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Patrimonio

Memoria del pasado

En 1998 fue hallada en el interior de una tienda del Mercadillo de Teguise, en Lanzarote, una piedra tallada que pertenecía a la población nativa de la Isla

Imagen de la piedra Calendárica. La Provincia

En 1998, durante la redacción de la Carta Arqueológica de Lanzarote pude ver en el interior de una tienda del Mercadillo de Teguise una piedra tallada, que colocada en el suelo, se exhibía como elemento decorativo de la oferta comercial. Pedí permiso para fotografiarla por ambas caras y pregunté por su procedencia. Quien tenía arrendado el local me relató que se trataba de una piedra que formaba parte de un pila de lavar instalada en el patio trasero de la vivienda, a donde me acompañó para que pudiera ver las otras piedras que la conformaban, entre las que no se hallaba la de frotación.

Le informé de que a mi parecer se trataba de una pieza que pertenecía a la población nativa de la isla -la vivienda se emplaza en un lugar arqueológico fértil del núcleo poblacional de Teguise- que tenía que cuidarla y entregarla al ayuntamiento o al Cabildo. Esa misma semana pedí hablar con quien en aquel entonces presidía el Cabildo Insular -promotor de la Carta Arqueológica que redactaba- y le informé de la necesidad de su retirada para su guardia y custodia.

Igualmente me entrevisté con la persona arrendataria que se negó a facilitarme los datos sobre la inquilina. En un reciente libro Las escrituras del pueblo majo, claves para el poblamiento de Canarias junto con el arqueoastrónomo Juan Antonio Belmonte Avilés volvimos a tratar esta pieza labrada por sus dos caras, que calificamos de estela, ya que de pertenecer a la población aborigen, sería un calendario, tal y como sugieren los patrones numéricos que contiene.

La cara sometida a fricciones presenta un desgaste que no invisibiliza los trazados, observándose «seis líneas de 7 (más 7 u 8 extra adicionales que han desaparecido), 7 (más 7 u 8 adicionales), 15, 14, 15, y nuevamente 15 rayas. Estos números podrían ser astronómicos y estar relacionados con la cuenta lunar, el mes, que se puede dividir en dos ‘quincenas’ de 14 o 15 días, según la lunación sea de 29 o 30 días».

En la otra cara mejor conservada se constata «8 líneas de decoración, 6 con rayas acanaladas y 2 (la sexta y la octava) con pequeños círculos. Las tres primeras líneas tienen 12 rayas cada una, lo que bien pudiera representar un ciclo de 3 años de 12 meses lunares», por lo que la significación astronómica es más evidente.

Si seguimos observando comprobamos que «La cuarta y la quinta tienen 17 y 16 rayas, respectivamente, que, en principio, no mostraría una conexión astronómica inmediata. Sin embargo, si se suma 17 y 16 obtenemos un valor de 33. Lo llamativo es que ese es precisamente el número de días que se han de añadir a 3 años lunares puros de 354 días para obtener 3 años solares de 365 días. La línea 7 tiene 36 rayas (de nuevo 12 por 3). Finalmente, las líneas sexta y octava tienen 14 pequeños círculos cada una que suman 28, el número de días de un mes sidéreo o el número de días promedio en que la luna es visible en cada mes sinódico de 29 o 30 días. Por tanto, en esta segunda cara, cada cifra parece relacionarse con la cuenta de los días de un ciclo lunisolar de 3 años».

Siguiendo textualmente lo que hemos expresado: «Como resultado, proponemos que el calendario lunisolar de la población maja podría haber funcionado como un ciclo de tres años lunares seguidos y, al tercer año, mediante la observación de algún evento astronómico, se habría decidido añadir un mes intercalar con el fin de ajustar el calendario y las estaciones.

Estos jalones podrían ser, de forma similar a lo que ocurriría en la isla de Gran Canaria, el solsticio de verano, como indica la crónica de Gómez Escudero, o incluso el equinoccio, como sugiere la información arqueoastronómica que analizaremos más tarde».

A pesar de ser objeto de estudio y publicarse en varios libros especializados, en la actualidad esta pieza sigue en paradero desconocido, pero probablemente permanezca en la isla de Lanzarote dada su envergadura.

En diferentes puntos del conjunto histórico de Teguise se han localizado piedras talladas de pertenencia nativa que ayudan a conocer mejor el pasado aborigen de Lanzarote, pero esta es especialmente relevante por su carácter calendárico, ya que es la única que disponemos para determinar, en el periodo aborigen, el uso de un ciclo de 3 años en el Archipiélago, junto con el panel central de la Cueva Pintada de Gran Canaria.

Destacada su relevancia y excepcionalidad, concluyo insistiendo en la necesidad de que esta pieza sea localizada y entregada para su total investigación, conservación y custodia pública. Ello lleva aparejado su difusión, disfrute ciudadano y el ejercicio del derecho a saber y a socializar los elementos que conforman el pasado aborigen de Lanzarote. Esta pieza contribuye a establecer el nivel de conocimiento y control del paso del tiempo por parte de quienes un día desembarcaron en las costas de Lanzarote, y al menos durante 1.400 años, se desarrollaron en ella gracias a su nivel adaptativo.

Deseo que se produzca su pronta entrega para que en breve podamos conocerla y entenderla colectivamente. Lo celebraremos.

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