielberg, Peckinpah, Lucas, Coppola o Scorsese del nacimiento del Nuevo Hollywood y director asimismo de títulos míticos e inclasificables, como la extraña pero magnética El héroe anda suelto (Targets, 1967), La última película, Luna de papel (Paper Moon, 1973) o ¿Qué me pasa doctor? (What´s Up, Doc?, 1972), mantuvo hasta pocas semanas antes de su muerte su profunda vinculación con todo lo relacionado con el arte fílmico, desplazando su actividad intelectual al campo editorial, iniciativa que le permitiría publicar una serie de volúmenes repletos de extensas y muy jugosas entrevistas con la crème del viejo Hollywood (El director es la estrella o Las estrellas de Hollywood, ambos editados en el mercado español por T&B Editores); sesudos estudios monográficos como Fritz Lang en América (Editorial Fundamentos), The Cinema of Howard Hawks y, sobre todo, Ciudadano Welles. Conversaciones con Peter Bogdanovich (publicado en España en 2015 por Capitán Swing).

Se trata de un libro esencial en la bibliografía cinematográfica contemporánea que invita a conocer algo más a fondo la poliédrica personalidad del autor de Campanadas a medianoche (Chimes at Midnight, 1965) y a poder constatar el intenso idilio que mantuvo siempre con el cine y los sólidos y provechosos lazos de confidencialidad que le unieron a Welles durante décadas.

Precisamente, de esta relación surgiría lo que, sin la menor duda, podría considerarse como una de las experiencias profesionales más surrealistas en la historia del arte experimental: la colaboración de Bogdanovich en la conclusión definitiva del rodaje de Al otro lado del viento (The Other Side of the Wind, 2018), un extraño y caótico filme, iniciado por Welles casi 50 años atrás con la vana esperanza de reconciliarse con la industria hollywoodiense. Además de uno de los principales impulsores de este descabellado aunque ilusionado proyecto, Bogdanovich interviene como miembro de un reparto que compartiría con otras figuras de relumbrón, como John Huston, Susan Strasberg, Cameron Mitchell, Lili Palmer y Oja Kodar.

Además de La última película, tampoco pasaron desapercibidos para la crítica ni para el público ¿Qué me pasa, doctor?, una desenfrenada comedia inspirada en los viejos maestros del screwball comedy, con Barbra Streisand y Ryan O´neal como protagonistas, donde se pone constantemente de relieve su profunda admiración por el gran mago de la comedia, el germanoamericano Ernst Lubtisch, emulando con manifiesta maestría el toque estilístico que convertiría a este mítico autor en una figura seminal del género durante los gloriosos años 30 y 40.

Luna de papel, inspirada en la novela de Joe David Brown Addie Pray e interpretada asimismo por O´neal junto a su hija Tatum, logró también los favores del gran público y la admiración de los críticos, apreciación que se vería refrendada por el Oscar a la Mejor Actriz a la joven Tatum. La película, producida por el propio Bogdanovich, narra las emotivas y divertidas peripecias de un timador profesional y la pequeña pero resuelta Addie que, en la época de la Gran Depresión, recorren el estado de Kansas en su automóvil con un cargamento de biblias en un intento por timar a quien se les cruce en su camino.

Un súbito cambio de registro, aunque en la misma línea de cinéfilo incombustible que caracterizó siempre su carrera, le llevó a dirigir en 2018 un espléndido documental sobre la vida y obra del gran Buster Keaton, una película reveladora que contó con la presencia, entre otras muchas personalidades, de Quentin Tarantino, Mel Brooks, Werner Herzog, Jon Watts, Dick Van Dyke, Johnnie Knoxville y Richard Lewis.

A la buena acogida crítica se le sumó el Premio al Mejor Documental de la Mostra de Venecia y el Premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Chicago, dos galardones que no olvidan del todo los monumentales fiascos de Una señorita rebelde (Daisy Miller, 1974), inspirada en la novela homónima de Henry James; Máscara (Mask, 1985), con Cher y Sam Elliot encabezando el reparto, o Así empezó Hollywood (Nickelodeon, 1976) otra comedia trepidante, pero sin la chispa de ¿Qué me pasa, doctor?, sobre los rodajes durante los años 30 que tampoco logró sintonizar con su público.

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