Las ideas son semillas que atraviesan el asfalto y el picón y llevadas por las rutas del viento caen en un lugar fértil y crecen con mimo, sin ninguna pretensión pero con la ambición por vivir. Ese germen, tan efímero, fue el que se depositó en las manos de Lana Corujo cuando actualizó su portfolio como ilustradora. De las simulaciones que iba probando, le atrajo este proyecto que iba recibiendo los ánimos de a quien le preguntara, así que decidió dar el paso junto a Irene Nicolás y, juntas, fundaron La Carmensita Editorial en 2019

Entonces, la pandemia apareció y, en vez de publicar en marzo su primer título, apareció en junio el poemario Anatomía de una mariposa, de Paula Moreno. A ella le siguieron Mujeres fuertes, de Laura Rodríguez Sayd, Atravesar un desierto, de Albanie Casswell, Del mar y la muerte, de Noelia Cortés, y Volvemos a casa, de Mar Gallego y Miriam Sánchez. Un catálogo artesanal que se construye con calma. «Queremos dedicar un espacio a las mujeres o a las personas que se perciben como mujeres porque es importante dar y proteger estos espacios no mixtos, aunque levante muchas ampollas», dice Corujo. 

La dificultad de montar una editorial

Montar una editorial presenta, de por sí, serias dificultades, pero cuando se trata de trasladar los medios a una isla ultraperiférica las aduanas se convierten en un mortífero antídoto empresarial. «En Madrid todo era más sencillo, a nivel de clientes y editores, ya que en Canarias debemos buscar la manera de abaratar costes, por ello, hablamos con otras editoriales para ver cuál era su perspectiva y ahora distribuimos nosotras a cualquier parte del mundo», además, mantiene la intención de «crear un tejido editorial potente en la Isla, como con Ediciones Remotas o Itineraria Editorial».

El próximo paso consistirá en lanzar su primera línea de narrativa con Sofía Martín y Un puñadito de pipas, que muestra su espíritu: «Los textos han ido definiendo nuestro discurso, que entronca con las costumbres, lo rural, lo cotidiano e intimista, donde la búsqueda del yo está presente, al estilo de la protagonista queer de este libro».  

Descubrir un libro antes de serlo es mágico, describe sobre el proceso. Por ello, cuando decidieron apostar por este negocio, decidieron que también tenían que buscar líneas alternativas de financiación, como el uso de la plataforma digital Patreon para la monetización de talleres o encuentros. Así, consiguen sacar adelante el catálogo del que se siente orgullosa su madre, Carmen, quien vino de Cádiz y se enamoró de Lanzarote con 20 años y homenajea uniendo el acento canario y andaluz en ese diminutivo tan característico. 

Lanzarote, cuna de nuevas generaciones

La amistad entre Irene y Lana surgió en la adolescencia, cuando ambas escribían en blogs. Más tarde, al estudiar la lanzaroteña en la península se conocieron y la amistad se afianzó. Ahora, Irene Nicolás es profesora de historia en un colegio madrileño y Corujo, cansada de la arritmia de la capital, decidió volver a la isla y ser autónoma, desoyendo a los que decían que aquí sería imposible prosperar. «Tomamos la decisión de volver quitándonos esa sensación de fracaso y afrontando volver a una tierra muy fértil para plantar el día de mañana», subraya. Cuna de César Manrique, José Saramago o la saga de mujeres Spínola Bethencourt, la también escritora de Ropavieja advierte de la necesidad de dotar de herramientas culturales a las generaciones venideras, como ha sido estas últimas semanas el encuentro literario Verbena

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Ninguna supera los 30 años y creen en el descubrimiento de nuevas voces, sin la capitalización del tiempo, con el cariño suficiente «para volver a las raíces y buscar nuevos discursos que contribuyan a hacer llegar la cultura a todas partes»