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Ópera

Don Pasquale, la "joya" del repertorio bufo italiano, ríe en el Teatro Pérez Galdós

La segunda cita de la 55º Temporada de Ópera trae a Donizetti el 22, 24 y 26 de marzo, donde la soprano Claudia Pavone debuta en el rol de Norina

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Presentación ópera Don Pasquale José Carlos Guerra

Un soplo de aire fresco gira entre las bambalinas del Teatro Pérez Galdós, las risotadas y las burlas orquestadas por el compositor italiano Gaetano Donizetti traen la «joya» del repertorio bufo italiano, Don Pasquale. Esta es la sexta ocasión en que las tablas capitalinas apuestan por un espectáculo que trae varias novedades en el contexto de la pandemia, entre ellas, el aumento dentro del foso del recinto a 45 músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, la vuelta del descanso de 15 minutos entre el segundo y tercer acto de la obra, y un aforo al completo para dar la bienvenida a la segunda cita de la 55ª Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria - Alfredo Kraus el 22, 24 y 26 de marzo a las 20.00 horas.  

El título trae a un elenco vigoroso que renueva los ánimos de la escena con el fin de superar las vicisitudes y mostrar una vez más la calidad del proscenio. Al frente del quinteto protagonista está el bajo Roberto Scandiuzzi, en sustitución de Simón Orfila -quien declinó la oferta por positivo en Covid-19- y encarnando al anciano tío, acompañado de la soprano Claudia Pavone como Norina, del tenor Paolo Fanale en calidad de su enamorado Ernesto, el barítono español Gabriel Bermúdez por Malatesta y, rubricando la impronta isleña, el tenor Iván Figueira como Carlo, el notario. 

En esta historia de engaños y astucias, inspirada en el texto de principios del siglo XIX Ser Marcantonio, Don Pasquale rechaza las pretensiones amorosas de su sobrino, quien ama a la joven viuda sin posibles. Ante la amenaza de desheredarlo y hundir sus ánimos, ella urdirá un plan junto a su amado para volver loco al viejo avaro y conseguir vivir felizmente juntos. 

Don Pasquale escenifica el encuentro y el descubrimiento para el público de nuevos rostros en el panorama artístico isleño, donde se ha conseguido moldear y compenetrar tesituras, como destacó Scandiuzzi ayer en la presentación de la comedia. «Soy feliz por formar parte de este reparto tan joven, ¡cómo no, yo soy el mayor!, donde hay un equilibrio y un trabajo común interesantes», añadió. Debuta junto a él en la 55ª temporada Bermúdez, joven promesa de la escena que anima al público «a divertirse en estos tiempos tan extraños que nos ha tocado vivir».

La producción, a cargo del sello canario ACO, recibió un aplauso espontáneo durante la rueda de prensa por parte de los artistas por su esfuerzo y dedicación. En las manos de Renato Bonajuto, director de escena, han logrado una atmósfera que transita rápidamente entre las dependencias de Don Pasquale y los jardines itálicos. «¡Un sistema muy óptimo que hay que venir a ver!», animó Bonajuto.   

El espíritu entusiasta de la propuesta contagia al director musical Rafael Sánchez Araña, cuyo objetivo está en ampliar su faceta lírica a escala internacional. Afronta esta segunda oportunidad al frente de la ópera tras La traviata de 2020 como «un privilegio absoluto» debido al alto nivel de los intervinientes. La disminución orquestal por el coronavirus no afecta en demasía puesto que el libreto original estaba formulado en un principio para un número reducido de intérpretes y resulta lo usual en el itinerario italiano, razón por la que las cuerdas y los vientos compactarán con soltura, adelantan.   

Norina y Jennifer López

Claudia Pavone aborda por primera vez este timbre irónico, acostumbrada a los tonos dramáticos de Norma, La traviata o Rigoletto. Por fin, ha encontrado en Norina un personaje sorprendente. «Yo, que soy tímida, me extrañó en un primer momento la propuesta de Ulises Jaén, el director general y artístico de ACO. No veía que fuera para mí, pero ahora, ensayo a ensayo, me siento cómoda y lo comprendo». En contraposición a otras tramas, la protagonista femenina impregna los actos con una personalidad «divertida, astuta, a veces mala, en definitiva, todo para conquistar su sueño de amor», reflexiona. Esta dualidad y, sobre todo, el peso de sus decisiones en el transcurso de la sinrazón que envuelve a la familia la convierte, sin duda, «en el nodo principal, ya que dirige la escena, lo que me hace amar aún más mi profesión porque me hace abordar otras personalidades, ¡cuando yo soy tan tímida!». 

Dispuesta a buscar la esencia de Norina, halló los consejos de la aclamada Isabel Rey, que también ha interpretado el rol en varias ocasiones. «Me dijo que ese matiz infantil o caprichoso, donde lo quiere todo cuando se vuelve Sofronia para engañar a Don Pasquale, lo mostrara como una especie de Jennifer López», ríe ante la anécdota. Ese truco le ofreció un carisma genuino para entender la forma en que debía mantener una percepción adulta del papel durante esa difícil caracterización que bucea entre lo cómico e histriónico. En cualquier caso, aprecia el «diálogo y la escucha activa por parte del maestro Sánchez Araña», que muestra interés por sus sugerencias.

Con tan solo 25 años debutó en el rol de Violetta, de La traviata, en el Teatro Alighieri de Ravenna a las órdenes del gran director Riccardo Muti. La experiencia supuso una «suerte» para la proyección de su carrera, donde no solo la alentó a pulir su brillantez profesional sino personal. «Él me hizo entender que para cantar no solo hace falta la voz, sino el componente y el aguante psicológico», recuerda. La mismísima Renata Scotto se lo decía cuando creía desfallecer, «si el maestro te pide más es porque sabe que puedes llegar». El extremo cuidado de las notas de su registro y el profundo conocimiento de la obra y de sí misma han dado a una de las cantantes más reconocidas del panorama lírico italiano.  

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