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Museos

Tres Catalinas para redescubrir la historia de las mujeres en el Museo Canario por el 8M

El proyecto '3 Miradas de Mujer Canaria', inaugurado por el Día Internacional de la Mujer, cuenta la bailarina Dara Hernández García, la actriz María Quintana y el cineasta Miguel G. Morales

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Presentación del proyecto 'Tres miradas de mujer canaria' Andrés Cruz

Tres perspectivas para descubrir un mundo que quedó oculto entre los pliegues de la historia y que ahora son rescatadas. En este concepto se basa la propuesta 3 Miradas de Mujer Canaria, un proyecto interdisciplinar del Museo Canario que se erige sobre el trabajo minucioso de la memoria al rendir homenaje a tres insignes Catalinas que muestran la disparidad con la que se ha tratado a las mujeres en el pasado: Catalina Hernández Guanarteme, princesa aborigen, Catalina la Malfajada, ajusticiada por brujería, y Catalina, como nombre común que representa la labor silenciosa de aquellas trabajadoras que soportaron sobre sus hombros los hogares que subsistían en los siglos XIX y XX en Canarias. La historia y el arte se unen para expresar sus testimonios en un monólogo interpretado por la actriz María Quintana, una pieza coreografiada por la bailarina Daura Hernández García y la instalación fotográfica del cineasta Miguel G. Morales. 

Los fondos archivísticos y las colecciones de la institución científica son la base de investigación que ha hecho posible esta iniciativa presentada hoy, 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer, y ya disponible para el disfrute del público. Fernando Betancor, archivero de la entidad, siguió el rastro de Catalina de Candelaria, una mujer mulata que sería ajusticiada en 1662 por el Santo Oficio de la Inquisición. Hija de una mujer africana llevada a Tenerife, la joven Catalina vivió en la más profunda pobreza, analfabeta y con tres hijos concebidos fuera del matrimonio. Circunstancias que la condenaban al ostracismo social en un período donde la doctrina religiosa dictaba las costumbres. 

Brujas y libres

Como forma de subsistir, realizó prácticas como sortilegios o suertes, además de curar a enfermos, que la condenaron, pues sus clientes se consideraban engañados. "Fue la víctima propicia del sistema que la mostró a la sociedad como ejemplo de mal comportamiento", explicó el archivero, "pues a los hombres sí se les permitía las actividades mágicas debido a que se les consideraban personas cultas por leer y escribir". El castigo comprendió el escarnio público donde mostraba el pecho al descubierto mientras sus coetáneos se burlaban, además de los azotes. En total, más de 600 mujeres fueron ajusticiadas y 300 de ellas bajo el nombre de "bruja" por la Inquisición: "La brujería era un delito femenino, más en esta época donde las mujeres quedaban relegadas al ámbito doméstico, sin opción a ejercer el poder y en desigualdad con los hombres".     

Daura Hernández García -quien hoy hace especial hincapié en que la nombremos con su segundo apellido en honor a su madre- investigaba en Alemania este arquetipo que durante siglos ha pesado sobre el imaginario femenino cuando la llamaron para dar vida a Catalina. Estaba trabajando en una trilogía que reflexiona sobre las connotaciones de este insulto actual y que, al mismo tiempo, enlaza con la fascinación de la figura ficticia. Con este bagaje, expresará con su cuerpo no solo el testimonio del personaje, sino el de todas aquellas mujeres que sufrieron igual destino. "Esto es un homenaje a todas aquellas brujas que, en realidad, fueron víctimas del sistema patriarcal, pues una mujer libre era una mujer peligrosa". 

La princesa aborigen Catalina Hernández Guanarteme

La segunda pieza de este montaje descansa en el monólogo dramatizado del escritor e historiador Faneque Hernández Bautista, quien ya había ficcionado la historia de la princesa en Réquiem por Catalina Hernández. La joven nació en 1482 en el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba cuando su madre, la reina aborigen Juana Hernández Abenchara y esposa de Tenesor Semidán -castellanizado como Fernando Guanarteme-, fue secuestrada por los conquistadores y trasladada a la península durante la conquista de la isla de Gran Canaria. "Mi misión ha consistido en enlazar cabos, ya que hubo mucho ocultamiento de la verdad. Esta niña fue criada en la corte castellana con la prohibición de hablar su lengua y regresó casada como una señora religiosa y apegada a las tradiciones, aunque supo defender su identidad como canaria y persona libre", subraya el investigador. 

"Como artista, es muy gratificante abordar un reto de este estilo", adelanta la actriz María Quintana. Tiene 26 años, así que la diferencia de edad en este relato que muestra a Catalina al borde de la muerte despidiéndose en una carta será un obstáculo que considera salvable. "Noto que las generaciones más jóvenes tienen más interiorizada la historia de Canarias, a diferencia de la mía o más mayores, pero la cuestión es conocer cómo trataban a las mujeres y la falta de derechos que había en estas circunstancias", relata. 

El recorrido se completará con el recorrido compuesto por imágenes del cineasta Miguel G. Moreno, que, en palabras de Diego López Díaz, presidente de la Sociedad Científica El Museo Canario, confecciona alrededor el siglo XIX y XX "un homenaje a las mujeres trabajadoras, en el sentido oculto y miserable de la palabra porque estaban en unas condiciones muy precarias de subsistencia, a pesar de contribuir al mantenimiento de sus familias". En conjunto, un retrato que abarca la conquista, el antiguo régimen y la apertura de las Islas a una incipiente igualdad que se sigue persiguiendo en la actualidad en los rostros múltiples de Catalina.

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