Es difícil que SaoT ST tenga un hueco libre para atender una llamada, así que prefiere que el móvil suene y, si puede cogerlo, lo hace. Carlos Cabrera, su nombre de pila, lleva más de dos décadas profundizando en las raíces de la música en Canarias y su trayectoria profesional está nutrida con más de 300 vídeos musicales que lo han hecho viajar por fuera y dentro del Archipiélago. Todo es producto local: los profesionales con los que cuenta en su plantilla, las localizaciones que utiliza y, por supuesto, la mayoría de los artistas con los que trabaja en la actualidad. La cartera de clientes se engrosa con Don Patricio, Quevedo, Nach, Locoplaya, Diego Ojeda, Marwan, Rayden, Maikel Delacalle, El Vega, y sigue y suma. Cuando fundó su productora audiovisual, Chocolatex, hubo un lema que lo persiguió en sueños: Believe in your dreams. «Llevo veinte años peleando por esto, ¡y está ocurriendo! Después del rodaje lo dije: esto es historia en la música de Canarias».
«Sabía que iba a haber una explosión aquí». No tiene cartas del tarot ni una bola de cristal sino la experiencia de quien ha contemplado cómo cambia el entorno. Vio un destello en la generación de Cruz Cafuné: «Hay un antes y un después, sobre todo en Tenerife. Los músicos del momento venían del hip hop, una cultura reivindicativa que defiende lo suyo; entonces, ellos rompieron todos esos moldes adaptándose a cualquier situación y atreviéndose a cantar en nuevos géneros. El puente que hicieron ellos ha servido de catapulta para lo que está pasando hoy en día en Canarias».
Por fin, la unión del trap, el reguetón y el rap, así como de las influencias latinas, convierte Cayó la noche en algo más que un hit: es un golpe en la mesa… De grabación. «Nunca había pasado antes la unión entre los artistas de diferente estilo. Así, lo que se consigue es la reivindicación del espacio propio en un negocio que genera, según un estudio realizado por la Oxford Economics en 2020, 81.900 millones de euros al año en la Unión Europea y genera dos millones de puestos de trabajo en el continente. Por si hacía falta recordarlo, la comunidad autónoma pertenece a este entramado político y el Gobierno de Canarias destinó en los presupuestos regionales de este período un total de 2.137 millones de euros a Educación, Universidades, Cultura y Deportes. No obstante, si uno hace una búsqueda rápida en el apartado de subvenciones públicas en Música de la Administración, verá que solo hay un concurso -convocatoria cerrada- que incluye el género urbano, cuyo premio es de 350 euros por el caché.
SaoT diseña, graba, rapea y, también, dirige. El documental Piélago, estrenado en 2021 y disponible en abierto en YouTube, narra a través de los testimonios de músicos, periodistas y promotores los milagros y sinsabores de la escena musical insular. «Podemos navegar y salir afuera al margen de las instituciones, no creo que tengamos la necesidad de pedir apoyo o subvenciones con nuestra música o arte. Tenemos que seguir caminando al margen de estas historias que la gente cree que son necesarias. Y lo estamos demostrando, una y otra vez. Yo no las echo de menos», declara, contundente.
En cualquier caso, si lo hicieran, ya es tarde. «Tienen que poner a gente al frente de esas instituciones que esté a pie de calle, metida en la música», y recuerda que, «muchas veces parece que tienes que triunfar fuera para aparecer aquí de rebote. Eso algún día cambiará». La sombra del pasado envuelve a los éxitos de los grupos de los años 70, 80 y 90 que se nutrieron gracias al turismo que descansaba en las Islas. Las influencias traídas por mar y tierra eran frescas y novedosas, por lo que Canarias era una mina de talento.
Sin embargo, estas bandas se veían abocadas en la gran mayoría de casos al fracaso, puesto que no existía una estructura empresarial estable en el Archipiélago que impulsara el gran salto mortal, razón por la que debían partir a la península en busca de un mercado que, a priori, no conocían. Las frustraciones o el arrepentimiento por no haber comprado ese billete de avión solía llegar cuando ya era imposible subirse a la moda que hubiera que surcar en la época, perdiendo la oportunidad.
A pesar de las dificultades, SaoT reconoce que queda ese pozo de recuerdos en la memoria colectiva. Hay «respeto y admiración», comenta, a quienes indicaron el camino y abrieron las puertas a quienes hoy corren sin obstáculos. «Cada uno por su lado seguirá creando y, dentro de cinco años, habrá éxitos grandes, aunque no seamos conscientes todavía de ello».
Internet ha venido a revolucionar el escenario. «Canarias siempre ha estado en el mapa, y muchos no se explicaban por qué su música no traspasaba las fronteras». Por fin, parece que se ha salvado el escollo de forma más permanente: «A todo el mundo le apetecía, tanto a la nueva generación como a la más antigua. Eso ha sido el detonante: ha habido un apoyo mutuo en este remix». Sin intermediarios ni acuerdos preestablecidos, la repercusión ha dinamitado cualquier expectativa. «Cualquier cosa que hagas, por pequeña que sea, repercute en el futuro», como fue conocer por separado a los siete miembros del éxito Cayó la noche. Al verlos juntos, SaoT supo que iba a pasar algo inaudito. «El hecho de trabajar desde aquí sin tener la necesidad de salir fuera y mostrar desde aquí cómo somos al mundo entero, nos hace mucho más grandes. Hay como un sentimiento de unión entre todos», declara.
Con un acento y un modo de vida más similar al sudamericano, el productor audiovisual entendía que los artistas se equivocaban al intentar acercarse al modelo septentrional. «Pensábamos que yendo a Madrid o Barcelona íbamos al núcleo, pero realmente nuestro núcleo era América Latina. Consumíamos reguetón y otros estilos antes que en la península y, al final, estamos adelantados al resto de España. Eso es lo que nos ha hecho crecer musicalmente», subraya. Entre las características que distinguen a los autores insulares, incide en el orgullo de la tierra, «cuando alguien triunfa fuera se magnifica porque también sabemos lo difícil que es».
A él lo han parado por la calle los padres o abuelos de los fans que idolatran a los artistas con los que trabaja. Esta evolución constante en la mentalidad de la sociedad canaria bebe al margen de los cauces tradicionales. Los hijos e hijas muestran los vídeos de TikTok, Instagram o Twitter a sus progenitores, ellos también bucean por Facebook, y al final las sugerencias de YouTube les invitan a compartir las redes que se crean en torno a los fenómenos musicales. «Hay una cultura musical que está creciendo al margen del género», dice orgulloso SaoT, «somos de islas, y estamos abiertos mental y musicalmente, nos apetece probar cosas nuevas, estilos y culturas sin miedo al qué dirán».
Los planos del vídeo muestran la frescura de los ocho protagonistas, la sintonía y compenetración que, tal vez, sea sueño de un día o, al contrario, marque a una nueva generación de músicos que se permitan descubrir los confines del mundo. «Los admiro a todos. Aparte del talento, son trabajadores natos: están luchando por un sueño y no dejan de currar para ello», confiesa al final de esta entrevista. A seguir peleando.