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Artes escénicas

Haus of Otherness: La casa de la Transgresión

Haus of Otherness es un grupo artístico queer que reinterpreta la identidad | Vivien Déniz dirige el colectivo pionero en las Islas

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Reportaje al colectivo queer The House of Otherness José Carlos Guerra

No piden permiso. Ya no. Alzan la voz. Hablan. Escuchan. Deconstruyen. Más bien toman un mazo y destruyen el muro circular que las rodeaba. Avanzan y el foco las ilumina. Ellas son Haus of Otherness. Vivien dirige una casa que cuestiona el sistema imperante y funciona como catarsis transformadora a través de Aike, Polli, Ángel, Viktor The Dick y Santos, los nombres artísticos y únicos de seis personas que han encontrado un lugar en el que ser sin ambigüedades. Ellas toman la escena queer canaria que lucha contra lo hegemónico dentro del movimiento de cuerpos disidentes que multiplican las realidades más allá de los estereotipos normalizados de hombre/mujer. «Nosotras señalamos la otredad desde el discurso queer canario descolonizado que mantenemos y desde el que nos involucramos»; Vivian no pestañea nunca.    

Bajo la sombra de un laurel de indias en la Alameda de Colón, se sientan para reflexionar sobre esta corta trayectoria que ha sonado por los recodos de la Isla y, pulverizado por las redes sociales, la península. Expresan a partir de lo experimentado, no entienden otra forma de mostrarse. Vivien, de 23 años, activista y artista trans, volvió a Gran Canaria después de haberse graduado en Bellas Artes. La pandemia trastocó sus planes y, de repente, aceptó que el único refugio que quedaba era el lugar donde la habían rechazado. «Quise centrar mi acción en la Isla donde crecí y, a la misma vez, me fustigaron, porque creo que aquí también hay cosas por hacer, tengo a mis marikas y se puede romper el espacio». 

Haus of Otherness se construye a sí misma. Con o sin referentes o, más bien, aquellas historias que les han llegado desde el barrio y siempre han sido fuente de inspiración. Ya sean Margaret García, Lourdes Coello y Marián Pérez, protagonistas trans del documental Isleteñas, la actriz y activista Isabel Torres, recientemente fallecida, o, como dice Vivien, Jose, la de La Isleta. «¿Dónde están las marikas de Canarias? Siempre se habla de la escena queer que está fuera, pero dónde está la nuestra, dónde están las niñas de barrios. De ahí nace la inquietud de la Haus por centrarnos en la otredad de Canarias», lanza. Acude a la mirada de la otra a través de la que una crece y se ve interpelada como un movimiento de espejos que avanza y se implanta en el desarrollo social.

Cada una cuenta su tránsito en esta ciudad que, como un microcosmos, refleja el cambio de nuevas generaciones que no quieren, ni atienden, a lo establecido. Vivien, como un satélite atrayente, fue invitando a cada participante al colectivo después de coincidir en manifestaciones, fiestas, lugares en los que brillaron descubriendo su personalidad. 

Experiencias únicas y unidas

Santos fue una de ellas. Tiene 38 años y estudia moda, dice que no está viviendo la crisis de la mediana edad, «sino el despertar». «Mi generación no discutió el género ni nada relativo, así que en esta casa, además de representar el género fluido, represento a los cuerpos disidentes, sobre todo en contra de la gordofobia». Mango creó una línea para el tallaje grande, Adidas presentó a una deportista extragrande, es decir, las multimillonarias marcas se han sumado en apenas un año a este fenómeno que pasa por aceptar la diversidad de cuerpos, siempre y cuando atiendan al modelo de belleza. «Ya hay un estándar de gorda: mucho culo, mucha teta, sin papada, sin barriga, y denunciamos eso», reflexiona, «yo he ido mientras cosiendo mis heridas, aquellas referidas a la marimacho, a la gorda, a la rara y diferente, pero con ellas y el arte se pueden liberar».  

A su lado, Viktor The Dick, con sus calzoncillos por fuera y su movimiento twerk, se ríe de aquel novio que su madre tenía con ese aura de «chulito y Don Juan». Ahí se inspiró para lograr un travestismo lleno de sutilezas que, a sus 21 años y cursando moda, a veces incomoda. «Intento representar la masculinidad de una forma no tóxica mediante el drag king -en Canarias ha prevalecido sobre todo la drag queen, entonces, apenas hay referentes-, ya que al margen del cuerpo que tengas, puede ser sana, siendo sensual sin ser violenta, y Haus no solo lo necesitaba yo, también la Isla, ¡por eso animo a cualquiera a que se travista, para mí fue una revelación de identidad!». La paradoja dentro del colectivo LGTBI existe, sobre todo, en lo referente a las masculinidades. Diversas voces se han alzado contra la plumofobia, otra forma de homofobia en la que se ridiculiza los amaneramientos y la feminización de los hombres, y la falta de representación de las lesbianas, las personas intersexuales, las bisexuales y, por supuesto, las trans en los cauces mediáticos. 

Pablo plantea una imagen: «Haus es el camión rosa que va delante recogiéndonos». Marcha a toda velocidad, a veces encuentra obstáculos que hace saltar los asientos, pero siguen atiborrando de gasolina, o electricidad, el motor que perpetra un cambio. A sus 18 años se hace eco de la crítica al estereotipo gay, «el mundo queer también puede ser tóxico y, a veces, no hay lugar para la disidencia debido a que se performativa una masculinidad falsa porque se desea una aceptación… Yo era consciente del problema, pero me di cuenta cuando me puse una falda y hubo chicos que dejaron de hablarme». Por ello, añade el ingrediente de clase social a la Haus y reconoce que, pese a la aceptación con la que han sido recibidos en numerosos lugares, encuentra una objetivización, «somos algo chulo y guay, un elemento de show, como cuando ves a una marika en Aquí no hay quien viva que solo hace reír», incide. Aunque por fin le están dando forma a un movimiento que durante décadas se ha ido fortaleciendo, aún sienten que no se las legitima. 

Haus of Otherness, para toda generación

Con un año menos y deseando marchar a la universidad para estudiar arte, Aike vive el artivismo como la conjugación idónea entre lo artístico y lo político. «Aquí puedo expresarme de estas dos formas y, al mismo tiempo, sentir mi identidad politizada en una casa con iguales que están a la vez en momentos vitales distintos». Como persona neurodivergente -aquellas que no operan dentro de los estándares psíquicos médicos-, siente que su cuerpo la abriga más al percibirlo cercano. No obstante, detesta, al igual que las demás, que las tomen como enciclopedias a las que cualquier individuo puede acceder para poder saber qué es lo trans, qué es la lucha por los derechos sociales, cuáles son los lenguajes que están situando el discurso en la periferia. «No estamos haciendo pedagogía todo el rato y, en cualquier caso, hay libros, hay recursos y, cómo no, desde el respeto, puedo recomendar contenidos, pero infórmate primero», coinciden todas. Asociaciones canarias como Gamá, Diversas, Algarabía, Transboys o Transgirls, entre muchas otras, dan herramientas para ampliar el conocimiento sobre estas temáticas que, en primera instancia, podrían resultar confusas

Polli da otra perspectiva desde la calma que, en ocasiones, desespera por lo que significa la espera. Artista y dj rusa venida a Gran Canaria, presume de la cultura de su país, al contrario de las políticas que marcan la agenda mundial y prohíben hablar sobre las «relaciones sexuales no tradicionales», como recoge una ley desde 2013. Ella, que ha vivido en el oscurantismo de su sociedad, celebra los pequeños y marcados logros que ha habido en esta sociedad isleña. «Supongo que fue un choque cuando los gays empezaron a ir a Maspalomas, y en la actualidad es una referencia, así que viniendo a Canarias me doy cuenta de la empatía que hay, a nadie le importa lo que seas… Haus of Otherness nunca había sucedido y se están acostumbrado a este cambio: es triste, pero es así, tenemos que quedarnos con que hay mucha gente está escuchando, viendo y tratando de entender». Entiende su arte como una forma de representación y, desde que conoció a Vivi, construye desde sí misma hacia la comunidad, «es algo muy especial y saludable recibir ese poder para crear juntas».  

Qué es lo queer

Haus of Otherness las está abriendo en canal. Ya sea aceptando su cuerpo, sus mentes, sus sentires e identidades, es decir, se están dando la oportunidad de superar los estigmas que aún rondan sus sombras en un periodo de crisis en el que se refleja un constante pulso entre la ruptura del marco y las respuestas de la ultraderecha española que intentan incendiar el discurso legislativo y social que se ha integrado en las últimas décadas en la sociedad española. Sacan pecho al hablar de la ley trans, donde el Archipiélago fue pionero, y ante las polémicas suscitadas, Aike afirma rápido: «La identidad de alguien no es un debate», si bien apunta que aún queda por trabajar en el atendimiento ágil tanto a las personas de su edad como a menores. 

La estética de Ekamai Club las envuelve en arneses de cuero negro con hebillas, plataformas listas para aplastar odios, el negro que contrasta con el tono chillón de las gafas de plástico que su mirada atraviesa cuando bailan en los espacios que, por ahora, las han invitado a las fiestas Flamboyance y Öpera y al espacio de discusión Bailar La Ciudad. Saben que la atracción que producen en el público rota entre divertimento y expectación, pero advierten la curiosidad, el deseo por seguir sus pasos y transgredir, como han hecho ellas. «A lo mejor la señora que estaba en primera fila viéndonos vuelve a su casa pensando», comentan. Toca volver al curro, echar unas caladas y «romper el binarismo y el género». No saben hacia dónde va la casa, solo quieren mutar, fluir, en definitiva, vivir. Vivien responde: ¿Qué es lo queer? «Lo queer es todo lo que la gente privilegiada y que no siente la necesidad de cuestionar: señala; lo queer no es solo una orientación sexual o una identidad, lo queer también es un territorio»

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