El escritor, ensayista y novelista Juan Manuel de Prada ha publicado un nuevo volumen, 'Una enmienda a la totalidad'. En este caso el zamorano ahonda en otra de sus facetas, la de articulista.

¿Cómo surge el libro 'Una enmienda a la totalidad'?

Se trata de una antología de reflexiones sobre cuestiones políticas alejadas del ruido de la actualidad, son reflexiones de grandes temas que afectan a la vida comunitaria.

Sus textos en muchas ocasiones provocan el desprecio de la derecha y de la izquierda.

Planteo una alternativa a las ideologías en liza, planteo una alternativa desde el pensamiento tradicional que es el gran desconocido para la inmensa mayoría de la gente de hoy en día a quien le han llenado el cerebro o bien el lugar que ocupaba antaño el cerebro se lo han llenado con el ruido ideológico. Yo creo que el hombre contemporáneo es un habitante de la caverna platónica, que ha perdido la noción de la realidad porque lo han fanatizado, lo han hecho adepto de una u otra ideología y esto ha hecho que haya perdido una perspectiva no ideológica de la realidad.

Usted defiende que el pensamiento tradicional es la única alternativa verdadera.

Es un pensamiento no ideológico. Sería un pensamiento aristotélico que luego encontraría su prolongación en la Edad Media en Santo Tomás de Aquino y que luego ha tenido distintas concreciones en pensadores cristianos como Chesterton y en España ha habido grandes pensadores tradicionales como Donoso Cortés. En líneas generales es una recuperación del pensamiento aristotélico y de las aportaciones que el pensamiento cristiano ha realizado.

"Es probable que la fe religiosa pueda ayudar a renegar de las ideologías, pero muchas personas religiosas han caído en esa trampa"

¿Qué peso tiene la religión en él?

Tiene peso, pero uno no necesita creer para poder adherirse al pensamiento tradicional. El hecho de que haya sido en el ámbito cristiano donde este pensamiento se ha mantenido vivo, no quiere decir que uno tenga que ser cristiano para poder percibir en el pensamiento tradicional la verdad que hay en él. El pensamiento tradicional aboga por la recuperación de la razón, de la naturaleza humana que es lo que las ideologías han logrado borrar, de tal forma que no tenemos un concepto claro de lo que es la libertad humana, de lo que es el bien y el mal, entre otras cuestiones. En este sentido, es probable que la fe religiosa pueda ayudar a renegar de las ideologías, pero muchas personas religiosas han caído en esa trampa. Desde hace mucho tiempo, pero más en los últimos 70 años, el mundo católico también se ha contaminado mucho por las ideologías de derechas y de izquierdas. Existe un vínculo, pero no es algo que sea absolutamente necesario. El pensamiento tradicional plantea un orden del ser en el que nuestra vida discurre por unas raíces que son inmutables, mientras que la política prometeica le promete al ser humano la capacidad para construir su biografía constantemente. Las ideologías, que ciegan al hombre la posibilidad de vida después de la muerte, tratan de convencerle con el delirio de que le pueden traer el paraíso a la tierra.

¿Incluida la extrema derecha?

Sí, todas las ideologías modernas comparten un núcleo místico que es la visión prometeica. El fascismo es una ideología moderna igual que el comunismo. Yo no creo que los externos políticos tengan cada vez más fuerza, sino que en estos momentos hay un discurso hegemónico cultural en el que las ideologías, más allá de sus diferencias, tienen en común una visión nefasta y enloquecida del hombre que ha dado lugar a estas últimas orgías ideológicas desde el feminismo, ideologías de género, racismo, ecologismo etcétera. Creo que lo que ocurre en los partidos de extrema derecha, que son muy distintos entre sí y no tienen nada que ver unos con otros, es que ponen en tela de juicio este discurso y, de alguna manera, lo que provocan en muchas personas que están hartas es una reacción de adhesión como una consecuencia del hastío del juego político, que es un juego que cada vez es más tedioso para la gente. Eso junto a la conciencia en el votante de derechas de que el Partido Popular ha traicionado sus ideales, si es que alguna vez lo tuvo, hace que voten a un partido político de derechas a la antigua usanza. No obstante, yo no creo que VOX vaya mucho más allá de lo que proponía Alianza Popular en los años 80 y a nadie se le ocurría pensar que era un partido fascista.

Entonces ¿por qué nos rasgamos ahora las vestiduras?

Porque la democracia tiene rasgos progresistas y a quienes se quedan quietos los puede percibir como derecha moderada, pero dentro de 20 años lo verá como extrema derecha, simplemente por la deriva inevitable de la derecha.

El postulado que usted defiende carece de espacio en el panorama actual.

No hay ningún partido que encaje ni creo que la partitocracia sea el ámbito en el que el pensamiento tradicional pueda tener sentido. El poder excesivo de los partidos políticos con lo que juega es con el halago al votante. La razón de ser de la política moderna, tal y como está concebida, es halagar los bajos instintos de los votantes con un cortoplacismo absoluto. Ningún gobernante hoy en día gobierna con la idea de que dentro de 20 o de 30 años las cosas estén mejor sino con la idea de beneficiarse durante los próximos cuatro años.

Adiós a los pactos de Estado...

Poco a poco inevitablemente los partidos políticos que defienden intereses sectarios van erosionando el bien común y llega un momento en que los intereses sectarios ya no encuentran puntos comunes, lo que es inevitable. Es una labor que avanza, avanza y avanza. Simplemente hay que fijarse en el grado de enconamiento ideológico que hay actualmente y el que había hace 30 años. Es evidente que hace tres décadas había muchas más posibilidades de comprensión en la sociedad española. Hoy en día esa sociedad está mucho más polarizada, pero es que dentro de 30 años lo estará mucho más.

¿A qué lo achaca?

La partitocracia necesita la debilitación de los vínculos naturales de los pueblos para hacerse fuerte. El político para hacerse fuerte tiene que destruir el consenso social, la conformidad de un pueblo en una serie de cuestiones fundamentales hace fuerte al pueblo y debilita a los partidos y para lograr los partidos políticos un funcionamiento fuerte de sus estructuras necesitan a cambio disgregar los vínculos solidarios de la gente.

La debilidad de esos lazos influye en el repunte de los suicidios, tema al que dedica un artículo donde apunta que es problema filosófico.

Toda persona que siente ganas de morir es porque la vida se le ha hecho insoportable y la cantidad de dolor que tiene en su vida no le renta. Creo que es una consecuencia inevitable de no creer en la otra vida. Cuando crees en la otra vida la cantidad de sufrimiento que tienes en esta, te parece muy pequeña comparado con la recompensa eterna que vas a tener. En el momento en el que ciegas esta recompensa eterna, la cantidad de dolor de la vida terrenal se hace insoportable. El aumento del suicidio está muy ligado a la perdida del sustento religioso. Además, el aislamiento del alma, que es el gran fenómeno de nuestra época, tiene mucho que ver con la pérdida de la espiritualidad. Uno rompe sus vínculos con lo sobrenatural, pero también con las formas de vida naturales. Vivimos en un mundo cada vez más individualista y esto hace que no existan esos frenos sociales que detectaban que una persona se estaba empezando a deteriorar psicológicamente. Hoy en día la soledad crece, aumentan las rupturas familiares, crece el desarraigo y todo esto ahonda en ese dolor.

"Padecemos gobernantes que están favoreciendo a las grandes corporaciones internacionales y que están arrasando el tejido productivo nacional"

El informe de Fundación Foessa es demoledor. El coronavirus ha arrastrado a 2,5 millones de personas a la pobreza, once millones viven en situación de exclusión y se ha duplicado la cifra de hogares con serios problemas de convivencia por falta de empleo y por bajos ingresos.

Nos habla de una sociedad en donde el tejido productivo nacional está siendo arrasado. En Occidente padecemos gobernantes que están favoreciendo a las grandes corporaciones internacionales y que están arrasando el tejido productivo nacional. Es gente que quiere cargarse la ganadería, que ha conseguido cerrar decenas y decenas de miles de pequeños negocios. Es gente que está trayendo la pobreza y el sometimiento de la economía nacional a los intereses plutocráticos transnacionales. Por otra parte el tejido de la asistencia social que procuran los vínculos humanos también se están dinamitando. Cada vez hay más parejas rotas, sueldos miserables que impiden formar una familia… todo esto hace que la sociedad sea más frágil. Antes dejabas de trabajar y había un colchón muy grande entre el momento de que dejabas de cobrar un sueldo y estabas en la pobreza, ahora ya no existe.

¿Mejorará la situación?

De forma inmediata es muy difícil. A medio o largo plazo cambiará la situación porque se producirá un agotamiento. A mucha gente, a pesar de estar fanatizada y borreguizada, se le irá cayendo la venda de los ojos y se dará cuenta de que el rollo de los partidos políticos es una gran mentira. Se dará cuenta de que Pedro Sánchez sirve a los mismos intereses que Mariano Rajoy o que Biden sirve a los mismos intereses que Trump. Lo que ocurre es que creo que la transformación, ojalá me equivoque, será dolorosa.

Explíquese.

Me refiero a crisis fuertes a incluso a convulsiones sociales muy fuertes porque el sistema no va a renunciar a lo que ha conseguido.