Cinéfilo desde pequeño, quiso ser director de cine. Se marchó de su Bilbao natal -una ciudad, por entonces, oscura y sucia- para estudiar Imagen en el Madrid de “la movida, el alcohol, el sexo y las noches salvajes”. Montó una productora propia y escribió guiones, pero el mundo de las películas no se le dio bien. A cambio, triunfó en la literatura, un mundo que le encandiló porque, al contrario que el cine, no había ni horarios ni teléfonos. Tras una galardonada carrera en las letras (consiguió el Nadal, el Primavera y el Biblioteca Breve, entre otros), el escritor vasco Fernando Marías falleció ayer en Madrid.

Marías, hermano del director y guionista Luis Marías, tenía 64 años y era un firme defensor de la cultura como arma social. Deja como legado libros íntimos en los que se desnuda como escritor. 'La isla del padre', por ejemplo, es un intento de capturar y reconstruir la figura de un progenitor ausente, marino mercante de profesión, un hombre que estudió y luchó para cambiar de vida y poder resistir seis meses en la grisura de la España franquista y otros seis abriéndose al mundo y viajando a Beirut o a Bagdad. Para escribir el libro -a los pocos días del fallecimiento de su padre, en 2013- volvió a la casa donde pasó su infancia, en Bilbao. Había mesas más cómodas, pero decidió escribir en la mesita abatible donde estudiaba cuando era chico. Los recuerdos afloraron de manera prodigiosa. 'La isla del padre' conquistó el premio Biblioteca Breve.

Fiel a la máxima de que hay que escribir de lo que sabes y conoces, el escritor vasco plasmó en la literatura su terrible relación con el alcohol, que le hizo colapsar y que casi le mata. En ‘Arde este libro’ narra la intensa historia de amor con Verónica durante casi tres décadas. La empujó al alcohol -ella no bebía antes de conocerle- y todo se convirtió en un infierno. Él sobrevivió a su adicción, pero ella falleció víctima del alcoholismo cuando ya se habían separado. El sentimiento de culpa pasó a formar parte de las tragedias de su vida. Nada más terminar el libro volvió a ver una de las películas que le marcó siendo muy joven: 'Días de vino y rosas', en su opinión, una obra maestra que indaga, de verdad, sobre lo que significa el alcohol, con un adicto Jack Lemmon incapaz de salvar a su mujer. Era uno de los filmes de su vida, junto a 'Grupo salvaje', de Sam Peckinpah. La vio en un cine de Lekeitio a los 12 años. Salió de la sala con la sensación de estar enamorado. Se pasó toda la noche despierto y decidió dedicarse al cine.