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21º Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria

El Festival de Cine de Las Palmas inicia «sin alfombras y con cine puro» su viaje

La cita internacional reúne a 350 personas en el Edificio Miller con la película ‘Nosferatu’ | El Gran Wyoming y el director Luis Miranda abren el acto de apertura

El director del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, Luis Miranda, durante el acto de apertura con la proyección de ‘Nosferatu’.

El cine, ese eterno equilibrio entre la industria y el ensueño colectivo, despliega su embrujo en el Edificio Miller de la capital grancanaria con la apertura del 21º Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Nosferatu, que aguarda entre bambalinas, pierde protagonismo por unos breves segundos mientras el Gran Wyoming inaugura el acto con el humor mordaz que caracteriza a este cómico que ya recala por tercera vez en la cita cinéfila y, conmovido por el cariño, se agarra al escenario diciendo aquello de que al artista se le echa o se cae, pero nunca abandona las tablas.

La pantalla, brillante y gigante, captó la atención de las 350 personas que ni tosían ni jugaban entre sus dientes con caramelos de menta este viernes, solo esperaban a que surgiera de las manos de Josef Van Wissem la banda sonora de este vampiro que colmó las pesadillas de una generación.

Sean Baker y Lucile Hadzihalilovic, protagonistas de las retrospectivas del Festival

No había bullicio ni roscas, tampoco un ambiente desenfrenado aun cuando las distancias ya están dinamitadas, y fuera quedaba la música de los bares aledaños a los que cuesta callar, pero sí había conversaciones rápidas y de voz discreta, como las de Cristina Barrios y Urina Sánchez, que llegaban de la sesión de cortos previa y, después de arrastrar la primera a la segunda, solo querían disfrutar del silencio que llenaba la música de la película que marcó el inicio del expresionismo alemán.

Atentas, aplaudieron en el escenario a Luis Miranda, director del festival, quien salió brevemente, sin quererlo casi, para agradecer a la audiencia y al equipo, con «el trabajo de permanente conversación y bronca colectiva», la acogida del estreno de la 21º edición. Una mayoría de edad, a la yanqui, que navegará hasta el 1 de mayo con «la mejor programación» a la que aspiran sus organizadores «y en las mejores condiciones para volver a disfrutar de una pantalla grande y de aforos completos».   

«Esto no es un festival de alfombra roja ni de distribuidores, sino que está hecho por amor al cine puro y duro», remarcó el Gran Wyoming en un discurso que dio paso a los espacios publicitarios como adelanto de la filmografía que marcará los siguientes diez días de celebración. En total, 95 películas y más de 200 sesiones, entre las que resaltan las retrospectivas del director estadounidense Sean Baker y la directora francesa Lucile Hadzihalilovic, quien se levantó al recibir el aplauso del público junto al argentino Gaspar Noé.

Pendientes a lo que ocurría, entre los fotogramas un diálogo quedó en el haz de luz del proyector: «¿Qué es lo que más temes? No saber qué pasará». Dos años para reventar la vida y multiplicar las fantasías y los miedos, esa es la esencia de esta apuesta de títulos que desde Vietnam a Ruanda viajan por las pasiones y los pesares humanos y huye de la aceleración artificial.  

El público en el interior del Edificio Miller durante la proyección de la película. LP / DLP

Vuelta a estar sin mascarillas y con aforo completo

La retina está impregnada de recuerdos y una estampa en el parque Santa Catalina de hace algunos años atrajo de nuevo a Iván Márquez de nuevo a esta edición. «Lo raro era venir con mascarillas», sostiene. Y ya entra y encuentra su sitio junto a su acompañante, dispuesto a volver a tropezar en el reposabrazos con quienes, como ellos, están dos horas suspendidos en el aire.

El Mecas -Mercado Internacional del Cine Casi Hecho-, la Linterna Mágica, Déjà Vu, Panorama, Banda Aparte, La noche + freak, Camera Obscura, Canarias Cinema y, por supuesto, la Sección Oficial convierten a la urbe en el centro cultural de una isla que proyecta su imagen en el exterior para atraer tanto producciones internacionales y nacionales al mismo tiempo que promueve el sentido crítico de una ciudadanía que ya espera el evento anual. En ellas, están las apuestas que atraen ese aroma a naftalina de las butacas o el frufrú de las medias que el humorista madrileño rememoraba de aquellas salas en las que, a oscuras, el mundo parecía retorcerse y crecer con los ojos abiertos. 

Nosferatu está listo, tal vez la noche dé para una buena cacería, después de que su película la restaurara Luciano Berriatua y el cráneo del director Friedrich Wilhelm Murnau fuera robado de la tumba hace unos años. El foco está centrado en el laúd de Van Wissem, ya ducho en dramas vampíricos, y resuena al amparo de la escena muda del celuloide que dibuja en su prólogo «quizás la palabra no te suene como el grito del pájaro de mal agüero…». El Festival ha comenzado. 

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