La obra de teatro El jardín quemado, de Juan Mayorga, uno de los dramaturgos más reconocidos y prolíficos del panorama español, florece de la mano de la compañía aruquense 2RC Teatro. Su puesta en escena, programada en el Teatro Cuyás los días 13 y 14 de mayo, a las 19.30 horas, fue presentada ayer por la consejera de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Guacimara Medina, el director de la compañía y del montaje, Rafael Rodríguez, y sus protagonistas, Miguel Ángel Maciel y Nuhr Jojo. Sus entradas ya se encuentran a la venta en la web y en la taquilla del recinto capitalino.
El jardín quemado, cuya puesta en escena ha sido concebida, según Rodríguez, como «una propuesta teatral entre el thriller y la poética del pensamiento de Mayorga», transcurre a finales de los años 70, cuando Benet, una joven psiquiatra recién salida de la facultad, llega al sanatorio de San Miguel, instalado en una aislada isla, para aplicar nuevos métodos terapéuticos y, sobre todo, para descubrir la verdad que esconde en su interior.
Las sospechas de que el centro psiquiátrico funcionó como presidio durante la Guerra Civil y de que su actual director, el doctor Garay (Maciel), protagonizó actos injustificables y crímenes de guerra, llevan a Benet (Jojo) a interrogar a los internos con el único fin de desenmascarar lo ocurrido. Pero la realidad que va apareciendo no es exactamente la que esperaba, y durante su proceso de búsqueda, los criterios morales e ideológicos de la joven se van derrumbando poco a poco.
Junto a Maciel y Jojo, completan el reparto Ángel Cabrera (Don Oswaldo), Sergio Placeres (Pepe), José Trujillo (Máximo Cal), Pepe Bautista (hombre-estatua), Rafa Sánchez (Calatrava) y Borja Texeira (Néstor), mientras que Jonay Armas firma la música, Luis O’Malley asume el diseño del espacio sonoro, Ana Perera, el atrezzo y la regiduría y Raquel Artiles y Cristina Hernández, la producción. Por su parte, Rosa Marañón se encarga del maquillaje, Beatriz Rodríguez ejerce como ayudante de dirección y la iluminación es de Iban Negrín. Por último, la escenografía y el vestuario son obra de Carlos Santos y Juan Carlos Martín, respectivamente.
Profundidad
El texto fue escrito en 1999 por Juan Mayorga, autor de algunas de las obras más destacadas del teatro español de los últimos años: Siete hombres buenos, Hamelin, La tortuga de Darwin, El cartógrafo, Reikiavik, El mago, La intérprete, Alejandro y Ana, Shock I y II… Muchos de estos títulos se han representado en el Cuyás en los últimos años. Precisamente, El Golem, de Mayorga, se exhibirá en el Teatro Cuyás bajo la dirección de Alfredo Sanzol, Premio Nacional de Literatura y actual director del Centro Dramático Nacional, se exhibirá los próximos 21 y 22 de mayo en el recinto capitalino.
Según el director, Rafael Rodríguez, «la elección de El jardín quemado obedece al deseo de seguir profundizando en el teatro de Mayorga», que califica como «un teatro de recovecos emocionales, de síntesis argumental y de pensamiento profundo” en el que “las taxonomías generales no existen y todo puede ser puesto en duda, hasta nuestras creencias más profundas».
Esta apuesta obedece también a la voluntad de «seguir rebuscando en nuestra memoria histórica, seguir escarbando en ese episodio que fue la Guerra Civil y en esa sociedad que se construye entre vencedores y vencidos, una sociedad que aún no ha terminado de cerrar las costuras de ese traje roto: el dolor, la búsqueda de aquellos que desaparecieron, la mirada atrás desde el presente, el tiempo detenido y el desconocimiento, sí el desconocimiento, de lo que realmente ocurrió y que forman esas cenizas de ese jardín quemado del sanatorio de San Miguel», expresa el director.
Rodríguez, quien dice sentirse atraído, por ejemplo, por la idea de «desbrozar en el escenario» la metáfora del hombre-estatua, el personaje que abre y cierra la función. A su juicio, es la «metáfora de quien sabe pero no contesta, de quien sufrió pero no juzga, de quien vive pero que se ha convertido en mera estatua fría y distante que sirve para la simple contemplación de visitantes y paseantes y que esconde respuestas a preguntas sin contestación», concluye.