A menudo trazamos los mapas familiares bajo la referencia de un árbol, con sus ramificaciones y raíces, pero el relato de una familia se asemeja más a un nudo de caminos de ida y vuelta y alrededor de ese tronco frágil, perenne, recubierto de capas. 

Sobre este movimiento de espejos, rebeliones y herencias se construye Cinco lobitos, primer largometraje de Alauda Ruiz de Azúa (Baracaldo, 1978), que toma su título de esa popular canción de cuna que mece nuestra infancia y se transfiere de generación en generación, pese a los abismos entre una y otra, como si marcase el tono y el tempo con que nos acompasamos al mundo.

Podrían resonar ecos de drama en esta ficción en torno a una madre y una hija que acaba de ser madre, pero que traspasa la pantalla con la verdad de su retrato cotidiano, crudo pero honesto, complejo, bello, difícil -«lo bello es difícil», nos recuerdan los griegos-.

La misma directora señalaba sobre su ópera prima, que presentó el pasado domingo en la sección Panorama España del 21º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que «esta historia trata sobre la familia», no solo de la maternidad, pero no se puede hablar de lo primero sin lo segundo, con sus legados respectivos y descendientes de un sistema patriarcal.

En esta línea, Cinco lobitos dinamita todos los mitos y clichés en torno al hecho de ser madre, donde Amaia (Laia Costa), frágil y firme como el árbol del comienzo, encarna a una madre primeriza: ni madre idílica ni madre coraje, sino una madre trabajadora y llena de dudas, que trata de salir adelante en las arenas movedizas de la precariedad millenial que comparte con su pareja, porque Cinco lobitos es también el retrato de una generación que pone en cuestión a la que le precede, la de su madre, que interpreta Susi Sánchez, a la que empieza a comprender desde otro lugar al mismo tiempo que se refugia en sus enseñanzas.

De Málaga a Las Palmas de Gran Canaria

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En este viaje de regreso a la casa de su infancia, Ruiz de Azúa filma una poética circular en torno a los distintos estadios de la vida, de los hilos y silencios que nos unen o rompemos, y que forman parte del telar que somos. La película, que brinda un último pase mañana a las 20.15 horas en Cinesa El Muelle, antes de su estreno en salas comerciales el 20 de mayo, vivió su premier mundial en la Berlinale y se alzó con la Biznaga de Oro a la Mejor película española en el Festival de Málaga, además de recibir los premios al Mejor guion para Ruiz de Azúa y a Mejor actriz ex aequo para Costa y Sánchez, hija y madre en pantalla, así como el galardón del público.

 Y es que faltan historias suficientes en torno a los claroscuros, roles y tensiones de lo que suele narrarse como inamovible. La cuestión es que, pese a las situaciones que rozan la desesperación e, incluso, la crueldad, Cinco lobitos se descubre como un acto de esperanza, un ejercicio de realismo y belleza que reconforta. La directora hablaba el domingo de las «películas-refugio».