"El mundo no va a cambiar hasta que las mujeres no pongan sus reglas al patriarcado", esa es la sentencia de Rita El Khayat ante una audiencia que escuchaba y reflexionaba en comunión sobre el papel de la mujer en la industria audiovisual. Una sentencia que, lejos de ser exagerada, ahonda en las brechas que aún persisten en el sector, ya sea desde el porcentaje de cuotas, la ruptura del techo de cristal o la conciliación familiar. Puntos dolientes y punzantes en la charla compartida por la escritora e intelectual marroquí, además de presidenta de la Comisión de fondos para la producción de cine en Marruecos, junto a Alba Sotorra, directora, guionista y productora independiente cuya voz narrativa está enmarcada en la igualdad de género.

El diálogo La mujer en el cine, ahora, organizado por CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) y celebrado ayer en Casa África bajo el paraguas del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, mostró a través de las vivencias de las protagonistas lo que queda por hacer en esta carrera de fondo con la moderación de la directora y productora Nayra Sanz. El Informe CIMA 2020 sobre la representatividad de las mujeres en el sector español anota que un 19% llega a puestos de dirección, mientras que los ámbitos feminizados siguen siendo los apartados de vestuario y el maquillaje y peluquería. A pesar de ello, El Khayat recordó que las creadoras copan las últimas ediciones de los festivales, ya sea Carla Simón en la Berlinale, Julia Ducournau en Cannes, Audrey Diwan en Venecia o Maryam Touzani, la única mujer marroquí seleccionada este año en Cannes: "La mujer existe en el cine y por su sensibilidad va a cambiar la manera de hacerlo".

Cuando inició su carrera a principio de los 2000, Sotorra creía que la lucha feminista estaba superada, pero, al regresar de su primer viaje documental, donde anduvo haciendo autostop desde Barcelona a Pakistán, se dio cuenta de que las condiciones no eran las mismas para ellas. "En mi época, éramos el 80% de alumnas en clase y solo llegaba a un 12% las directoras en el cine y ascendía al 16% el apartado de guionistas, y me di cuenta de que la lucha empezaba por tomar conciencia para cambiar las cosas".

Su interlocutora, declarada feminista, mostró el cine como una herramienta de poder en donde la representación de la mujer ha ido mutando o ha dado paso a grandes referentes sociales y artísticos, como Angelina Jolie en lo humanitario. "El cine ha permitido dar prestigio a los artistas, despreciados en otras épocas, y su visión sobre ellas está cambiando, por ejemplo, en el mundo de Walt Disney veíamos a princesas tontas y bellas y ahora tenemos a una Pocahontas o a una Vaiana", indicó. "A pesar de todo, solo alcanzan el 40% de la palabra en los diálogos y, a medida que avanza su edad, su carrera se degrada, al contrario que los hombres".

Representación de la mujer en festivales

El público participó activamente en el encuentro, enriqueciendo y abordando diferentes aristas. Entre las aportaciones estuvo la cineasta ruandesa Dida Nibagwire -su película Father's Day compite en la Sección Oficial del Festival de Cine-, quien explicó que, aun habiendo una gran representación política y social de la mujer en su país, todavía hay que combatir contra los estigmas del rol de género: "Mi tía está decepcionada con que a los 35 años esté soltera, no obstante, a mí me han influenciado las mujeres que han viajado y vuelven, por lo que me siento comprometida a motivar a las jóvenes generaciones para que haya igualdad".

Otra asistente, consultora de igualdad en una productora, arguyó que la cuestión está en trabajar, desde el principio, con equipos igualitarios, "la inercia es que haya hombres y, a quienes me dicen que no hay mujeres para los puestos que buscan, solo hay que hacer un esfuerzo por buscarlas, por ejemplo, las cuotas por ley han sido necesarias porque, si no, no se hubiera roto el techo de cristal, pero hay que integrar esta práctica en la experiencia". Es más, otra participante denunció que en el propio Festival solo estuviera Candela Peña como invitada en los coloquios sobre la profesión.

En la misma línea, una productora de la sala recalcó que nunca había sido respetada su maternidad en toda la trayectoria profesional desarrollada, sin embargo, ella había organizado los planes de rodaje teniendo en cuenta los permisos de paternidad de sus trabajadores. A lo cual, Sotorra indicó: "No tengo ningún amigo director que haya parado por ser padre". El salto de la mujer al campo productivo se ha hecho sin contar con infraestructuras y rutinas adecuadas para alternar la vida familiar con la laboral, por ello, Khayat reflexionaba que "el mundo del arte, dominado por el hombre blanco, existía con Hitler, y hoy día en los países conservadores se encierran a las mujeres en el hogar para guardar el privilegio de la vida activa y la función pública a ellos". Como referencia, puso a Egipto, cuyo sector cinematográfico a partir de los años 60 se ensombreció apartando a las féminas de ese campo.

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"El cine, dado su gran poder de transformación, habrá de reflejar la diversidad, si no, será un arte sesgado, y siendo las mujeres el mayor porcentaje de audiencia en las salas, quieren identificarse con actrices y directoras, por lo que pedirán esas historias", remarcó Sotorra. La sororidad entre iguales, el asociacionismo, el cambio de referentes o la inclusión de espacios como Globo Rojo, de CIMA, con la que se instalan guarderías en las citas cinematográficas para compatibilizar los tiempos, junto al aprendizaje y la puesta en práctica de nuevas políticas de igualdad son los retos a afrontar en un arte que no deja de ser un reflejo de su tiempo.