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Teatro Ana Fernández Actriz

Ana Fernández, actriz: «Una mujer con 50 años está en la plenitud, pero la ficción no se entera»

La ganadora del Goya interpreta los días 22 y 23 de abril a las 19.30 'La casa de Bernarda Alba' en el Teatro Cuyás

La actriz Ana Fernández, en una imagen de archivo, durante una rueda de prensa en el Teatro Cuyás.

La casa de Bernarda Alba, clásico de Lorca y dirigido por José Carlos Plaza, adquiere una dimensión profunda y oscura debido a los tiempos tan convulsos del presente. Bernarda Alba es una madre autoritaria que mantiene a sus cinco hijas en el encierro y a la que se enfrenta Ana Fernández como Angustias. La ganadora de un Goya interpreta este papel complejo en busca de la libertad en el Teatro Cuyás los días 22 y 23 de abril a las 19.30 horas.

Después del confinamiento, tal vez entendamos mejor La Casa de Bernarda Alba

De pronto, para el espectador y nosotras, Bernarda tenía mucho que ver con lo que estábamos viviendo: seres que no pueden salir puesto que están privados de la libertad. Claro que, en este caso, va mucho más allá, la privación de la libertad viene de la educación machista y terrorífica de su madre. Es cierto que ha sido una experiencia diferente, ya que estrenamos con todas las medidas de seguridad y hemos ido desde esa oscuridad hacia la luz de las Islas en la recta final de una aventura maravillosa. Hacer la obra en circunstancias tan excepcionales hacen que este montaje sea inolvidable.  

¿Bernarda Alba es la encarnación de todo lo que tememos: un poder que nos asfixie? 

Afortunadamente, en nuestra sociedad no está instalado eso, y las mujeres de hoy tenemos una libertad y una capacidad para hacer lo que queramos. Pero sí es muy difícil conseguir salir de la casa de Bernarda Alba y muy fácil entrar si no estamos en guardia. Los logros sociales y culturales cuestan muchísimo esfuerzo, por lo que son más frágiles. El montaje de José Carlos, quien está muy preocupado con todo lo que está pasando, te habla, por ejemplo, del resurgir del fascismo, lo que se está moviendo en este siglo. 

Lorca no deja de ser un fiel testigo de nuestros tiempos, ¿no? Habla de ciertos movimientos, y vemos que Vox ha entrado en un gobierno.

A mí me lo dicen hace cinco años y no me lo hubiera creído. ¿De verdad que todavía se cuestiona la violencia machista o la violencia vicaria? Aquí, el espectador tiene la oportunidad de hacer un viaje hacia lo más oscuro, lo que genera este tipo de cosas.

"Si estas mujeres se unieran, podrían con la madre"

Angustias sufre aún más esta represión que Adela.

Cuando te pones a trabajar en un personaje en profundidad te das cuenta de que, a veces, eres un poco frívola. Lo fui un poco con Angustias, pero ha sido la ignorancia: es un ser humano muy complejo. Cuando la respiro me produce ternura porque soñó con que podía salir de la casa. Además de ser el único personaje agredido físicamente dos veces por la madre, sus hermanas hablan de ella con desprecio. Por ello, tiene la soberbia en la que se ha cobijado, incluso, el conocimiento de clase debido a que sabe la gran barrera que hay entre Pepe el Romano y ella, pero se tiene que agarrar a esa esperanza como sea porque ese matrimonio le permite tener la herencia de su padre -como ocurría con las mujeres de este país hasta hace bien poco- y ser libre. Hablaba con José Carlos sobre lo maravillosamente escrita que está y de cómo vemos a mujeres inteligentes y sensibles, tan castradas y criadas en el odio que sacan lo peor de sí mismas. En esta obra, quiso que las hijas estuvieran presentes, que hubiera escucha y acercamiento, para que el público se acercara a ellas. 

Habla de escucha cuando se intenta imponer lo contrario.

El espectador va a sentir lo que ocurre cuando no existe la sororidad. Si estas mujeres se unieran, podrían con la madre, pero están tan limitadas y educadas en la desconfianza del otro que luchan por sí mismas en vez de unirse. 

¿Qué le llama de su ‘¡Silencio, silencio he dicho!’?

Es premonitorio. Qué vino después a este país: 40 años de silencio. Él termina la obra con ese silencio y no la ve porque lo matan. Lorca va a estar vivo siempre. Un autor que cada vez que lees descubres universos nuevos, llenos de poesía y de imágenes, que invitan a la reflexión y te lanzan muchos interrogantes. 

"Ya no son chicas, sino mujeres Almodóvar, ¿no?"

Hay filmes españoles, incluso Disney, que están redescubriendo la figura de la madre.

Somos fruto de nuestra cultura. Si tu madre es machista, tú has recibido una educación machista y tienes que ser consciente de ello y romper. Considero que, en ficción, cuando eres madre, lo eres, y no hay más. Lo primero que se le quita es el cuerpo y la sexualidad y, de repente, tus sueños, tus necesidades de recibir y dar placer desaparecen. Todo lo contrario, las madres son unas jabatas que llevan la casa, trabajan, crían, ahí no hemos conseguido que el hombre participe de la misma manera. Me produce cierto rechazo. 

Está en una edad en donde tal vez escasean personajes interesantes en ese sentido. 

El teatro es otro mundo porque puedes tener 60 años e interpretar a un niño. En el cine, a partir de los 40, los personajes van desapareciendo. No obstante, me siento afortunada porque he hecho personajes femeninos potentes que no estaban en función de los protagonistas masculinos. Sobre la realidad, estamos activas mucho más tiempo y una mujer ahora con 50 años está en la plenitud, pero la ficción no se entera de eso o no quiere enterarse. 

Aitana Sánchez Gijón estuvo aquí, también una chica Almodóvar, como usted. 

Almodóvar es uno de nuestros grandes directores y trabajar con él es maravilloso. Pero ya no son chicas, sino mujeres Almodóvar, ¿no? Hay una madurez, como la de Aitana, que en su última película interpreta a una madre que siente que ha sido incapaz de abordar su papel porque está frustrada como actriz; inteligente y consciente de ello. 

¿Cómo se ve a sí misma?

Diría que estoy intentando asimilar todo lo que nos está pasando. Venimos de una pandemia y estamos con una guerra, así que, dentro de lo negativo, no hay que olvidar que la vida merece la pena. Y muy agradecida en lo profesional. Soy de pueblo, con muchas cosas en contra para lograr ser actriz, y ahora puedo vivir de mi trabajo en un oficio tan hermoso como duro... Este país adolece del amor a los cómicos -una palabra que venero-, entonces, me pregunto si es un buen momento para generar la tradición teatral dentro de nuestro propio gremio.

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