Si se tuviera que identificar el timple con una persona concreta, pocos dudarían en citar en primer lugar a Totoyo Millares, fallecido este domingo en Las Palmas de Gran Canaria a los 86 años de edad. Virtuoso y renovador del instrumento, autor prolífico y maestro de varias generaciones de timplistas, deja una obra artística recogida en decenas de grabaciones, desde Mazurca y Polka majorera, creadas cuando solo tenía siete años, hasta las canciones de su corta etapa en el grupo Los Gofiones, del que fue fundador, y las que compuso para sus proyectos en solitario o con sus discípulos, entre los que destacó el añorado José Antonio Ramos. En 2015, recibió el Premio Canarias, en la modalidad de Cultura Popular, y ese mismo año fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. 

Totoyo nació en la capital grancanaria el 13 de julio de 1935 como Luis Millares Sall, el menor de los diez hijos del poeta y dibujante Juan Millares Carló y de la pianista Dolores Sall y Bravo de Laguna, por lo que desde niño estuvo inmerso en el ambiente artístico familiar de la literatura, la música y la pintura, en el despuntaron también sus hermanos Manolo, Agustín, José María, Eduardo o Jane. Totoyo recordaba que de los nueve hermanos, pues Sixto falleció a los 20 años, tres fueron poetas, tres pintores y otros tres músicos. 

Pasó su primera infancia en la vivienda familiar de Las Canteras, en la casa de sus abuelos en Vegueta y en Arrecife de Lanzarote, a donde fue expulsado el padre tras el golpe de estado de Franco. Fueron tiempos duros para la familia Millares, perseguida por sus ideas republicanas, pero el padre y los hermanos mayores combatían las penurias económicas con una intensa actividad cultural, desafiando a la dictadura y sufriendo por ello cárcel y destierro. Resaltan sus biógrafos que desde niño, con apenas cinco años, Totoyo se interesó por la música y aprendió a tocar la guitarra y el timple de forma autodidacta, que compaginó después con estudios de piano, canto y violín. Aunque su deseo infantil era ser violinista, se sintió atraído por el sonido del timple, dicen que fascinado al oírselo tocar por las noches a un policía local, Gopar, que rondaba por la playa de Las Canteras. Se apasionó y se compró su primer instrumento por 15 pesetas. 

Y ya no se separó nunca de ese compañero de viaje. «Un timple me ha acompañado siempre y me ha consolado en los momentos críticos que he padecido en mi vida, en los que he estado destrozado moralmente; me ha ayudado a seguir viviendo», confesaba en una entrevista en las Navidades de 2008, en los días previos al gran homenaje que le rindieron sus alumnos y amigos en el Auditorio Alfredo Kraus, editado después por Manuel González, líder del grupo Mestisay, en el libro-CD La Leyenda del Timple.

A los diez años ya daba clases a sus amigos y empezó a crear su propio sistema de enseñanza por cifras, el primer método académico de ese instrumento, equivalente al de una partitura de solfeo. En 1950, con solo quince años, dio su primer concierto en una gala benéfica en el Club Naútico y empezó a impartir lecciones por los colegios de toda Gran Canaria, más de 40 centros escolares. Cuatro años más tarde ya creó su propio escuela en la capital, en un pequeño local alquilado en la calle Bravo Murillo. Se calcula que por ella han pasado desde entonces cerca de 50.000 alumnos, entre ellos casi todos los grandes solistas del timple.

También actuó para todas las personalidades que pasaban por Gran Canaria en aquella época y enseñó a tocar a algunas de ellas, pues era una costumbre que el Cabildo les regalara un timple en recuerdo de su estancia en la isla. El que más aprendió fue Paul Newman, mientras que de Gregory Peck, que vino a grabar la película Moby Dick, recordaba que era más torpe con las manos.

En una de esas actuaciones improvisadas en los yates que recalaban en el puerto de La Luz tocó para Aristóteles Onassis, María Callas y Wiston Churchill. En otra ocasión, lo hizo para Ava Gadner, en aquellas fechas la gran diva de Hollywood. Otros que se interesaron por tocar el timple fueron Rafael Alberti, Martín Chirino o María Dolores Pradera. Y por su academia también pasaron como alumnos los exministros Juan Fernando López Aguilar y José Manuel Soria.  

Su labor como profesor y divulgador de la música folklórica canaria es tan reconocida como su faceta de intérprete y compositor. Luego, esa tarea de embajador ha recaído en sus alumnos más aventajados, como José Antonio Ramos y Domingo Rodríguez 'El Colorao', a los que citaba como los mejores timplistas contemporáneos.

En busca de la identidad canaria

«Desde una temprana edad -señala Diego Talavera en su libro Canarias, Folklore y Canción- Totoyo comienza una fructífera labor didáctica con numerosos alumnos, creando un verdadero semillero de jóvenes en distintos grupos folklóricos, aparte de su trayectoria como divulgador del instrumento canario de cuerda por excelencia». El músico, ahora fallecido, resalta Talavera, «logra convertir el timple, utilizado preferentemente para acompañar, en un instrumento solista al que se puede sacar todas las posibilidades, grabando unos singles que constituyen una preciada joya antológica». Entre otras innovaciones, introdujo unas técnicas de punteo y rasgueado que dieron una nueva dimensión al pequeño instrumento, lo que él llamaba «sacar el timple de las parrandas de los bares» y convertirlo «en el alma del pueblo canario». 

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La vida de Totoyo Millares, en imágenes La Provincia

Aunque desde los 14 años ya se había dedicado a recorrer el Archipiélago en busca de las raíces de la canción popular, su encuentro con Nanino Díaz Cutillas le llevó a investigar más en profundidad y a rescatar para el gran público a los tocadores y cantadores que conservaban la pureza de los géneros folklóricos tradicionales. Así conoció en 1963, en Tenerife, a Sebastián Ramos, el Puntero, y al grupo Los Alzados. En La Gomera y La Palma se interesó por el tambor. 

Eso fructificó después en la llamada edad de oro de la música canaria, cuando surgieron Los Sabandeños como avanzadilla de decenas de grupos de todas las islas. En Gran Canaria, Totoyo fundó Los Gofiones en 1969, para interpretar esas canciones que iban recogiendo en los lugares más recónditos. Sin embargo, duró pocos meses como director del grupo por diferencias con otros miembros de la formación. Esos problemas surgieron durante la grabación del primer disco de Los Gofiones, Identidad y tradición, el único en el que participó como compositor.

Siguió con la enseñanza y como solista, con giras por varios países europeos y sudamericanos, con conciertos en grandes escenarios de Londres, Moscú o Buenos Aires. En 1983, fundó la Orquesta Popular del Timple y, con el tiempo, el instrumento se ha ido incorporando a bandas sinfónicas, grupos folk y hasta formaciones de pop-rock. El sonido del timple se puede fusionar con casi cualquier estilo, como demostró José Antonio Ramos, aunque a Toyoto le preocupaba en los últimos años que otros solistas y grupos no lo hicieran con respeto a las raíces. 

«Hay mucha degeneración en el folclore. Hay mucha influencia de otros sitios que han acabado con nuestra raíz. En algunos municipios se mantiene algo, pero se ha perdido mucho, casi ha desaparecido, lo que se ve es pura pachanga. El folclore se ha prostituido mucho, algo propio de la sociedad enferma en la que vivimos, que afecta a todo. La esencia está abocada a desaparecer», se lamentaba en 2015 en una entrevista en este periódico.

Entre su amplia discografía sobresalen los tres volúmenes de la Antología del Timple, El Timple que canta, Totoyo y su timple o Clásicos canarios. Con José Antonio Ramos publicó, en 2006, Las manos del maestro, considerada una de las obras cumbres del instrumento. También ese año se reeditó Antología del Timple, con mejoras de la grabación original y dos temas nuevos. 

Preguntado en una ocasión sobre si temía a la muerte, fue tajante: «Me encuentro muy vital tocando alrededor de gente joven que me rejuvenece con su energía. Tengo fuego y ánimos, porque, a pesar de los pesares, me gusta sentirme acompañado. Sin embargo, soy consciente de que la muerte te sorprende donde menos te la imaginas. Todos tenemos una hora para nacer y otra para morir. No me da miedo enfrentarme a ella. Cuando venga me mandará para el carajo y se acabó. El hombre no es viejo nunca si su espíritu se mantiene ilusionado y esperanzado». Su legado son setenta años de dedicación a un instrumento al que quedará unido para la historia. 

Luto

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha expresado sus condolencias a través de un comunicado en el que se destaca la contribución de Millares para que el timple se haya adentrado "con derecho propio como un instrumento de música culta, gran expresividad y mayor enjundia en orquestas, incluyendo técnicas de punteo y de rasgueado para interpretaciones solista y acompañando a otros instrumentos".

El alcalde capitalino, Augusto Hidalgo, ha dado su pésame y ha valorado el amplio inventario musical de Millares, al que ha considerado el renovador de la interpretación del timple y creador del estilo moderno", a la par que ha alabado la labor de la escuela, que ha considerado "un referente desde su creación".