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Dos colosos frente a frente

Hace 50 años la editorial francesa Editions du Cerf publicaba ‘Orson Welles’, uno de los libros canónicos de André Bazin, sumo sacerdote de la crítica cinematográfica y cofundador de la mítica ‘Cahiers du Cinéma’

André Bazin, sumo sacerdote de la crítica cinematográfica.

En la ingente bibliografía que ha generado la vida y obra de Orson Welles (Kenosha, Wisconsin. 1915/Los Ángeles, California. 1985) desde sus primeras experiencias en el teatro de vanguardia en el Abbey Theatre de Irlanda y, sobre todo, tras su apabullante debut delante y detrás de las cámaras en el Hollywood de los años 40 con Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1940), participa, entre otros muchos trabajos de referencia, Orson Welles, un pequeño pero muy enjundioso volumen firmado por el escritor francés André Bazin (Anger, 1918/Bry-sur-Marne, 1958) en 1972, aprovechando sendas visitas del cineasta estadounidense al festival de Cannes y a la capital francesa meses antes de la prematura muerte del escritor a la edad de 40 años víctima de la leucemia.

Se trata de un meticuloso y brillante estudio de la filmografía y de los múltiples proyectos nunca materializados por Welles desde sus inicios en el ámbito de la escena hasta Sed de mal (Touch of Evil, 1957) -Bazin fallecería algunos meses después del estreno de este filme- , acompañado de una lúcida entrevista sobre la etiología ideológica, moral y estética que nutre todo su cine, revelan la potente energía intelectual de estos dos colosos de la cultura occidental de la primera mitad del siglo XX cuya vigencia actual me quedó meridianamente clara tras la enésima relectura que, con motivo del presente artículo, realicé hace unos días de esta pieza magistral de la literatura cinematográfica, pieza que tiene además la virtud de enlazar coherentemente con el tenor de otras publicaciones de este mismo autor, como la indispensable y monumental ¿Qué es el cine? (Rialp, 2018. 12ª edición), cuatro tomos que, como en sus millares de artículos en publicaciones tan prestigiosas como Le Parisien libéré, L´ecran français, Esprit, Cahiers du cinéma o France-Observateur, le conferían a la crítica cinematográfica, en el sentido más elevado y profundo de la expresión, auténtico rango literario.

La revolución de André Bazin, y junto con él la de la larga nómina de firmas que supieron mantener vivo su legado desde las páginas de Cahiers y de otras revistas análogas, que se extendería rápidamente por todo el mundo, consistía en el poderoso giro que le imprimió a su oficio en contraposición al estado de absoluto letargo en el que este se encontraba antes de su disruptiva irrupción en el ruedo cultural por la entrega de la mayoría de los medios a los parámetros convencionales marcados por el cine de Hollywood y por su extendida noción sobre la prioridad de ciertos valores en el contexto de un mercado sin otras reglas que las que emanan de sus propios beneficios comerciales.

Orson Welles es, posiblemente, uno de los libros que mejor define y explora la compleja personalidad artística del autor de El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942) constituyendo, como hemos comprobado con el paso del tiempo, uno de los principales textos de cabecera para legiones de críticos de todo el mundo, tanto como lo han sido El cine según Hitchcock (Alianza Editorial, 1974), el no menos famoso libro de entrevistas de François Truffaut con el mago del suspense; Mi último suspiro (Plaza & Janés, 1982), las inclasificables memorias del gran Luis Buñuel; las rotundas meditaciones estéticas que reúne Andrei Tarkovski en Esculpir en el tiempo (Rialp, 2004), el imprescindible Reflexiones de un cineasta (Editorial Lumen, 1970), de Serguei Mijailovich Eisenstein o el clásico De Caligari a Hitler. Una historia psicológica del cine alemán (Ediciones Nueva Visión, 1961), de Siegfried Kracauer, el mejor tratado que se ha escrito nunca sobre el papel que desempeñó el movimiento expresionista en la sociedad germana de entreguerras.

Traducido a más de 25 idiomas, la publicación de este volumen en España un año después corrió a cargo de la tristemente desaparecida editorial valenciana Fernando Torres Editor, bajo cuyo sello aparecieron en nuestro país títulos del calado de Sentido e insensatez en el arte de hoy, de Gillo Dorfles; Historia del cine experimental, de Jean Mitry, o La filosofía del lenguaje, de Bertrand Russell, por citar solo tres de su extenso y jugoso catálogo bibliográfico. Y aunque no ha tenido más ediciones en el ámbito nacional desde entonces, Orson Welles se ha convertido en un auténtica obra de culto codiciada por toda la comunidad cinéfila, especialmente por sus sectores más jóvenes que, en muchos casos, solo conocen el libro de oídas o de referencias bibliográficas en los sectores universitarios más avanzados.

Fallecido a la edad de 40 años, Bazin, cuya deslumbrante obra literaria no ha cesado de reeditarse en su Francia natal, representa, como ningún otro, la figura patriarcal en el ámbito de la crítica cinematográfica, siendo miembro fundador en 1951, de la legendaria Cahiers du Cinéma, junto a Joseph Maria Lo Duca y Jacques Doniol-Valcroze, y mentor e inspirador de muchos de los más acreditados representantes de la Nouvelle Vague francesa. «Poseía la sutil y fulminante capacidad de llegar al corazón de las cosas, de captar intuitivamente todos sus aspectos mediante un estilo literario claro y excepcional» dijo de él Federico Fellini. «Me hizo descubrir aspectos de mi obra ignorados por mí mismo», confesó Luis Buñuel en el curso de una rueda de prensa celebrada en Cannes con motivo del estreno mundial de Él (1953), la famosa película inspirada en la novela homónima de la poeta y dramaturga lagunera Mercedes Pinto.

Así pues, y como les sucedió a aquellos jóvenes cinéfilos de veinte o treinta años que serían más tarde los Truffaut, Godard, Rohmer, Chabrol, Marker o Rivette, maestros indubitables del Séptimo Arte, seguir los sabios, cabales e innovadores consejos de André Bazin no sólo constituye un saludable ejercicio de aprendizaje intelectual sino una nueva oportunidad para deleitarnos con una de las prosas más subyugantes que podremos encontrar en el contexto de la producción ensayística francesa de la década de los sesenta del pasado siglo.

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