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Letras

Sánchez Robayna publica una edición ampliada de los ‘Cuadernos’ de Valéry

El poeta y ensayista grancanario lo define como «un compendio de la cultura occidental» | Se trata del gran libro póstumo del escritor y pensador francés

Andrés Sánchez Robayna.

El poeta y ensayista canario Andrés Sánchez Robayna (Santa Brígida, 1952) acaba de publicar una versión ampliada de los Cuadernos de Paul Valéry en la editorial Galaxia Gutenberg cuya primera edición data de 2007. Paul Valéry (Sète, 1871-París, 1945) es, según el experto «una figura legendaria de la cultura europea que ha alcanzado, con el paso del tiempo, una dimensión universal». 

Paradójicamente, se trata de un escritor indiscutible en cualquier lista de la «gran literatura» pero, en realidad, pocos autores como él han sido tan discutidos, «sobre todo en la época en que la llamada literatura comprometida combatió los principios de lo que creía una creación ajena a la situación de los seres humanos en el tiempo, en la historia», añade el ensayista. 

Autor de obras capitales en el campo de la poesía (La joven Parca, de 1917, o El cementerio marino, de 1922) y de trascendentales ensayos como Introducción al método de Leonardo da Vinci y La velada con el señor Edmond Teste (ambos de 1894), fueron estos últimos los que le dieron fama inmediata en los años de la literatura y el pensamiento simbolistas, que en el caso de Valéry adquirían un claro intelectualismo con una profunda inclinación hacia la filosofía y el pensamiento abstracto. Muchos de sus ensayos -Eupalinos o el Arquitecto, El alma y la danza (1923), o los cinco volúmenes de Variedad- han adquirido el carácter de clásicos modernos, imprescindibles para entender el sentido de la cultura contemporánea y sus rumbos fundamentales.

El carácter disperso de la obra recrea un dinamismo sensorial, intelectual, plástico y poético especial

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Sin embargo, los Cahiers carecía aún de traducción castellana hasta que Sánchez Robayna decidió verterla a la lengua de Cervantes, un libro que por su dificultad y por sus especiales características se resistía a ser trasladado y que ahora vuelve a ver la luz de forma ampliada. El volumen, de casi 600 páginas que incluyen la reproducción fotográfica de algunos pasajes del manuscrito original, constituye sin duda un paso de especial importancia en el conocimiento y la difusión de la obra de Valéry en lengua española.

Pero, ¿qué son los Cuadernos? «Es muy difícil, diría que casi imposible, definirlos en pocas palabras», afirma el experto. «Para empezar, porque es un libro que nunca se concibió como tal, es decir, no se escribió con el sentido de una obra acabada, o con un carácter unitario de principio a fin». Es un conjunto enorme de reflexiones y apuntes que Valéry fue escribiendo a lo largo de toda su vida, desde 1894 hasta su muerte en 1945 y sus temas son de una variedad sorprendente. «Hay que subrayar que, siendo un trabajo realizado a diario durante más de cincuenta años, pocos temas escaparon a su atención, desde la nota autobiográfica hasta la fórmula matemática, pasando por la observación psicológica, el apunte filosófico, la interpretación histórica o la disquisición política, y en donde no faltan los dibujos, porque Valéry fue un dibujante y acuarelista notable, o los poemas, casi todos en fase de borrador o de escritura en germen, susceptible de desarrollos posteriores».

Un repaso del índice de los Cuadernos confirma lo que señala Sánchez Robayna, aunque, como él mismo subraya, Valéry no ordenó su escritura por «temas». Esto fue cosa de los editores franceses, que decidieron agrupar en «núcleos» de sentido los contenidos fundamentales de las 26.000 páginas del manuscrito, una disposición que suponía ya una «interpretación» del trabajo del autor. 

«El propio Valéry quiso en muchas ocasiones realizar esa ordenación», pero siempre se vio desbordado por la propia naturaleza «selvática» de su escritura, «que tan pronto pasaba de una confesión íntima a una disquisición sobre geometría, de una observación moral a un dibujo, de una reflexión psicológica a una crítica de la sociedad de su tiempo», aclara.

Los «grupos» temáticos incluirían títulos como Ego, Lenguaje, Filosofía, Psicología, Cuerpo-espíritu, Sensibilidad, Memoria, Tiempo, Sueño, Conciencia, El Yo y la personalidad, Afectividad, Eros, Biología, Matemáticas, Ciencia, Arte y Estética, Literatura, Historia y Política, Enseñanza, etc.

Estos escritos han sido admirados por filósofos como Walter Benjamin o Theodor W. Adorno

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«Casi todos los textos presentan carácter fragmentario», señala Sánchez Robayna, «y tienden a la brevedad. Por eso es muy frecuente la anotación sintética», como si Valéry estuviera fijando los límites de un pensamiento que debía desarrollarse, antes de fijar los preliminares de un determinado tema.

«Es fascinante, asistimos a una especie de pensamiento en ebullición, de pensamiento haciéndose, de pensamiento en acto”, señala Robayna. «Pocas veces podemos asistir a un proceso semejante, tal vez solamente en Pascal, o quizá en el Wittgenstein de los Cuadernos azul y marrón, aunque estos desde luego están más sistematizados, como textos para clases». Este carácter fragmentario y disperso concede a los apuntes de Valéry un atractivo especial, porque aparecen dotados de un dinamismo intelectual muy llamativo, pero también «sensorial, plástico y poético, puesto que el impulso creador de Valéry, en esta fase germinal de la escritura, no distingue entre géneros o modalidades intelectuales, literarias o filosóficas». 

Eso corresponde más bien a una fase posterior, «cuando el texto se formaliza en un cierto tipo de discurso establecido, fijado desde la institución filosófica o literaria». Estos cuadernos los escribe Valéry a diario, después de levantarse cada día a las cuatro o cinco de la mañana y de permanecer «atado» a sus reflexiones cinco o seis horas, que da idea de lo que podríamos llamar su «disciplina»”, su espíritu metódico. No en cuanto a la escritura, que era de una libertad insólita, casi anárquica, diría, sino a su autoexigencia intelectual. «Llama la atención, por ejemplo, el hecho de que, para reflexionar sobre un asunto determinado, muchas veces no quisiera leer lo que ya se había escrito sobre ese asunto, porque él aspiraba a llegar a sus propias conclusiones. Esto revela un grado de confianza y de rigor extremos. A veces excesivo, sin duda», apunta el ensayista. Esta versión en castellano de los Cuadernos son una antología de las 26.000 páginas que integran el texto original, pero Robayna subraya que se trata de una selección representativa. «Se traduce íntegramente, por ejemplo, la sección Poesía, una de las más intensas y profundas, porque no en vano Valéry fue esencialmente un poeta. No es extraño que estos cuadernos hayan sido tan valorados por los filósofos, y es en las facultades universitarias de Filosofía donde más lectores han encontrado estos Cuadernos. Valéry fue un escritor profundamente admirado por filósofos tan significativos como Walter Benjamin o Theodor W. Adorno, entre otros muchos. El poeta T. S. Eliot aseguró que Valéry era la personalidad intelectual de su época que más le interesaba. “Para mí»-concluye Robayna- «los Cuadernos echan por tierra la imagen tópica de Valéry como escritor frío y alejado de la realidad. Basta con ver, por ejemplo, los criptogramas eróticos que abundan en estos Cuadernos, que en realidad son todo un compendio de los problemas y las obsesiones de la cultura occidental.”

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