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Danza Leonor Leal Bailaora

Leonor Leal: «Tatuar la música define al cuerpo que escribe en el espacio y dibuja en el aire»

Leonor Leal en 'Nocturno'. Isa de la Calle

La bailaora flamenca Leonor Leal (Jerez de la Frontera, 1980) aporta una singular visión de su arte en el espectáculo que trae al Teatro Cuyás el próximo 29 de enero, titulado ‘Nocturno’. Leal cuenta con una sólida formación en danza clásica y española que le inspiran en su baile. Su versatilidad le permite adaptarse a contextos diversos y afrontar nuevos retos en su constante evolución como artista

Deconstruir el Flamenco es la expresión con la que define su momento creativo actual. ¿En qué consiste?

Para mí más que una deconstrucción en el sentido de destrozar, en realidad siempre parto de quitar cosas para descubrir cuál es la esencia o lo que necesito. En el caso de este espectáculo, de Nocturno, decido quitar elementos que, a priori, parecen indispensables para el flamenco, como es el cante, que representa la estructura o arquitectura del baile. Es decir que, en este espectáculo, más que deconstruir intento eliminar elementos esenciales para ver cómo puedo bailar sin ellos. En esto he centrado los últimos años de mi trabajo porque el espectáculo de Nocturno lleva guitarra, percusión y baile, pero sin ningún cantaor o cantaora.

¿Cree que el espíritu, el duende y la expresividad del flamenco necesitan de una acción experimental progresiva para preservar su interés?

Creo que realmente no necesita nada sino lo que cada intérprete necesite descubrir en cada momento. Creo que no es tanto una cuestión del flamenco en sí mismo como del intérprete, que tiene sus necesidades, sus inquietudes y necesita llevarlas cabo. No podemos estar atados a responder a unas formas de otros. Partimos de un lenguaje común y unas estructuras comunes. Creo que es la obligación de cada artista seguir su naturaleza.

¿Y cuál sería la suya?

Buscar, descubrir, quitar elementos para ver si eran tan indispensables como pensaba. En mi caso siempre se trata un poco de ¿qué pasa si esto no está? Un poco como en épocas de crisis donde, de repente te das cuenta de que no necesitabas tantas cosas. A nivel creativo, eso es lo que siempre estoy intentando porque me doy cuenta de que la creatividad se despierta mucho cuando te faltan elementos. Descubres que puedes mezclar lo que tienes o que esto te puede servir en sustitución de lo otro. Al final adquiere una identidad también muy personal y muy nueva.

Utiliza en la definición de su arte expresiones tan incitantes como la de tatuar con su cuerpo la música en el aire. ¿Qué significa esta metáfora?

Significa que el cuerpo escribe en el espacio y dibuja en el aire. Tenemos un discurso que, por muy efímero que sea, de alguna manera se está escribiendo en el suelo, en el sonido y en cosas que no son tan evidentes. Por ejemplo, cuando era pequeña, la primera vez que me llevaron al teatro a ver un espectáculo de ballet clásico lo que más me llamó la atención fueron las pisadas y los arrastres de las zapatillas de punta de las bailarinas cuando iban corriendo de un sitio a otro. Era como un sonidito que está ahí y no es el baile en sí mismo y viendo vídeos de baile ese sentimiento no está, el de las zapatillas que crujen cuando se están trasladando en el escenario. Aquello me llamó mucho la atención porque no me imaginaba que se escuchaba. Es una forma de ver el sonido, de que adquiera una visualización a través del movimiento. Para mí lo de tatuar el movimiento en el aire significa que estamos contando algo con él, se ve y se escucha.

"En ‘Nocturno’ elimino elementos, en principio, básicos para el flamenco, como es el cante"

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¿Cree que una expresión tan diferente y ancestral como la del baile flamenco necesita de renovaciones y puestas al día?

El flamenco está formado por personas muy diferentes. No habla el flamenco sino sus intérpretes que cuentan distintas cosas. No me parece algo tan ancestral sino que siempre ha estado en constante movimiento y, además, también ha combinado lo actual con lo ancestral. Creo que cuando la gente se refiere a esto representa más lo popular o tradicional. Creo que la convivencia temporal de algo que se ha hecho muchas veces y se instala con lo nuevo ha ocurrido en el flamenco desde el principio. Nos cuesta mucho trabajo entenderlo porque creemos que hay una cronología en la forma de comprender esta danza ya que, primero era de una manera y después evolucionó, pero no es así, en el flamenco han convivido siempre las tradiciones.

Tejer una ruta en el insomnio acompañada por un par de instrumentistas, es una imagen poética que hace esperar un flamenco intelectual o culturalista. ¿Cómo calan estos propósitos en los públicos?

No creo que el público cuando lo vea sienta un concepto académico, intelectual o muy sesudo. Pienso que al final el público percibe la música y el movimiento, siente o no siente. Se trata de palabras distintas para definir algo que se disfruta en este arte de la danza, la música y las sensaciones.

El arte flamenco, que siempre ha inspirado a los grandes poetas y artistas plásticos, parece vivir una fase expansiva a pesar de la pandemia. ¿Cómo definiría su aportación a este gran momento?

No sé si está en expansión, pero sí que ha mantenido siempre un interés muy fuerte, sobre todo, fuera de España. Con la pandemia han salido a la luz todos los problemas del flamenco. Creo que los artistas están sufriendo muchísimo ahora. Con la crisis de 2008 sintieron un bajón de trabajo, pero al tener muchas actuaciones fuera nos salvamos. Ahora, en esta crisis global el flamenco está viviendo una precariedad importante.

Como artista premiada y nominada en varios certámenes, ¿es consciente de estar desarrollando un nuevo flamenco?

A lo largo de tu trayectoria te vas dando cuenta de que se necesita continuar, que una misma necesita verse y ser consciente de lo que está haciendo a través del tiempo que es bastante largo. No puedes darte cuenta de lo que has hecho en un año o dos sino echando una mirada hacia atrás y ver hacia delante cuál es tu proyecto. De lo que soy más consciente, no es tanto de lo que estoy aportando y significando sino de lo importante que es mantenerse en el trabajo durante largo plazo para, realmente, uno mismo descubrir qué ha venido haciendo y cuál ha sido tu sentido de ti mismo. Tengo 41 años y empecé a viajar con distintas compañías con 20. La mía la inauguré en 2008 y hasta ahora no he parado. Yo misma me voy percatando de que es muy importante mantenerse. Ser novedad en el mercado del flamenco es bastante fácil cuando te pilla con fuerzas y físicamente estás bien, entre los 25 y 35 años, en que además se tiene mucho tiempo para dedicarse plenamente a algo por no contar normalmente con cargas familiares. Ahí es fácil hacer algo que sorprenda o que a la gente le resulte apetecible porque es novedoso. Si se continúa trabajando se ven realmente tus líneas de interés. El reto real del artista es mantenerse y seguir creciendo, una vez ha demostrado que está a la altura de poder participar en los festivales y programaciones de teatro importantes. Para mí los últimos años y a partir de ahora son la etapa más importante porque la gente ya sabe cómo es mi estilo y he de evolucionar. 

¿Cuáles son los poetas, bailaores y cantaores que inspiran su deconstrucción?

Me ha inspirado y lo sigue haciendo muchísima gente que está cerca del flamenco y maneja muchos materiales que, quizá el artista no tiene tan a mano. Por ejemplo, en los años 70 fue Juan de Loxa, un poeta granadino que habló siempre del flamenco como de vanguardia y lo igualaba a cualquier arte. Mezclaba una copla, con unas seguidillas, con música contemporánea del momento y con las artes plásticas. Fue un gran inspirador para muchos artistas, un movilizador del flamenco por sus ideas globales. Hoy en día me inspira mucho una persona muy similar a de Loxa que es Pedro G. Romero, un artista plástico y comisario de exposiciones que interrelaciona muy bien los materiales y te puede dar muchas pistas. Creo que estas figuras han estado siempre en la sombra porque no son los artistas los que dan luz a esos materiales. Se habla muy poco de estas personas a las que todo el mundo llama cuando, por ejemplo, se necesita el título para un disco o un espectáculo y que son una especie de mecenas intelectuales que nos sirven mucho.

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